En el río Napo ya no fluye vida, sino muerte

Gabriela Ruiz-Agila

El río Napo es el místico y ancestral afluente del pueblo kichwa naporuna. “Los ríos les dan nombre a nuestras comunidades”, me explicó en abril del 2021, Verónica Grefa, presidenta de la comunidad de Toyuca. “Si el río está enfermo, nosotros también enfermamos”, dijo con preocupación Verónica temiendo la desaparición de su pueblo.

Caminamos por las playas y junto a Verónica, constatamos la devastación y pérdida de 35 hectáreas de playa luego de un año del derrame. Toyuca, pertenece a la parroquia San Sebastián del Coca en la provincia de Orellana. Es una de las 23 comunidades donde se acumuló petróleo en abril del 2020, según registros de Petroecuador y del Ministerio de Medio Ambiente y que se documentó en la Inspección de las comunidades San José, San Pablo y Toyuca por la Alianza por los Derechos Humanos en Ecuador publicado en noviembre del 2021.

De vuelta en Toyuca, en agosto del 2022 busqué a Bertina Grefa y su familia, los afectados que, en abril del 2021, encontré lavando ropa en el río Coca y entrevisté. Ya no están. Son los damnificados del derrame de petróleo, son los desplazados por la erosión regresiva del Coca pero también de la contaminación, el hambre y el desempleo. No hay agua.

Tuberías abandonadas en los terrenos de la comunidad de Toyuca desde 2021. Fueron donadas por el GAD local. Foto: Josué Araujo

En Toyuca, habitaban 58 familias en un territorio comunal donde se impone la presencia del Bloque 18 (petrolero) operado por Petroecuador. En agosto del 2022, solo quedan algunas casas. La madre y la abuela de Luis Simbaña viven ahí. Luis cuenta que el Ministerio de Ambiente dejó acero para la construcción de un muro de contención que hasta hoy, no se utiliza. Luis considera que el Gobierno pudo haber salvado las viviendas si hubiera tomado acciones hace un año. La abuela y el tío abandonaron sus casas junto al río.

Para la elaboración de este reportaje, recorrimos otras dos comunidades en el lapso de seis horas. Nos acompañó Xavier Solís, abogado de la Fundación Alejandro Labaka, y uno de los 12 abogados representantes de los afectados por el derrame del 7 de abril del 2020 que solicitaron la acción de protección.

Con la guía de los comuneros, nos adentramos en las playas de San Pablo. Atravesamos el bosque de la comunidad antes de que llueva y el río crezca. Cruzamos pequeños brazos de río sobre troncos de árboles. El fotógrafo, Josué Araujo, resbala y cae en el líquido maloliente y naranja  en el que se ha convertido el río. Las ramas secas de los árboles caen al piso como flechas impulsadas por el viento. Cuando llegamos al estero Manduro, en la comunidad Domingo Playa, la escena es triste y sobrecogedora: el agua no para de correr pero está podrida, tiene un color naranja, láminas blancas se transportan junto a natas y espuma marrón.

Ahí nos detenemos para conversar con Edwin Sucumbíos, presidente de la comuna Domingo Playa:

—¿Este río ha muerto?

—Sí –responde mirando al agua como si mirara un cadáver. Hace una sola petición–. Nosotros lo que queremos es agua, que alguien nos ayude.

—¿Cuándo llegó el personal de Petroecuador o una remediadora?

—El personal de OCP llegó a los ocho días del derrame.

—¿Está remediado el estero Manduro?

—No, el estero Manduro está totalmente contaminado.

—Cuando hicieron los trabajos de remediación ¿Qué le echaron al río?

—Trajeron unos químicos que asentaban el crudo en el fondo del río. Este es el problema de nosotros. No tenemos un río. No podemos tomar agua.

Edwin Sucumbíos, presidente de la comuna Domingo Playa, contempla el estero Manduro, afluente del río Coca, contaminado por el derrame del 7 de abril de 2020 y el derrame del 28 de enero de 2022. Se contrató a la empresa Arcoil para su remediación. Foto: Josué Araujo, agosto de 2022.

