inteligenteo una Polaroid. Las tomas fotográficas duraban más que una conversación, ya que el paso de los transeúntes era tal que a cada rato había alguien insertado en la toma. Aún así, los corredores mordían su medalla entre sonrisas, como en las típicas tomas de los deportistas olímpicos.
Así, entre carpas instaladas en la plancha del Zócalo, de patrocinadores del maratón, programas de promoción del deporte, inflables, mantas con leyendas de ánimo y superación, también se encontraban los trabajadores del SME, que por la mañana tuvieron que mover su plantón a uno de los costados. De igual forma, las carpas de los bomberos en huelga, las cuales no se movieron, quedaron rodeadas por grandes tráileres con anuncios, que prácticamente ocultaban la protesta.
Parte de los paseantes dejaban monedas en sus botes de colectas, pero ni esto o la aglomeración, las vallas en las entradas del Metro para rodear las zonas de paso o los vendedores, parecieron mellar el ánimo. La música sonaba.
Los que sufrieron el maratón, fueron los automovilistas, ya que avenidas como Insurgentes, Reforma, Hidalgo y las inmediaciones del Centro fueron cerradas a la circulación, lo que ocasionó caos vial. Incluso, un automovilista resultó lesionado al tratar de evadir uno de los cierres e invadir el carril confinado del Metrobús, en la colonia Tabacalera, donde la unidad de trasporte público lo impactó.