El viaje, la cannabis y la historia

Jesús Eduardo Vázquez Torres

Foto: Getty images

El recorrido de una de las plantas psicoactivas más populares a través de la historia puede iniciar al momento de prender un encendedor, o tal vez, mucho, mucho tiempo atrás.

El viaje inicia cuando la rueda dentada es presionada y, a la vez, girada por el pulgar. Un movimiento de rotación violento que, al contacto con la piedra, genera una chispa lo suficientemente fuerte para hacer combustión con el aire y con la mecha empapada de butano. El resultado es una flama azul coronada con un pequeño y fantasmal brillo amarillo.

Aunque pensándolo bien, el viaje inició hace aproximadamente 5 mil años, cuando el emperador chino Shen Nung tomaba un té de hierbas que, además de revertir los malestares de la gota y la malaria, servía para mantener controlados los malestares de la mente. O en la India, cuando la ganjika era utilizada de diversas formas y se le reconocían sus poderes mágicos y propiedades curativas. En los Vedas -los textos fundamentales del hinduismo-, los habitantes del valle del Indo reconocían al soma no sólo como una planta alucinógena, sino como un dios y, al mismo tiempo, una bebida que consumían, redundantemente, dioses como Indra y Agní. Los hindús aspiraban, literal y figurativamente, para alcanzar un grado de divinidad.

La mano izquierda o derecha -según sea el caso- lleva el Zippo cerca de la otra, que tiene tomada firmemente entre los dedos un gallo, un churro, un toque, un chubi, un porro, un Marley, un canuto en España, un caño en Argentina, un huiro en Perú, un joint según los gringos, una canna en Italia. En el trayecto, la flama se mueve delicadamente y la boca está lista para empezar a jalar aire.

En oriente medio, los egipcios, presuntamente, le dedicaron una diosa: Seshat. Los asirios que habitaban el norte de Mesopotamia le llamaban qunubu y sus chamanes quemaban las hojas para entrar en estados profundos de trance, siempre en una estrecha relación con los ritos religiosos, como los ritos judaicos primitivos en los que se usaba su aceite para llevar a cabo la santa unción.

La mezcla de propano y oxígeno hace contacto con el papel de arroz enrollado y lo empieza a quemar. La energía de la combustión es suficiente para generar cenizas y humo. El papel de arroz alcanza finalmente los primeros tricomas dentro del porro, llenos de resina cargada de cannabinoides como THC y CBD que, una vez cristalizada, se pulveriza junto con el resto del cogollo. Esta resina, mezclada con las demás partes de la planta, es la gasolina principal del viaje.

El acto de separar esta resina de las demás partes de la planta dio origen al hachís que, a su vez, sirvió para dar nombre a los ḥaššāšīn, “los adictos al hachís”; una secta militar chiita que se especializaba en asesinar a personajes políticos y militares de mucha importancia. Era la época de las cruzadas para rescatar Tierra Santa de los infieles árabes.

Juro que vi eso en un videojuego.

Siglos antes de las cruzadas, en los territorios de Grecia, tan cercanos a los terrenos de los faraones o de los asirios, las fibras del cáñamo servían para fabricar telas para vestir y cuerdas para navegar. Más allá de eso, su uso psicoactivo quedaba eclipsado por la popularidad del vino y la mandrágora. Sin embargo, el mito de Glauco menciona que el héroe griego consumió una “hierba maravillosa” con forma de palma. En Roma, tiempo después, Plinio el viejo documentaría a detalle los usos medicinales de la planta en su Historia Naturalis.

Los pulmones jalan aire con dos fines. Absorber el humo y continuar la combustión del porro. La punta del cigarro se enciende en colores rojizos mientras los labios dejan escapar pequeñas motas de humo que es expulsado. Los cannabinoides ingresan al cuerpo a través de los pulmones y hacen su propio viaje a través del torrente sanguíneo y llegan hasta el cerebro, en donde se adhiere a los receptores de las células nerviosas y comienza a modificar la actividad del órgano. “Houston, estamos preparados para el despegue”. Una última jalada profunda que provoca que el humo recorra rápidamente el aparato respiratorio y, como producto, la boca produce una enorme bocanada de humo que sale disparada. La nube se dispersa entre el aire de la habitación, después de que bronquios, bronquiolos y alvéolos recibieran todas las sustancias químicas. Mientras tanto, las manos colocan lentamente sus cargas: el Zippo en la mesa y el gallito en el cenicero.

En la Edad Media, la planta fue cultivada principalmente para la fabricación de textiles. El rey del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlomagno, proclamó la primera ley para regular el cáñamo, obligando a la población a sembrarla para obtener el beneficio de sus fibras. El catolicismo reinante en el mundo occidental del medioevo prohibió la utilización de los cogollos para obtener experiencias psicodélicas. Era el mundo oriental el que mantenía su uso a través del tiempo.

Los primeros rasgueos de Space Oddity comienzan a escucharse en las bocinas y el tiempo, o al menos el sentido de, es el primero en transformarse. El tic tac del reloj comienza a sincopar y a agregar silencios a su ritmo otrora monótono. Los párpados empiezan a ser demasiado pesados para tenerlos completamente abiertos y las extremidades del cuerpo comienzan a sentirse ligeros.

And I’m floating in the most peculiar way, and the stars look very different today– canta Bowie describiendo las mismas sensaciones y su voz parece recorrer todos los espacios de la habitación.