Empleos de remediación

En junio del 2020, Petroecuador y la operadora OCP señalaron que invirtieron 3,8 millones de dólares en remediación y que el avance general era casi del 54%. En las actividades de remediación ambiental intervinieron 1.191 personas, de las que 1.015 provienen de las comunidades (85,2%). En abril del 2021, la cifra de inversión para trabajos de remediación y compensación social fue de 35 millones de dólares más.

Pecs, Corena y Arcoil contrataron a comuneros que habitan los poblados de los ríos contaminados. Conversé con tres comuneros de Domingo Playa fueron contratados por Arcoil para conocer las condiciones laborales de las tareas de limpieza y remediación. Patricio Grefo de 51 años; Henry Jumbo de 28 años y Jonathan Sucumbíos de 27 años relatan que recibieron uniformes (pescadores impermeables que cubren hasta la cintura) y les pagaron el salario básico de 425 dólares por 22 días de trabajo, cuando el precio de la canasta básica es de 735 dólares, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).

De izquierda a derecha: Patricio Grefo de 51 años; Henry Jumbo de 28 años y Jonathan Sucumbíos de 27 años. Comuneros contratados por Arcoil para remediación ambiental. Domingo Playa, parroquia Nuevo Paraíso, provincia de Orellana. Foto: Josué Araujo, agosto de 2022.

La tabla de tarifas para el sector privado estipula un máximo de 1.129,39 dólares por servicios, pero el pago fue el mínimo a  pesar de los riesgos laborales que implican las tareas de remediación. Trabajaron hasta 12 horas continuas en el calor húmedo del bosque amazónico, dijeron en entrevista tres comuneros kichwas en la Asociación Domingo Playa, parroquia Nuevo Paraíso, provincia de Orellana.

Sus tareas consistían en disolver detergentes en los ríos enfermos, químicos dispersantes, desengrasantes y floculantes como el Sulfato de Aluminio. Para usar los químicos, debían tener cuidado, así les advirtió el instructor, porque “causaban salpullido o con el tiempo podían infectar sus cuerpos. Debían usar mascarilla y manipulación de los líquidos” mientras vertían los químicos en el agua o el suelo. “Cuando echaban ese químico, morían los peces. Al ver morir los peces, yo me preguntaba: ¿cómo seremos nosotros”, recuerda Jonathan Sucumbíos. “¿Podemos contaminarnos y morir también?”, concluyó preocupado.

Les ordenaron cortar yutsos chíparos, arbustos que tienen abundantes raíces y logran contener la tierra. Esto provoca el desmoronamiento de las orillas. El marketing del “greenwashing” promociona la recuperación de suelos y vegetación con el uso de tecnología de vanguardia en plantas.

Con la ayuda de una bomba de presión, lavaban las piedras, la arena y empujaban el crudo desde la orilla al caudal del río. Otros cavaron zanjas. “Hasta las 04:00 p. m. llegaban los almuerzos y nos tocaba soportar todo el día con esa hambre. Nos daban agua en funda (bolsa de plástico)”, relata Henry Jumbo. Las operadoras prometieron a los trabajadores que cavarían un pozo para proveer de agua limpia a su gente y no les cumplieron.

Al terminar el contrato en febrero del 2022, les retiraron los uniformes y regresaron descalzos a su comunidad. No tienen tierras donde sembrar sus alimentos ni río. En abril del 2020, OCP aseguró que generó 320 empleos locales en remediación ambiental.

En septiembre del 2020, solo seis meses después, Petroecuador y OCP anunciaron la culminación de los trabajos de remediación y procedieron a convocar a las comunidades para informar que ya no existía presencia de contaminación química de hidrocarburos en los ríos y que la única contaminación se debía a coliformes fecales.

