El Tren Maya y el posible segundo gran proyecto de Luis Echeverría

Abelardo Rodríguez

Foto: Maya Goded / Hablan los Pueblos

A pesar de los proyectos de desarrollo –desde la colonización de las extensas tierras de los estados de Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Yucatán durante el sexenio del presidente Luis Echeverría (1970-6), a través del Programa Nacional de Desmontes para transformar el “monte tropical inactivo” en pastizales para la producción de carne y también para catapultar la Riviera Maya como un gran proyecto inmobiliario y turístico— es debatible si el bienestar de la mayoría de la población ha mejorado. Las comunidades originarias y los ejidos derivados de la Revolución de 1910 han perdido o fragmentado sus tierras. La desigualdad en la tierra de uso agrícola se ha incrementado entre 1991 y 2007, como resultado de las modificaciones al Artículo 27 de la Constitución en 1992 (Escobar, 2016[1]), con un alto grado de migración al exterior y/o al desplazamiento involuntario por violencia, derechos humanos erosionados en las poblaciones locales o sus defensores.

A la par con los proyectos de desarrollo, vastas extensiones de paisajes se han transformado en asentamientos o pueblos con nulo o limitados servicios básicos como el agua potable y saneamiento, con elevadas tasas de deforestación y las prácticas indígenas agroecológicas se han reemplazado con agroecosistemas modernos, menos biodiversos y más productivos. El Proyecto Tren Maya (PTM), 1500 km de línea férrea y 17 estaciones, en los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán es ejecutado por el Fondo Nacional para Fomento del Turismo (FONATUR), quien sostiene que el proyecto involucra un proceso de ordenamiento territorial y un medio de transporte que busca mejorar la calidad de vida y perfeccionar o incorporar servicios de infraestructura básicos en los cinco estados.

Exhortar a los campesinos a vender sus tierras para dar paso al tren o bien, vender sus tierras para que se realicen los polos de desarrollo en los cuales los campesinos tienen nichos muy limitados ya que estos polos de desarrollo se consolidarán como centros de desarrollo y apoyo a las estaciones del tren a través de comercios, y servicios para los nuevos habitantes de los polos de desarrollo. Vender la tierra significa abandonar el manejo agroecológico de las milpas que todavía subsisten, el manejo integral del monte y de su fauna silvestre. Sin tierras, el campesino no tiene otra opción que vender su fuerza de trabajo a los diversos negocios de los cuales el campesino no es el emprendedor sino más bien el empleado, seguramente con salario mínimo y dudosas prestaciones sociales. El campesino pasaría de ser un manejador de recursos naturales en su contexto a un proletario en el contexto del PTM. ¿Es la proletarización de la población campesina la mejor alternativa para el desarrollo humano? ¿No es suficiente la evidencia de desigualdad y procesos de despojo territorial que se asocia al esquema de desarrollo “turístico del Caribe mexicano” que añoraba el expresidente Luis Echeverría?

La miamización de Cancún (Uribe, 2012)[2] y la posibilidad de que Calakmul se convierta en una escenografía estilo Holiwoodense, así como las haciendas-hotel de lujo del Yucatán profundo que hacen sentir al turista lo que sería un viaje retro al neoliberalismo económico del porfiriato parecen ser las características del PTM. El turismo avasallador no promueve el entendimiento cultural, sino que el turista se sienta satisfecho con los servicios brindados por una cultura, ya no tradicional maya, sino una cultura sumisa y monetizada, proletaria. FONATUR, como el caballo de Troya presidencial, no se ha tomado la molestia de informar cómo se diferencia el PTM del desarrollo de Cancún, la Riviera Maya y la Costa Maya durante los últimos 50 años. Más bien, al contrario, FONATUR parece seguir los pasos de la miamización de las costas y tierra adentro, una realidad virtual de algunos de los cuadrantes temáticos de Walt Disney (naturaleza, fantasía, viejo oeste y aventura).

FONATUR también menciona que el TM incluye un “ordenamiento territorial”, metodología usada por el gobierno desde los 90 (Instituto Nacional de Ecología, 2000)[3], sin embargo, FONATUR, ha puesto a la metodología en un altar para el nuevo estilo de desarrollo del capital e inmobiliario, una metodología con 25 años de aplicación pero que ahora explorará nuevos territorios a lo largo de las vías del tren, y seguramente “ordenará o elaborará mapas” de la descampenización y proletarización de sus pobladores en los remanentes de estructuras ejidales o comunitarias. El PTM pudo haber sido una gran oportunidad de utilizar la Evaluación Ambiental Estratégica, herramienta metodológica que, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales no ha podido aplicar sistemáticamente, desde 2006, a proyectos de gran calado como el PTM. Se perdió la oportunidad puesto que el presidencialismo mexicano no confía en la transferencia de proyectos más allá de un sexenio, se les teme a los procesos sistemáticos de larga duración. Troya se conquista o se pierde en seis años, todo lo demás es intranscendental.

