El poder comunitario en la defensa del territorio y el agua en Puebla

Bia’ni Madsa’ Juárez López y Sócrates Vásquez

Los territorios Indígenas del mundo se encuentran amenazados por distintos proyectos extractivos que atentan contra sus formas de vida y organización, y México no es la excepción, proyectos mineros, hidroeléctricos, eólicos, entre otros, tienen a las comunidades Indígenas en procesos de resistencia constante. En este artículo les compartimos dos experiencias de resistencia en donde la lucha colectiva ha tenido importantes logros en la protección de territorios Indígenas y recursos naturales, ambos del estado de Puebla.

La Sierra Negra, una región rica en recursos naturales, es el hogar de pueblos Nahuas y Mazatecos, aquí se planea implementar el sistema hidroeléctrico Coyolapa-Atzalan compuesta por tres hidroeléctricas que producirán energía eléctrica para la Minera Autlán. El proyecto está pensado para establecerse en territorio de tres municipios Indígenas Nahua: Zoquitlán, Coyomeapan y Tlacotepec de Porfirio Díaz y contempla instalar presas en 7 kilómetros de los cauces de los ríos Atzalan, Huitzilatl y Coyolapa. La energía generada pretende abastecer a la minera Autlán dedicada a producir manganeso y ferroaleaciones.
 

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En este contexto de implementación de proyectos de despojo, sin el consentimiento previo, libre e informado, nacen dos proyectos radiofónicos comunitarios que han servido como principales herramientas de difusión y organización para la defensa del territorio, incluyendo información sobre el consentimiento previo, libre e informado a las comunidades impactadas localmente. En 2016 un grupo de jóvenes de Zoquitlán instalaron Radio Tlacuache. Sus principales objetivos son la recuperación de prácticas ancestrales de organización en su comunidad, tales como la faena y la asamblea; el uso del náhuatl en su programación y la protección del agua. Desde su nacimiento, la radio ha sufrido varias agresiones originando que un miembro de su equipo cuente actualmente con medidas cautelares por amenazas recibidas en represalia a su labor de comunicador. La comunidad ha usado la radio como herramienta importante para concientizar, organizar y defender el territorio. Este es un un espacio para que los jóvenes y mujeres aprendan, que sus voces se escuchen y aporten sus ideas para la defensa de su pueblo.



La radio Tlayoli nace en el mismo contexto, también en 2016, en la comunidad Nahua La Cumbre, con la finalidad de informar a las comunidades sobre las amenazas a su territorio por parte de las empresas mineras y la hidroeléctrica. A una semana de su inauguración, la radio fue atacada por personas con armas de fuego, dejando a uno de sus integrantes herido de bala y la radio desmantelada. En esta radio participan hombres y mujeres en la operación y programación de la radio hablando en su lengua materna. Mantener estas radios protegidas y en funcionamiento en un contexto donde la violencia del crimen organizado y la política se entrelazan, ha implicado mucho trabajo. La operación de estas radios depende totalmente del trabajo colectivo comunitario de sus aliados que no reciben alguna remuneración económica. Varias organizaciones han acompañado el proceso, una de ellas es el Movimiento Agrario Indígena Zapatista (MAIZ), organización que trabaja por la defensa de los derechos Indígenas, de los derechos humanos, territorios, derechos lingüísticos, defensa de otros territorios y proyectos productivos y campesinos. 
 

El 23 de agosto de 2018 el activista y defensor de la tierra, Sergio Rivera Hernández, joven Nahua de 31 años y originario de la sierra Negra, desapareció mientras defendía a su comunidad del proyecto hidroeléctrico. A pesar de que tres posibles autores materiales e intelectuales de la desaparición forzada fueron detenidos, el 15 de septiembre de 2020 un juez concedió su libertad a dos años de haberlos procesado. La petición por el esclarecimiento de su desaparición no cesa y como parte de las múltiples actividades que sus compañeros han realizado, en diciembre de 2020 junto con las comunidades y autoridades estatales realizaron la segunda búsqueda de restos en la zona en que fue visto por última vez, sin tener éxito. 
 