Caso de fuerza mayor

En el expediente probatorio sobre el caso, consta el informe de Deformación Global por Flexión de Quanta Inline Devices explica que, en una inspección de mapeo inercial llevada a cabo en octubre del 2019 en la infraestructura del OCP, identificaron 60 áreas como posibles curvaturas que presentan deformación total, y por tanto, representaban una amenaza latente. El informe se publicó en mayo, un mes después del derrame del 7 de abril del 2020.

¿Es el proceso de erosión un fenómeno natural o el resultado de varias agresiones —por derrames, descarga de sólidos y químicos de remediación— contra el río?

Daniela Rosero, PhD. en Ecohidrología e investigadora en el instituto Biósfera de la Universidad San Francisco de Quito, considera que el proceso de erosión es, en parte, un fenómeno natural pero también el resultado de derrames de petróleo, el uso de químicos y detergentes de remediación, el desecho de sólidos, el impacto de obras como la construcción de carreteras y la hidroeléctrica, así como la actividad humana. La experta alerta sobre la falta de indicadores en el sistema de monitoreo y de formulación adecuada de políticas públicas. 

Contaminación del estero Manduro a dos años del derrame del 7 de abril, presenta espejos de combustible. Domingo Playa, parroquia Nuevo Paraíso, provincia de Orellana. Foto: Josué Araujo, agosto de 2022.

En su defensa, Petroecuador y la operadora OCP alegan que el derrame es un evento de fuerza mayor. Sin embargo, precisan que se suscitó el 8 de abril de 2020 en el KP 93+469, es decir, un día después de la denuncia de los comuneros, como consta en el Oficio N° OCP-1269-2020 de OCP Ecuador del 16 de octubre de 2020.  El artículo 30 del Código Civil señala: “Se llama fuerza mayor o caso fortuito, el imprevisto al que no es posible resistir”.

Las organizaciones indígenas presentaron Amicus Curiae ante el Consejo de la Judicatura de la provincia de Orellana para exigir justicia en la Acción de Protección por el derrame de petróleo de abril de 2020. Aseguran que se sabía que la zona es de alto riesgo, que existía la erosión acelerada y que el colapsó la cascada de San Rafael ocurrido el 2 de febrero fue la advertencia de una catástrofe que pudo prevenirse.

El trazado de variantes de SOTE y OCP a partir del 8 de abril del 2020 empezó a operar en mayo de 2020, un mes después del derrame, sin proceso público de revisión de estudios de impacto socioambiental, y sin la consulta previa, libre e informada a la que tienen derecho las poblaciones afectadas. La operación del OCP presentó conflictos en su construcción entre el 2000 y el 2003, tal como investigó Patricia Widener en el 2011.

En tres ocasiones, el Ministerio de Energía declaró la fuerza mayor en el sector petrolero por efectos de la erosión en el río Coca: la primera entre el 9 de abril al 10 de mayo de 2020; la segunda entre el 4 al 8 de julio de 2020; la tercera el 12 de diciembre de 2021. Los pozos petroleros del sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) y del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) fueron apagados progresivamente. Según Petroecuador, entre enero y octubre de 2021 el SOTE transportó 319.442 barriles de crudo diarios, mientras que el OCP transportó 163.221 barriles de petróleo por día. La declaratoria fue para “salvaguardar al país de posibles reclamos de los compradores en el mercado internacional”.

El Ministerio de Ambiente debe realizar el seguimiento de pasivos ambientales generados por operadoras como la compañía OCP y Petroecuador, mediante “auditorías ambientales y sus respectivos Términos de Referencia, inspecciones técnicas y atención a denuncias”, explica este Ministerio ante una solicitud de información interpuesta el 9 de agosto.

Pasivos ambientales e indemnizaciones

El Plan Nacional de Desarrollo 2017-2021 señala dos indicadores sobre pasivos ambientales: Primero, porcentaje de fuentes de contaminación de la industria hidrocarburífera eliminadas, remediadas y avaladas por la autoridad ambiental; segundo, avance en el proceso de eliminación y remediación de piscinas, fosas y derrames. En el caso del derrame del 7 de abril del 2020, no se ha hecho público el número exacto de pasivos ambientales remediados que podrían superar entre 189 a 229 en las riberas del Napo y Coca, según reportes de prensa.