La propuesta presidencial para modificar el Artículo 2 de la Constitución no solamente llega tarde al Sursureste de México, sino que seguramente, como muchas otras leyes, son letras muertas al carecer de un sistema judicial efectivo a todos los niveles. Las consultas indígenas amañadas de noviembre de 2019 (ni previas, ni informadas en las leguas necesarias, no inclusivas y sin libertad) con sus resultados constituyen el basamento de un plan impuesto desde Palacio Nacional, sin proyecto ejecutivo. Nos dice FONATUR que se ha excedido su presupuesto original, claro “es un proyecto muy complejo”.

Uribe (2012, p. 263) menciona que “…uno de los resultados inmediatos más graves [de la virtualización del paisaje] es la jerarquización de zonas y áreas en una ya evidente segregación social espacial que era desconocida en la zona y en el país en tiempos anteriores. Al mismo tiempo las características ambientales y culturales que eran dominantes todavía a principios de los años 70, se han convertido en hechos escasos y reducidos generando una situación esquizofrénica donde, si la atracción principal de la región eran sus condiciones abiertas exteriores, ahora turistas y población local se vuelcan al disfrute tanto de los bienes naturales como de los culturales en espacios reducidos en un minimalismo vital antes desconocido en la región.”

Cuando FONATUR anuncia que se han descubierto miles de objetos enterrados a lo largo de las vías del tren, esperemos que no cosifiquen los objetos para crear escenarios virtuales como en Xcaret o se reduzcan los significados ancestrales, “…los lugares del misterio, los santuarios de lo desconocido que habían sido abandonados por los pueblos antiguos y ocultados y destruidos por la nueva civilización europea y mestiza local, se convierten en simulacros reformulados y controlados. Y no están rodeados de naturaleza incontrolada y pueblos tradicionales de cultura intacta sino de selvas [acahuales], petenes, praderas y pantanos destruidos, campos agrícolas abandonados y pueblos empobrecidos en plena diáspora.” (Uribe, op. cit. p. 263).

FONATUR, como ejecutante del mando presidencial sub-contrata al ejército –pueblo uniformado, sabio y honesto, según el lema presidencial— para construir las vías del tren a lo largo de la costa del Caribe y también para construir el tramo entre Bacalar y Escárcega, pasando por Xpuji, el lugar más cercano a Calakmul, la joya de la corona arqueológica, en donde el El Consejo Regional Indígena y Popular ha mostrado su rechazo al PTM. Esperemos que no ocurran enfrentamientos entre pueblos originarios y el ejército. Cuando las comunidades de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch Xíinbal dicen, fuerte y claro, que la tierra ni se vende ni se renta ante el avasallante PTM, es evidente que desean agarrar la vida, y sus percepciones ni religiosas ni políticas, reclamando un proyecto colectivo sin pobreza y sin desbandada.

Si Luis Echeverría pudiera comentar este texto, posiblemente diría —han pasado 50 años y se desgarran las vestiduras para repetir lo mismo en una extensión mayor– los propósitos son los mismos.

*Rlabelardo@gmail.com

Mérida, Yucatán, 21 de septiembre 2021

[1] Escobar, G. 2016. Estructura y tenencia de la tierra agrícola in América Latina y el Caribe. Perspectivas, Foundation Friedrich Ebert Stiftung. https://n9.cl/196fj [2] Uribe, R. Paisaje, Narrativas y Experiencia: La Virtualización del Paisaje Maya, Estudios de Cultura Maya, vol. XL, 2012, pp. 227-265, Centro de Estudios Mayas, Distrito Federal, México. [3] El Ordenamiento Ecológico del Territorio, Logros y retos para el desarrollo sustentable 1995-2000. Instituto Nacional de Ecología, Dirección General de Ordenamiento Ecológico e Impacto Ambiental. México, D.F.

Publicado originalmente en Asamblea de Defensores del Territorio Maya, Múuch’ Xíinbal

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