foto: Rubén Figueroa / Movimiento Migrante Mesoamericano
La presencia del presidente Enrique Peña Nieto para recibir en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México a los 135 deportados de EEUU es ejemplo evidente de la ausencia total de una Política Integral de Estado sobre el tema migración en México.
Las 135 personas fueron deportadas, procesadas y recibidas por agentes de migración. Unos eran del ICE, otros de la Secretaría de Gobernación. En ambos lados se verificó su nacionalidad, su condición de apátridas o indocumentados, pero no se tomó en cuenta su calidad humana. A muchos infantes se les dio visa para volver a México con sus padres. Luego, fueron trasladados, previa instrucción, a las centrales camioneras del Norte y la Tapo, para que retornaran a sus lugares de origen
Los mexicanos que volvieron deportados a México y que fueron recibidos por el presidente Enrique Peña Nieto escucharon con paciencia los mensajes de recepción pero nunca escucharon hablar de reintegración. Es decir, nadie les preguntó, nunca fueron escuchados, tampoco consultados.
No pudieron levantar sus demandas, ni sus reclamos sobre derechos adquiridos, confiscados; no pudieron recoger sus pertenencias. Ninguna autoridad les preguntó, no hubo mesas especiales para denunciar la violación de sus derechos humanos, como la ha sido la división familiar, la falta del debido proceso, la nula protección internacional, la discriminación, la esclavitud moderna a la que han sido sometidos.
En cambio, Enrique Peña Nieto les presumió haber liberado mil millones de pesos para fortalecer la Dirección de Protección en 50 Consulados de Estados Unidos para «defender» a los migrantes amenazados por Trump. Sin embargo, según el Banco de México, por consumo realizado en México con remesas enviadas del extranjero, la Secretaría de Hacienda recibe más de 5 mil millones de dólares por el concepto de IVA. Es decir, más de 100 mil millones de pesos. Esto significa que el presidente de México «generosamente se desprende del uno por ciento» para la defensa de los millones de connacionales amenazados con deportaciones masivas, repudiadas por todos, prohibidas en los tratados internacionales y por el conjunto de las naciones.
Por otro lado, conmueven los gestores oficiosos del Congreso de la Unión. Los que «pugnan» para que se garanticen los derechos plenos de los mexicanos que residen en el exterior. Entonces, la pregunta para ellos es: ¿Porqué hoy Sí, lo que ayer fue No?
Durante la creación de las reformas estructurales, las cuales fueron parte del Pacto por México, a los migrantes se les excluyó de sus derechos políticos al no permitir su participación en las consultas populares, tampoco en la elección de diputados y regidores, a pesar que la constitución no restringe esos derechos.
Esos mismos discursos libertarios excluyen e invisibilizan la presencia y los reclamos justos de las personas migrantes en tránsito por México provenientes de Centro y sur América; Cuba, Haití y África, quienes intentan el refugio preferentemente en EEUU o donde sea posible.
Por eso, predicar con el ejemplo incluye: no permitir el endurecimiento de la políticas de detección, detención y deportación, ni construir más centros para privar de su libertad a quien se mueve, transita o migra ejerciendo derechos universales.
Vayamos pues con los tiempos nuevos, con la migración global mil millones de seres humanos viven lejos de sus lugares de origen. La necesidad es legislar por ejemplo, sobre la supresión de visas en un planeta que está unido y sin fronteras, abonando la senda para configurar la llegada de formas de integración social y de una ciudadanía universal participativa, en la que la toma de decisiones sea horizontal, democrática.
Los que Ayer No y ahora Sí hablan sin tapujos del despojo del 1848. Antes, era políticamente incorrecto hablar de la sola mención del despojo. Hoy reconocen que, al menos el derecho positivo da cuenta de ese hecho histórico, aunque las asimetrías del poder y el derecho vigente digan lo contrario.
Sin embargo, a 170 años del despojo la vox populi dice: “En las raíces del pueblo en esos territorios despojados, está la historia de su resistencia”.
También el Che Guevara decía: “Seamos realistas, exijamos lo imposible”.