El 4 de junio de 2020, OCP ECUADOR S.A. y la EP PETROECUADOR suscribieron el “Acuerdo de Aplicación del Convenio Específico de Apoyo Mutuo” que estableció que los gastos relacionados con la mitigación, remediación ambiental y las compensaciones e indemnizaciones sociales y su fiscalización derivados del evento de fuerza mayor, “se distribuirán entre ellas en proporción a los volúmenes de hidrocarburos que hayan sido derramados y en consecuencia, hayan ocasionado los efectos socio ambientales”.

La operadora OCP contrató a la consultora Entrix para levantar información en campo y generar informes para los procesos de indemnización.

Con oficio N° OCP-1269-2020, Petroecuador remitió al Gobierno Autónomo del Municipio de Francisco de Orellana, el costo estimado de indemnización en $ 874,177.92 de dólares “rubro obtenido del cálculo del lucro cesante, calculado del volumen de agua que se dejó de captar en 146 días por el costo referencial del metro cúbico de agua, conforme metodología del acuerdo interministerial 001”.

Con base en datos del memorando No. 00056-TRA-2020 de 30 de mayo de 2020 de la Gerencia de Transporte de Petroecuador, y el informe técnico del 3 de junio de 2020 de la operadora OCP, se determinó que los volúmenes finales de “producto derramado” asciende a 15.778, 59 barriles de petróleo como se resumen a continuación:

Sistema de TransporteProductoVolumen Final derramado (En barriles)Porcentaje
Poliducto Shushufindi-QuitoGasolina Base762,4351,73%
SOTECrudo Oriente7.400,1048,27%
OCP en el KP 93Crudo Oriente7.616,06
Total volumen final de producto derramado por EP Petroecuador y OCP15.778,59100%

La validación de balances volumétricos se hace por la Agencia de Regulación y Control Hidrocarburífero.

Se desconoce a detalle cuántos barriles de petróleo fueron recuperados del derrame del 7 de abril de 2020, en la fase de contingencia y cuántos barriles fueron procesados para limpieza y remediación a pesar de las solicitudes de información hechas al Ministerio de Ambiente. Petroecuador informó que hasta junio de 2020, recolectó 166,3 toneladas de vegetación contaminada, 11,7 toneladas de material absorbente en las orillas de los ríos Coca y Napo, y 33,4 toneladas de suelo contaminado para ser tratado con gestor calificado.

En el 2021, el Instituto Nacional de Biodiversidad reportó el aumento al 60% de las fuentes de contaminación de la industria hidrocarburífera y biodiversidad. Aseguró también que existe una base de datos que registra los derrames entre 2017-2018 y que permitiría conocer los avances hasta 2021. Por otro lado, señala que con el acuerdo entre la autoridad ambiental y las operadoras se podría alcanzar el 56,38% de remediación de pasivos ambientales.

En la Constitución del Ecuador, el artículo 397 señala que, en caso de daños ambientales, “el Estado actuará de manera inmediata y subsidiaria para garantizar la salud y la restauración de los ecosistemas.” Asimismo, se deben garantizar los derechos colectivos de las comunidades indígenas reconocidos en el artículo 57.

“El petróleo es bueno”

Un año después, se han acumulado múltiples solicitudes de información sin respuesta o con respuestas poco precisas, que no cumplían con los 10 a 15 días de plazo que contempla la Ley de Transparencia y Acceso a la Información, ni se emitían a través del sistema de gestión documental Quipux o con firma de responsabilidad.

