Foto: La mezquita de Al-Aqsa, en Jerusalén, es el tercer lugar sagrado del Islam. (Álvaro Minguito)
El lunes 11 de marzo ha dado comienzo en Ramadán, tradicional celebración de los musulmanes de todo el mundo, marcado en este año por la campaña de exterminio que desde el 7 de octubre está asolando el territorio palestino de Gaza. En Jerusalén, el ejército y la israelí se ha desplegado para impedir el acceso a la mezquita de Al-Aqsa, donde desde el domingo se han producido enfrentamientos para impedir a los fieles rezar la primera oración Tarawij del mes de Ramadán, en el tercer lugar sagrado de la religión islámica.
Más al sur, en Gaza, continúa la campaña y los aviones israelíes siguen bombardeando ese territorio. A lo largo de la jornada del lunes se han alcanzado varios edificios en Khan Younis, en el sur de Gaza, así como en Rafah, donde sobrevive la mayoría de la población gazatí desplazada. 31.112 personas han muerto en Gaza desde el comienzo de la campaña israelí y 72.760 han resultado heridas.
La escasez de la ayuda humanitaria, mientras tanto, sigue marcando el presente de los centenares de miles de personas que permanecen en Gaza. El lunes se supo que el barco español Open Arms, que carga con 200 toneladas de comida, seguirá un día más en el puerto de Chipre, de donde no ha podido salir por dificultades técnicas.
Mientras, las reconvenciones de Joe Biden a su socio Benjamin Netanyahu siguen sin tener efectos visibles en el transcurso de la campaña israelí. El lunes, el primer ministro israelí anunció que se había “acabado” con el número cuatro de Hamás y que no se detendrán hasta acabar con la organización que gobierna Gaza. “Estamos en camino a la victoria total. En el camino hacia esta victoria, ya eliminamos al número cuatro de Hamás. Tres, dos y uno están en camino. Son todos hombres muertos, los alcanzaremos a todos”, dijo el primer ministro, que se encuentra en el foco de las críticas por parte de las familias de los rehenes —que le acusan de no hacer lo suficiente para liberarlos— y de gran parte de la sociedad civil, que este sábado se manifestó en contra de su Gobierno, al que acusa de corrupción.
Pero en la sociedad israelí pocas voces abogan clara e inequívocamente porque la crisis política desemboque en un alto el fuego y en un punto y final a la política de apartheid. Hay excepciones, el lunes una docena de organizaciones israelíes de derechos humanos firmó una carta condenando al gobierno de su país por seguir obstruyendo la entrega de ayuda humanitaria que impuso el Tribunal Internacional de Justicia el pasado 26 de enero.
La Asociación por los Derechos Civiles en Israel o Breaking The Silence son algunas de estas organizaciones, que han pedido “un alto el fuego inmediato, que debe incluir el regreso de los rehenes. Instamos al gobierno israelí a cumplir con la orden del TIJ e implementar las medidas provisionales de la corte, que son esenciales para mitigar y superar la catástrofe humanitaria en Gaza”.
Un informe publicado la semana pasada por la ONG Refugees International ha establecido que “si bien Israel ha permitido un flujo muy limitado de ayuda para entrar en el territorio, esto debe evaluarse en el contexto pleno de un patrón claro de obstrucción de los envíos de ayuda a Gaza y su conducción de operaciones militares que sistemáticamente obstruyen la acción humanitaria eficaz dentro de Gaza”.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA) ya ha advertido de que el mes santo musulmán este año va a estar marcado por el “hambre extrema”.
Este material se comparte con autorización de El Salto