En Burkina Faso el uso de anticonceptivos entre mujeres es de 17 por ciento, lo que constituye uno de los índices más bajos del mundo.
La tasa de mortalidad materna en este país de África Occidental se encuentra entre las más altas de mundo. Y es que aquí la mayoría de las mujeres contrae matrimonio antes de los 19 años de edad, y casi la mitad de ellas ya ha sido madre.
Aunque la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Constitución de Burkina Faso establecen los mismos derechos humanos para las mujeres y los hombres, las niñas y los niños, en los hechos ellas sufren discriminación. En la mayoría de los casos, no pueden decidir libremente a quién amar, con quién tener relaciones íntimas, con quién casarse y si desean o no procrear.
Aunado a ello, las mujeres y niñas de Burkina Faso no pueden acceder a los anticonceptivos. Las causas son diversas: su coste, la falta de información, las distancias que deben recorrer para obtenerlos e, incluso, las actitudes de hombres y niños.
Quienes integran Amnistía Internacional recaban firmas para incidir en esta realidad. Y es que, señalan, “el acceso a la contracepción es fundamental para evitar embarazos involuntarios, reducir el número de abortos y hacer que las mujeres puedan elegir cuándo quedar embarazadas”.
La organización internacional insta a Michel Kafando, presidente de Burkina Faso, a acabar con las barreras a la contracepción, para que mujeres y niñas puedan disfrutar plenamente de sus derechos humanos: que los anticonceptivos sean gratuitos para todas las mujeres y niñas; que se mejore el acceso a la información y a los servicios de contracepción; que se les garantice el derecho a elegir cuándo tener hijos, cuántos desean tener, y si quieren ser o no madres.