El 1 de agosto del 2022, durante esta investigación periodística, solicitamos asesoría a la oficina de Monitoreo y Transparencia Activa de la Defensoría del Pueblo para que fuesen respondidas las peticiones de información interpuesta ante el Ministerio de Ambiente, Ministerio de Energía y Minas, Agencia de Hidrocarburos y Petroecuador. Al cierre de este reportaje, la Defensoría del Pueblo avocó conocimiento de la solicitud y, el 19 de agosto, dispuso que la Delegación de Pichincha patrocinara las solicitudes.

El 1 de agosto, Petroecuador me convocó a una reunión con Francisco Hugo, subgerente de Seguridad, Salud y Ambiente de la empresa pública. Hugo me recibió en las oficinas de Petroecuador en la zona financiera de Quito, con el respaldo de un expediente físico que resume las peticiones. Asistí en compañía de la abogada Vivian Idrovo, representante de la Alianza por los Derechos Humanos en Ecuador.

Hugo aclaró de inicio que en el 2020 solo se dio un derrame y desestimó lo que considera rumores. El 18 de junio y el 22 de junio del 2020, se habrían producido nuevos derrames, según denunció la Alianza. “Fueron rastros, huellas del derrame del 7 de abril”, justificó Hugo.

Cuando se le cuestionó la falta de respuesta a las solicitudes de información para conocer datos sobre convenios de compensación social, contratos de remediadores ambientales y su promoción en las redes sociales de Petroecuador, Francisco Hugo respondió: “No está en nuestra competencia”.

—¿Pudieron drenar las tuberías o suspender el bombeo para evitar contingencias como la del 7 de abril del 2020?

— Sí. Tenemos las medidas necesarias para contener un derrame y a nuestro personal capacitado. Nosotros no tenemos contratadas empresas remediadoras. Tenemos un departamento de restauración ambiental. Tenemos recursos propios (equipo, material y personal) para atender estos derrames. Logramos que el derrame del 7 de abril se contuviera. No hay que satanizar. El petróleo es bueno, de ahí se obtiene la úrea, la ropa que lleva puesta y el celular que usa.

—¿Cómo calculan la cifra de 15.800 o 16.000 bdp?

—Entramos a balance de masa. Contamos con estaciones de bombeo y reducción donde hay contadores de flujo que permiten contabilizar el producto y conocer cuál es la cantidad que está transportándose o cuál es la cantidad que no llegó. Si empieza a haber un nivel de pérdida ya es una alerta. También se puede alertar con el personal que patrulla el derecho de vida. Del derrame del 7 de abril del 2020, la pérdida para Petroecuador fue de 9236 bdp, es decir, del SOTE.

Ustedes dijeron que no podrían prevenir el derrame. Y cuando ocurre el derrame del 7 de abril del 2020 y la erosión sigue avanzando, Petroecuador cerró el bombeo. También lo hicieron para construir siete variantes del OCP. ¿Por qué no lo hicieron antes del derrame del 7 de abril? Los informes técnicos advertían de la posible contingencia en las tuberías con la implosión de la cascada San Rafael el 2 de febrero.

—Buena pregunta. Yo me la he hecho más de una vez. ¿Por qué no se hizo una variante antes? Cada variante costó en promedio 50 millones de dólares. En este momento, Petroecuador está trabajando en la construcción de una variante definitiva al otro lado del río.

Para el 2022, el Ministerio del Ambiente determinó solventar 123 fuentes de contaminación dentro del proyecto Fuentes de contaminación de la industria hidrocarburífera, como consta en el Plan Nacional de la Calidad 2022 del Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca. Estas 123 fuentes deben ser remediadas por el operador estatal responsable y avaladas por la Autoridad Ambiental y del Recurso Hídrico Nacional. Pero es otra pregunta sin respuesta a una batería de 30 preguntas planteadas en las solicitudes de información.

