Soy del Distrito Federal, mi papá es de la Costa Chica de Guerrero y mi mamá es de Guanajuato. Soy de una familia de campesinos que se desplazaron a la Ciudad de México para buscarse la vida.
Me dedico a la danza y al teatro desde hace mucho tiempo, y en un momento tuve que decidir la vida. Fui rechazado de la educación institucional, pero terminé el nivel medio superior en la Preparatoria Popular Tacuba y acabé una carrera universitaria como oyente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Después de estudiar llegó el momento de decidir: o haces lo que te gusta o entras a las redes de explotación y te metes a las tristes relaciones de poder que te da una empresa. Entonces decidí, junto con Jorge Córdova, formar el grupo Rey Lagarto. Tenía en ese tiempo 25 años, y en ese momento pensé que me estaba enfrentando a la decisión de mi vida.
Comencé a intervenir culturalmente en la escena del Centro Histórico de la Ciudad de México participando en dos grupos, uno se llamaba Danza Lutor y el otro Rey Lagarto. Yo hacía danza y teatro, eso estudié. Nuestras intervenciones forman parte del rescate del espacio público en las plazas públicas y la calle, son un discurso de una sociedad consumida en la dinámica de la cotidianidad.
Mi personaje es el Oso Estrafalario. Al principio, hace muchos años, la gente nos insultaba y nos decía que nos fuéramos a trabajar; nosotros teníamos que demostrar profesionalismo, y no respondíamos, pues éramos estatuas. Cuando empecé éramos cuatro estatuas.
Mi personaje lo saqué del Rey Lagarto (Jim Morrison). Realizamos una obra que se llamó Sin aliento, que salió muy bien. Trataba sobre un mensajero cósmico, que atestiguaba la historia ancestral del universo con su sola presencia. Me gustó la idea de que con su sola presencia te cuenta una historia, y además si le tiras una moneda te da un mensaje cósmico, que puede ser un poema o una pieza de danza de imagen interior, que es el concepto que estamos manejando, un mensaje como este:
Orfeo, Jesucristo y Osiris dijeron: estalla en ti mismo y sigue. La serpiente y el árbol de hoja seca tan sabiamente nos dice somos eternos sólo muere nuestra piel. El ave Fénix sumergido en su flamígera hoguera nos dice, vivir o morir todo es vía.
Así es más o menos, combinamos todo, pensamientos profundos con danza.
Durante un tiempo hicimos teatro, pero es difícil hacerlo en plazas públicas como en el Zócalo de la Ciudad de México. Tiempo después, empezamos a hacer lo de las estatuas vivientes. No fuimos los únicos, pero sí los primeros en el corazón de esta ciudad. Esta actividad ya es vieja en Europa, es una actividad ancestral y nos gustó el concepto de la meditación en movimiento; y si nos dan una moneda hacemos un sketch, un mensaje, una poesía, eso nos da una particularidad.
Con el grupo del Rey Lagarto, nos dimos a la tarea de inventar personajes. En la calle lo que encuentras ahora son personajes como Bob Esponja y demás; respetamos estas estatuas y esas formas, pero creemos que eso no es arte.
También hubo intentos de desalojo, pero la gente ya nos reconocía y nos ayudaba cuando escuchaba los gritos y las razones de estar haciendo este tipo de arte. En el Centro Histórico, la permanencia nos la dio la gente. Nosotros recreamos, reinventamos y rescatamos el espacio público de la Ciudad de México.
El tiempo más difícil fue cuando estaba el Partido Revolucionario Institucional (PRI), eran verdaderos maleantes. Con la llamada camioneta, a los vendedores ambulantes les quitaban su mercancía y a las estatuas nos llevaban enteros. Nosotros gritábamos mucho y eso nos ayudaba a que se juntara la gente y nos defendiera.
Nuevamente a gritar para quedarnos en la calle
Mi lugar de trabajo es la calle 20 de noviembre enfrente del edificio de gobierno del Distrito Federal. Ya me han intentado quitar, pero mandé una carta a los responsables en esa área y me respetaron mi lugar de trabajo. Ahora, con Marcelo Ebrad, cambió todo, de nuevo las extorciones para que no te quiten y se empieza de nuevo a institucionalizar el robo y soborno.
Hace como cuatro años empezamos a escuchar rumores del rescate del Centro Histórico porque mucha gente estaba subempleada por líderes de vendedores ambulantes. Muchos artistas van al espacio público porque nadie les paga bien, muchos están saliendo a la calle, pero son presa de líderes corruptos. Las estatuas vivientes y la calle sirven para producir y compartir sentimientos, son obras humanas en sí mismas.
La crisis social creció, los vendedores ambulantes y la mafia también. En estos momentos el gobierno del Distrito Federal, levanta a todo mundo incluso a los que ellos mismos les dieron credencial, nos levanta y nos pide 200 pesos, cuando al día nosotros estamos ganando cerca de 150 pesos.
Cuando nos quitaron nuevamente, fuimos a pelar nuestro lugar de trabajo y nuestro espacio de libre expresión. Y tuvimos que gritar para ganarnos un espacio de nuevo por medio de una credencial.
Nosotros sabemos que no se puede impedir el libre paso de la gente cuando no sea para manifestar ideas, así reza la Constitución. Sin embargo, líderes como Alejandra Barrios toman la calle Madero de la Ciudad de México y agremian a las estatuas y demás personajes de las historias de la televisión, y comienzan a cobrarles, tengan credencial o no. Empieza de nuevo la extorción.
Existe un Fideicomiso en la Ciudad de México que ve estas cuestiones, pero no basta voluntad, necesitamos cosas efectivas. La Secretaría de Trabajo, nos dice que demandemos, que nos vayamos a lo jurídico, pero ellos ni siquiera consideran lo que hacemos como un trabajo.
El Centro Histórico se necesita recuperar, con arte se quita la solemnidad y con risa lo gris de la ciudad. Necesitamos de todos para el rescate de nuestras calles, debemos intervenir ante tanto dolor y miseria.
Publicado el 30 de diciembre de 2012