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Empezar a ver el Río: Mariana Mastretta, directora del documental “Atoyac, agua que sueña”

Eliana Gilet

Este documental independiente presenta un recorrido sobre un río clave de la ciudad de Puebla, pero contaminado e ignorado hasta el hastío. Fue un grupo de vecinos el que llamó la atención de la joven realizadora, llamado ´Dale la cara al Atoyac´. Desde entonces no ha querido voltearse.

Mariana Mastretta tiene 23 años y siempre ha vivido junto al río Atoyac, que recorre buena parte de su ciudad natal, Puebla. Pero no fue sino hasta que un grupo de vecinos se atavió con trajes y tapabocas que les permitieran surcar el agua contaminada, que lo vio.

“Nunca fue algo importante, estaba detrás de mi casa y era como un ente medio invisible. Fue a partir de las acciones del movimiento del pueblo, que se llama ´Dale la cara al Atoyac ´que empecé a entrar en contacto con el río.”

Entonces, en 2010, Mariana estudiaba Comunicación en la Universidad de Puebla y empezaba a probar sus armas en el documental,  en la Sierra retrataba y tomada datos de los conflictos sociales:
“Empezaba la carrera de Comunicación cuando surgió un conflicto por una minera que llegó a hacer exploración del oro a la Sierra de Puebla. A partir de eso, del movimiento contra la minera, fue que hice un documental, ya que dentro de la comunicación, te permite hablar de temas que no están en otros lados».

La filmación de “Atoyac, agua que sueña” fue diferente a la anterior, ya que en este caso le tocó armar el equipo y organizar la cuestión: “Muchas personas ayudaron y la producción se fue haciendo en base a lo que se fue pudiendo. Buscaba algún amigo que me ayudara u a otro que me acompañara. No hubo un financiamiento grande, tampoco fue necesario, más bien fueron horas lo que costó.”

El documental estaba planeado par a que fuera una serie de testimonios de personas en el entorno del río, pero el trabajo se tornó más íntimo:
“Al decidir incluir mi voz para narrar la película, necesité hacer una investigación dentro de mí, escarbar en mis recuerdos sobre el río, en las emociones. Fue un descubrimiento y todo lo vi más claro al encontrar que esa relación existía. Creo que eso ayudó al documental porque la gente se ve reflejada a sí misma. Hay empatía cuando lo ven.”

El documental incluye las voces de 4 protagonistas, vecinos, que tienen una relación distinta con el agua, en un momento de crisis y de pelea por ese recurso vital. “El problema del agua es gravísimo en la ciudad de Puebla, en los lugares cercanos donde se siembra ya se riega con agua contaminada, hay muchos problemas de salud en la zona y también económicos que tienen que ver con las enfermedades del río. Pero eso es algo que no nos gusta ver.”

Mariana afirma que este trabajo es un primer acercamiento, una búsqueda de una forma de narrar, una exploración. El cortometraje está ahora procurando la entrada a festivales internacionales de cine, y fue exhibido esta semana en la Casa del Cine, de la Ciudad de México.

“En un primer momento no íbamos con el objetivo de hacer un llamado a que la gente se dé cuenta de que hay un río en Puebla, que está súper olvidado. Pero el primer paso para entender que hay un problema, es verlo”
En eso, el documental juega un papel clave para la comprensión más sencilla de más cantidad de gente de problemas complejos, o lejanos, o cercanos pero invisibles.

“El documental está en un auge en México y es algo que me gusta mucho, que disfruto. Hay buenos y malos y de distintas calidades pero es algo de muy fácil acceso y eso es una ventaja. Para la gente, es mucho más fácil entender un problema con un documental porque está abierta a verlo y sobre los temas más variados, además.”

Entonces, hay público y gracias  a México, hay temas.

“Vamos a seguir trabajando con el Río Atoyac. En el documental nos dedicamos a recorrer los puntos del río, desde donde nace hasta la Presa, Valsequillo y hasta dónde llega; de ahí sale un distrito de riego. Seguir el recorrido fue enriquecedor, porque identificamos muchos puntos de contaminación y también aprendimos sobre su capacidad para regenerarse solito, sólo necesita una mano. Es un tema muy grande, muy complejo y muy interesante. Queremos tratarlo porque creemos que el río se puede rescatar y para eso se necesita la conciencia ciudadana.”

Ahí es donde el documental puede aportar su granito de arena. Extrañar sobre lo que de cotidiano es invisible. “El río Atoyac atraviesa toda la ciudad de Puebla, pero la gente vive de espaldas.”

 

 

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