En casi 30 años de existencia, este premio ha sido otorgado a nueve poetas y solamente hoy se le ha concedido a un vate nacido en estos valles y llanuras, en estos lugares empapados en lágrimas y sangre que son México, destacó David Huerta quien fue distinguido con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances.
Huerta rindió homenaje a grandes demiurgos de la poesía: Nicanor Parra (Chile), Cintio Vitier y Eliseo Diego (Cuba), Olga Orozco y Juan Gelman (Argentina), Tomás Segovia (España), Rafael Cadenas (Venezuela), Yves Bonnefoy (Francia) e Ida Vitale (Uruguay). “Veo esa lista y me entran deseos de salir corriendo”.
“¿Puedo recibir este premio? Como dijera Borges, mi vanidad y mi nostalgia han armado una escena imposible. Los nueve poetas parecen asentir, con un gesto leve, no sé si con desgano o resignación”.
Huerta aseguró que atacar la poesía es agredir a la mente humana. “La inteligencia, la imaginación, la capacidad de discernimiento, las fuerzas de la crítica y el juicio. Un gran bardo inglés, Shelley, decía que sus colegas, los poetas, son los legisladores no reconocidos del mundo”.
Indicó que “el poema está ahí, donde ellos estén (los seres humanos), ese poema inmenso será animado, trabajado continuamente por la difícil, peligrosa, exigente y gozosa tarea del pensamiento exaltado en la fluidez irradiante de las ideas. El poema es de una diversidad vertiginosa, el opuesto perfecto del obtuso, lerdo y estéril monólogo del poder”.
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