Emosido engañado

Silvia Adoue

Foto: Google Street View: una calle del municipio de Alcalá de Guadaíra, en Sevilla (2016).

Araraquara, 7 de abril de 2024

Me gusta leer lo que escribe Celina Rodríguez Molina[1], entre otros motivos, porque nos pone al borde de los asuntos que preocupan a la militancia extendida, enraizada en los territorios del conurbano y del feminismo. Una militancia desconfiada del sentido común. Cosas que aparecen muy indirectas den la prensa… inclusive en la prensa militante. Leyéndola, desde tan lejos, me entero de qué se conversa de verdad, y que termina siendo lo que mueve a las personas.

La pregunta de si procede la consigna “Milei, basura,/ vos sos la dictadura” lleva a penetrar en un sentido común que impregna no sólo las manifestaciones políticas, sino las canchas de fútbol y los recitales. Ese sentido común parece estar anclado en una memoria «buena» (lúcida) y también en una ilusión. Creo que la memoria lúcida puede ayudar a destruir una ilusión muy difundida: la de que el pasaje del gobierno por los militares al gobierno por los civiles acabó realmente con la dictadura.

Para las grandes mayorías, aquellas que fueron las más afectadas según Rodolfo Walsh en la Carta a la Junta[2], la dictadura fue continua. Por eso la Carta… permanece tan necesaria y actual. Pese a todo, inclusive pese a la represión que le terminó cobrando la vida, Walsh no se dejó impresionar: el verdadero objetivo de la dictadura, más allá de los discursos oficiales, pero también más allá de los discursos de los Montoneros, era allanar el camino para una nueva forma de dominación. Una nueva forma de dominación que realmente ganó forma durante los gobiernos de Carlos Menem. Los militares sólo «limpiaron el terreno». Por eso hay una continuidad de los gobiernos militares a los civiles.

El jolgorio embriagante vivido en el período del gobierno de Alfonsín primero y en el período de los Kirchner escamoteó esa continuidad de fondo. Por eso es tan importante la investigación sobre el papel de las empresas en la dictadura. No es tan fácil rastrear las fusiones, las transferencias y migraciones de capital. Sin embargo, podemos afirmar que los intereses beneficiados por la dictadura continuaron siendo beneficiados por los gobiernos civiles.  Las grandes mayorías de las que habla Walsh en la Carta… siempre tuvieron esa percepción… Sin ilusiones. El silencio de esas mayorías, su aparente «desgano», su falta de entusiasmo con los fuegos artificiales del progresismo, tienen que ver con eso.

Cuando se dice «Milei, basura, vos sos la dictadura» se hace una constatación, porque este régimen no hace ningún esfuerzo por ocultar su celebración del patrón de dominación propiciado por la dictadura. Es más, precisa (así como Jaír Bolsonaro en Brasil, Daniel Noboa en Ecuador, Nayib Bukele en El Salvador) que su sintonía con aquel período quede expuesta. Necesita «correr la cerca» de lo aceptable, acostumbrar a todos a la corrida de la cerca que había sido levantada con las palabras “nunca más”, a manera de un conjuro, en el fondo, una rogativa.

Lo que me pregunto es si no hay, tras la afirmación de que Milei es la dictadura, un malentendido. Aquel que exime a los otros gobiernos civiles de haber dado continuidad a la dominación instalada durante la dictadura, más allá de la judicialización de las luchas por la memoria, verdad y justicia. Justicia supone una reparación que no puede alcanzarse con los instrumentos del código penal. Las grandes mayorías que vieron sus vidas impactadas por el nuevo patrón de dominación anunciado por Walsh quedan fuera de ese esfuerzo de juntar los elementos probatorios y decir cuál es la reparación que exigen. Es la lógica del Estado (burgués) que se apropia de la lucha por la verdad… una verdad que no tenga consecuencias significativas para la estabilidad de las corporaciones.

Resumiendo: «Milei, basura,/ vos sos la dictadura» opone dictadura a democracia. Por un lado, la frase puede afirmar que eso que llamamos democracia, con sus elecciones, instituciones [dizque]republicanas, etc, no nos protege de lo que llamamos dictadura. Pero, por otro lado, puede presentar los gobiernos progresistas como la «verdadera democracia».

Esa ambigüedad de sentido torna la frase tan masiva, que cada cual puede darle un significado. Prefiero aquella pintada [con eso de la democracia…] “emosido engañado».


[1] Ver: https://contrahegemoniaweb.com.ar/2024/04/07/milei-es-la-dictadura/

[2] Ver: https://www.tiempoar.com.ar/ta_article/rodolfo-walsh-carta-junta-militar/

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