Desde el inicio del cine documental, las mujeres ocuparon un espacio limitado, si bien el protagonismo lo tuvieron las soldaderas o rieleras de la Revolución Mexicana captadas por el lente de los hermanos Toscano, sus historias de logros en la lucha armada no fueron narradas, señaló Maricarmen de Lara al participar en la Jornada de Seminarios Virtuales La UAM rumbo al 50 aniversario.
La profesora de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) sostuvo que tras la caída del Porfiriato, se vislumbró la labor pionera de las hermanas veracruzanas Ehler, quienes se convirtieron en las primeras en reproducir imágenes en movimiento para reportajes, una de ellas se encargó del registro y la otra de la selección. Casi nada de su material visual se preservó en los archivos fílmicos.
Al dictar el Seminario Video, en la actividad organizada por la Universidad Autónoma Metropolitana, señaló que las imágenes documentales de la posrevolución nunca registraban las historias ni los activismos de las mujeres como actores sociales.
En México, la cinematografía hecha por mujeres se desarrolló con muy pocas exponentes y tardaron muchos años en entrar al terreno de la ficción; destaca el trabajo de dos precursoras Mimi Derba, en el filme mudo, y Adela Sequeyro, la primera en llevar a cabo una película sonora mexicana, quien fue directora, productora, guionista e incluso actriz.
La especialista explicó que otro personaje importante en esta esfera fue Elena Sánchez Valenzuela, fundadora de un archivo cinematográfico en el país y creadora de documentales. Matilde Landeta también logró consolidarse en esta industria y se abrió paso como continuista o anotadora en un ámbito dominado por los varones; las mujeres en general se desempeñaban como maquillistas y en vestuario, pero pocas veces se integraban al equipo técnico de filmación.
En la época de oro del cine mexicano, Landeta realizó tres cintas que abordaban temas sociales, incluidos el mestizaje, la Revolución Mexicana y la prostitución, con un enfoque que distaba mucho del masculino tradicional, en el que la mujer tiene un papel protagónico como agente de cambio y con liderazgo propio.
En 1975 se creó el colectivo Cine Mujer para generar contenidos con principios feministas, emancipadores y políticos que tratan asuntos sobre la corporalidad, las violencias y los derechos. La asociación emana en su mayoría de las escuelas de esta disciplina, por lo que empieza a haber más intervención en fotografía, edición o sonido, entre otras tareas.
En estos productos, las mujeres son ya sujetos de las historias y no objetos de las mismas. La pulsión femenina por narrar sus problemáticas ha enriquecido una industria alternativa e independiente. Hoy en día hay una gran producción fílmica hecha por este sector de la población, concluyó la cineasta y docente mexicana.
Publicado originalmente en la UAM