Aunque la persona aparentemente se cure, el agente infeccioso persiste durante muchos años dentro del tejido nervioso.
El virus del SARS-CoV-2 afecta generalmente al sistema respiratorio, pero también altera a otros órganos: al sistema nervioso central y periférico, señaló Luis Delgado Reyes, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Cuando el virus se instala en el sistema nervioso deja graves consecuencias neurológicas como son: trastornos neuropsiquiátricos, trastornos cognitivos e incluso puede predisponer al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas que avanzan con los años.
Aproximadamente la cuarta parte de los pacientes que sufren de COVID-19, ya sea en forma moderada o grave, presentan alguna sintomatología neurológica. Entre más grave sea la situación las manifestaciones serán peores.
Una vez que el virus entra al sistema nervioso la posibilidad de eliminarlo es mucho más difícil. Con la experiencia de otros coronavirus, como son el SARS-CoV y el MERS-CoV, se ha observado que, aunque la persona aparentemente se cure, el agente infeccioso persiste durante muchos años dentro del tejido nervioso.
¿Cómo llega al organismo?
El virus del SARS-CoV-2 invade a las personas a través de su proteína llamada espiga al unirse con la enzima angiotensina 2 de las células humanas. Ésta se encuentra principalmente a nivel pulmonar, pero también se localiza en los vasos sanguíneos y en el sistema nervioso.
Afecta a los vasos sanguíneos ubicados a nivel gastrointestinal, también se localizan en el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) y sistema nervioso periférico (neuronas sensoriales).
El virus puede llegar al sistema nervioso por la vía sanguínea y puede invadir al sistema nervioso a través de las vías respiratorias donde se localiza el nervio del olfato. Por esta razón, las personas pierden el sentido del olor y gusto.
Otra vía de entrada es el nervio vago, que conecta al cerebro con el sistema respiratorio, controla la frecuencia respiratoria, cardíaca y la presión arterial, afectando el centro respiratorio del sistema nervioso. Cuando un paciente no tiene problema pulmonar, pero padece de insuficiencia ventilatoria, es porque el virus invadió el nervio vago y ocasiona dificultad para respirar.
En el sistema nervioso provoca encefalitis y causa desde pequeñas hemorragias en el tejido nervioso del cerebro hasta daños en las neuronas, añadió el académico universitario.
También causa meningitis, una inflamación de las tres membranas (meninges) que recubren el cerebro y la médula espinal. Sufren dolor de cabeza y cuello, fiebre e incluso podrían llegar al estado de coma y provocar la muerte.
Otra manifestación del virus es la encefalomielitis, que provoca inflamación, donde el paciente tiene trastornos de movimiento en los ojos, pérdida de equilibrio, estado de alerta permanente y sufre de temblores.
Al alojarse en la médula espinal se inflama y causa mielitis. En consecuencia, el paciente podría sufrir del síndrome Guillain-Barré, que paraliza las piernas y brazos e incluso los músculos de los pulmones, provocando un paro respiratorio. Por eso son apoyados con ventiladores.
También pueden sufrir de una variante que es el síndrome de Miller Fisher: causa parálisis de los músculos de los ojos, pérdida de los reflejos musculares y coordinación.
En algunos casos, de forma secundaria se dan trastornos neuro-psiquiátricos y el afectado sufre de cambios de conducta, irritabilidad, depresión y dejan de sentir gusto por cosas que antes les agradaban.
Sufren de trastornos cognitivos, donde pierden la capacidad retentiva y padecen falta de atención en sus actividades cotidianas o en los aspectos laborales.
Una vez que el virus ha invadido el sistema inmunológico se ha asociado con otras enfermedades neurodegenerativas que tienen la característica de avanzar con el transcurso de los años como son esclerosis múltiple, mal de Parkinson e incluso Alzheimer.
“Actualmente sería aventurado confirmar estas consecuencias, porque debemos esperar para observar la evolución de los pacientes a través de los años, pero los científicos siguen investigando sobre esta enfermedad”, enfatizó el profesor universitario.
Cuando afecta a los vasos sanguíneos del cerebro provoca enfermedades vasculares cerebrales, ya sea porque se tapó una arteria o sufrió de una hemorragia cerebral.
En el caso de jóvenes afectados sin complicaciones previas que fallecieron, seguramente se debió a que el virus había invadido el sistema nervioso central y periférico. “De pronto se les paralizó la mitad del cuerpo o se les había obstruido una arteria importante para la irrigación del cerebro y tenían trombosis o coágulos”.
¿Qué hacer?
Para saber si el virus ha llegado al cerebro, se puede realizar una resonancia magnética, donde se observaría un proceso inflamatorio del sistema nervioso.
Cuando el virus se aloja en el sistema nervioso es imposible atacarlo. De hecho, en la fase aguda los anti-virales han demostrado una eficacia muy pequeña y los científicos se han enfocado sobre todo en la investigación de vacunas. “Es adecuado pero lo ideal sería también encontrar un medicamento que pudiera atacar al virus”.
Mientras no exista un tratamiento efectivo antiviral, será difícil evitar que el virus invada el sistema nervioso. Sin embargo, en el futuro se espera encontrar un medicamento que funcione, concluyó.
Este material se comparte con autorización de UNAM Global