En 1492, llega a América junto con los primeros europeos en pisar este nuevo territorio. En los ocho siglos en que los musulmanes ocuparon el territorio de la península ibérica no sólo dejaron su huella en el mundo occidental a través de innumerables herencias tales como el ajedrez, la arquitectura y los aportes lingüísticos al español. Tiempo después de que se culminara la reconquista del territorio español con la victoria de la Guerra de Granada, Los reyes católicos aceptaron el proyecto de Colón para encontrar nuevas rutas al oriente. Los galeones españoles transportaban sus semillas para la fabricación de textiles al nuevo continente, aunque la misma tradición morisca también dejó como herencia su uso medicinal y psicoactivo. Los habitantes del nuevo continente no eran lejanos a las hierbas, raíces y plantas que alteraban los estados de conciencia tales como el peyote, el tabaco, los hongos y el toloache.

El sentido del oído capta miles de sonidos diferentes conforme pasan las canciones mientras los ojos se cierran para concentrar los demás sentidos. En algún momento del viaje, las armonías se pueden sentir en la piel que se eriza instantáneamente. Al abrir los ojos, Ziggy Stardust sigue repitiendo:

The sun machine is coming down- y su voz es acompañada de un coro.

Como si la voz de Bowie fuera la de un profeta, la luz que entra por la ventana se atenúa mientras las esquinas de la habitación se oscurecen lentamente.

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Su uso en Norteamérica, primordialmente textil, también abarcaba el área medicinal. Los jesuitas la llevaron al norte de México para difundir su uso terapéutico y, en 1712, Juan de Esteyneffer, miembro de esa orden, describió en su Florilegio medicinal de todas las enfermedades el uso de las semillas en agua de arroz para combatir la gonorrea. A mediados del siglo XIX, los periódicos anunciaban por toda América la venta de los cigarros indios producidos por Grimault y Cía. a partir de la Cannabis Índica. El cigarro en cuestión prometía curar problemas respiratorios como el asma y la ronquera, las neuralgias faciales el insomnio y la tisis. En algún momento hacia finales del mismo siglo, se hizo más corriente el uso de la palabra marihuana para nombrar a la planta.

El origen de la palabra varía de fuente en fuente; mientras algunas aluden a la popularidad que tenían los nombres María y Juana al momento de nombrar yerberas y curanderas, otras fuentes indican que la raíz del nombre proviene del náhuatl Malli que bien puede ser prisionero o hierba para tejer. A inicios del siglo XX, las tropas villistas reproducen y extienden la letra modificada de una canción de orígenes españoles que habla de una cucaracha que ya no puede caminar porque no tiene marihuana para fumar. La cucaracha en cuestión era el villano de la nación en esos momentos: Victoriano Huerta.

Los cannabinoides que siguen trabajando en el cerebro empiezan a modificar las señales enviadas al estómago. Un hambre voraz despierta en las entrañas y, por su parte, los sentidos siguen buscando experimentar con olores y sabores que sólo pueden obtenerse a partir de un asalto rapaz al refrigerador o a la alacena. Cada mordida al monchis preferido es captada por el gusto de manera peculiar, el sabor recorre todas las glándulas gustativas de la lengua. Mientras, el olfato logra distinguir nuevos aromas y los que ya reconoce hacen que la mente vuelva a viajar.

El último siglo del milenio recibía hostilmente a la planta y, a partir de la campaña política y propagandística que propició Harry J. Anslinger y su Buró Federal de Narcóticos, misma que en el fondo buscaba privilegiar los intereses de compañías tabacaleras y madereras, así como una ideología racista y xenófoba contra las minorías mexicanas y negras, la producción de cáñamo se comenzó a prohibir en territorio mexicano con leyes como “Las disposiciones sobre el cultivo y comercio de productos que degeneran la raza” de 1920 que, influenciada por el mismo Anslinger, contenía un tufo eugenésico.

Hay que tener cuidado con el mal viaje o lo que algunos llaman la pálida que, si bien no hay una respuesta certera acerca de su origen, puede ser resultado o de un exceso de cannabinoides en el cuerpo, o del resultado de exponerse a situaciones que provoquen malestares emocionales o fisiológicos, tales como lo que actualmente ocurre a consecuencia de la información contenida en estos párrafos. Controlar sentimientos de enojo, decepción o intranquilidad pueden ayudar a continuar con el viaje de la mejor forma.

Los intentos posteriores por parte de políticos y conocedores en el tema, especialmente el presentado por el gobierno de Lázaro Cárdenas, fueron suprimidos por las condenas y amenazas por parte del gobierno estadounidense y muchas naciones comenzaron a crear legislaciones con el mismo fin. En México, la única iniciativa para descriminalizar el consumo de cannabis no apareció sino hasta la segunda década del siglo XXI, después de que el continente fuera testigo de los actos vehementes de los cárteles de la droga, que se beneficiaban de la ilegalidad del cannabis, y de muchas sustancias más para obtener poder económico, político y social.

Finalmente, y con el paso -irregular- del tiempo, el monchis y el metabolismo, el viaje llega a su fin. El cuerpo vuelve a tomar control de su motricidad, el tiempo corre como antes y la atención es cada vez menos dispersa. Pero la noche es larga y aún hay más discos de Bowie por escuchar (o cualquier artista de su predilección). El Zippo vuelve a una mano y el porro a la otra. De nuevo el pulgar se coloca sobre la rueda dentada y los pulmones se alistan para recibir de nuevo otra tanda de cannabinoides. Movimiento de rotación que raspa la piedra. La chispa. La mecha con butano. El fuego. Prendo el encendedor y lo acerco a la bacha.

El fuego.
¿O el viaje inició cuando los homínidos descubrieron el fuego?

Ciudad de México, 26 de abril de 2021

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