El litigio de la sociedad civil

El 29 de abril de 2020, Petroamazonas EP participó de la séptima edición de los Premios Latinoamérica Verde. Ese mismo día, ante la Corte Constitucional de Ecuador, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE), la Federación de Comunas Unidas de la Nacionalidad Kichwa de la Amazonía Ecuatoriana (FCUNAE), el Gobierno Autónomo Descentralizado Parroquial de Guayusa, la Fundación Alianza Ceibo, la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos, la Corporación Acción Ecología, la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo, la Fundación Alejandra Labaka, SURKUNA, la Unión de afectados y afectadas por las operaciones de Texaco (UDAPT), y el Centro de Apoyo y Protección de los Derechos Humanos presentaron una acción de protección con solicitud de medidas cautelares en contra de la empresa pública de hidrocarburos del Ecuador EP Petroecuador, el Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables, el Ministerio del Ambiente, el Ministerio de Salud Pública, la Procuraduría General del Estado y la Compañía de Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) ECUADOR S.A.

Tras un dilatado proceso legal, la justicia constitucional negó en dos instancias la acción de protección y medidas cautelares por considerar que el derrame del 7 de abril del 2020 se produjo por “fuerza mayor” y que, ante el evento, las empresas y las instituciones del Estado “actuaron”.

La parte accionante advirtió que el derrame pudo ser previsto, tanto por la operadora OCP como por las instituciones públicas, ya que fueron advertidas del fenómeno de erosión regresiva. La parte accionante también señaló que, entre otras acciones, la empresa debió haber modificado un tramo del paso de las tuberías, colocar válvulas de drenaje, o realizar estudios e investigaciones que habrían evitado o, al menos, minimizado el derrame.

Petroecuador insiste en que el derrame del 7 de abril de 2020 se trató de un caso de fuerza mayor o caso fortuito. Bajo este argumento, las empresas y el Estado justifican los múltiples y recurrentes derrames. “Se niegan a reparar y prevenir los daños a las comunidades y a la naturaleza”, denuncia la Alianza de Derechos Humanos.

El 25 de abril, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social convocó a la veeduría para vigilar las acciones para mitigar la erosión del río Coca. No hay mayor iniciativa para cuidar de las afectaciones y los afectados por los derrames de petróleo.

Los defensores que auspician a las comunidades amazónicas afectadas denuncian hostigamiento y amedrentamiento. El propio juez Oña interpuso una denuncia contra cinco abogados de la Alianza por los Derechos Humanos en Ecuador y contra Carlos Jipa, presidente de la FCUNAE.

Guillermo Lasso anunció la duplicación de la extracción petrolera y la intensificación de la frontera hidrocarburífera y minera. Este fue uno de los detonantes que mantuvo a Ecuador sumido en 18 días de paro nacional, liderado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y otras organizaciones del movimiento indígena. Las demandas continúan tratándose en las mesas de diálogo entre gobierno y movimiento indígena.

“Justicia que tarda no es justicia”, reclama Verónica Potes, una de las abogadas que representa el caso a nombre de los colectivos y organizaciones sociales y derechos humanos, que están “escandalizados por la absoluta inacción del Estado ecuatoriano”. Estos han interpuesto un recurso de acción extraordinaria de protección ante la Corte Constitucional del Ecuador y un recurso de revisión. Después de un año, “estamos esperando que los tramiten, que reciban el trámite debido”, señala Potes. 

En los próximos días, la Alianza hará público un tercer informe de impacto del derrame del 7 de abril del 2020. En este se destacan la presencia de restos de metales pesados en las comunidades afectadas y las afectaciones del proceso de erosión regresiva. En el recorrido de septiembre del 2020, se encontró níquel, plomo y vanadio, mientras que en el recorrido de noviembre del 2021, se encontró únicamente vanadio. El derrame del 7 de abril del 2020 todavía tiene a damnificados de la mayor catástrofe ambiental que se haya documentado y litigado en las cortes nacionales.

* El presente reportaje se realizó con el apoyo de DW Akademie, la Cooperación alemana-GIZ y UDLA, bajo el programa DesenreDatos, edición 2022 en Ecuador.

Publicado originalmente en Climate Tracking

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