A pesar de todos los golpes recibidos, el movimiento ha tenido logros gracias al trabajo de muchas personas, comunidades y organizaciones involucradas. Las comunidades han formado comités de agua que se encargan no solo de defender el río contra la hidroeléctrica, sino de protegerlo de la contaminación. En 2016 personas de diversas comunidades de la zona evitaron que se realizara una Consulta que no cumplía con los protocolos adecuados, logrando así la suspensión provisional contra el proyecto hidroeléctrico. Sin embargo, falta mucho por pelear aún, ya que el proyecto no se ha cancelado en su totalidad y sigue siendo una amenaza para la vida, las comunidades y el medio ambiente.


A unas 4 horas al este de la zona boscosa y fría de la Sierra Negra, en el mismo estado de Puebla, se encuentra la zona semiárida declarada como “Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán” por su importante y única riqueza natural. En esta amplia zona habitada por pueblos Mixtecos, Cuicatecos, Ixcatecos, Nahuas, Chocholtecos, Popolocas, Chinantecos, y Mazatecos, las autoridades federales otorgaron una concesión de 1,536 hectáreas por 50 años a la Minera Sumex, empresa mexicana con acciones alemanas, para la extracción de arcilla y silicio mediante bancos a cielo abierto. Ninguna información sobre la concesión y los detalles al respecto fueron informadas correctamente a las comunidades que serán afectadas, a pesar de que por varios años se realizaron estudios de prospección en su territorio sin su autorización y por lo tanto con la violación de su derecho a la consulta previa, libre e informada. 
 

Desde 2016 las comunidades, encabezados por sus autoridades tradicionales, se han organizado para informarse sobre las implicaciones y posibles daños del proyecto. Contactaron a los jóvenes que salieron de la comunidad para prepararse profesionalmente en la universidades para incluirlos en la organización y resistencia. Realizaron reuniones con comunidades vecinas para analizar el tema. Fue en 2018 en una asamblea para la Consulta sobre el proyecto que cientos de personas de 10 comunidades dijeron no al proyecto minero, logrando su suspensión. El rechazo a este proyecto no se debe únicamente a los 35 pesos por tonelada de arcilla que les ofrecía la empresa, las comunidades también saben que el agua sería el principal recurso afectado si este proyecto comenzara operaciones. Esto provocaría no solo el deterioro ambiental si no el cambio radical en su forma de vida arraigada a la tierra, como dice la señora Elfega de la comunidad Plan de San Miguel “Cuando vas a la ciudad ves que nada es tuyo, tuyo es donde naciste y tienes que cuidarlo”. Una importante batalla está ganada, pero el proyecto no está cancelado totalmente, las empresas siguen buscando la manera para lograr la explotación de este territorio. En la zona, otras empresas también tienen concesiones, las comunidades se han enterado por ejemplo que existen concesiones para la generación de energía eólica, lo que los obliga a estar alertas. La señora Elfega nos dice “Es importantísimo que la gente se informe, una minera ¿en qué nos va a beneficiar? Si nosotros no somos mineros”.
 

Estas comunidades nos dan un gran ejemplo de lucha y nos enseñan que la organización comunitaria, el uso de los medios de comunicación y la información hacen posible la defensa del territorio. No se trata solo de resistir, se trata de construir comunidad, de proteger el agua y la tierra, proteger la vida de los que aquí habitan y de los que se benefician indirectamente de los ríos y los bosques de estas comunidades. Las comunidades nos demuestran así que la protección de la vida en su totalidad es el futuro de todos los seres, que debemos mirar más allá de la acumulación de bienes, que la felicidad está en el equilibrio con el entorno y con la vida misma. Miguel, un joven de la comunidad Zapotitlán Salina nos dice “Yo lo veo como un sueño, que las comunidades juntas defiendan la tierra”.

Publicado originalmente en Cultural Survival

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