El medio rural convertido en el patio trasero del sistema alimentario

Macrogranja de cerdos (Noah Ortega / Filming For Liberation)

Foto: Macrogranja de cerdos (Noah Ortega / Filming For Liberation)

Algo que viene siendo común actualmente es la creciente demanda de formas de alimentación más sostenibles, en un apogeo de «lo ecológico». Cada vez más personas son conscientes de la necesidad de poner el foco en la forma en la que nos alimentamos.

En este sentido, la gran industria agroalimentaria ha reorientado hábilmente su modus operandi para satisfacer las necesidades de un nuevo nicho de mercado. La tremenda desconexión con nuestro entorno, sobre todo por parte de la población residente en las ciudades, ajena a lo que ocurre en el medio rural, nos ha llevado a poner en jaque formas de producción ligadas a los recursos locales, mientras que nos ha impulsado a seguir la senda marcada por la industrialización y el comercio internacional.

Hablamos, concretamente, de la industria cárnica. Mientras que metemos en el mismo saco todas las formas de ganadería, sin diferenciar la ganadería industrial de la ganadería extensiva, numerosas macropocilgas proliferan en el medio rural. Municipios con altas tasas de éxodo ven como única solución posible la instalación de estas explotaciones ganaderas industriales con el pretexto de crear puestos de trabajo. Nada más lejos de la realidad.

EL INCREMENTO DE LA PRODUCCIÓN PORCINA INDUSTRIAL EN ESPAÑA

España se ha convertido en uno de los principales países exportadores de carne de cerdo a nivel mundial. Mientras que las explotaciones de mediano y pequeño tamaño caen, las de mayor capacidad de producción incrementan el número de animales en sus instalaciones y operan de forma cada vez más intensiva. El destino de esta carne no es solo las grandes cadenas de supermercados (lo que ellos llamarían «apoyar al productor local», que no es otra cosa que apoyar a empresas españolas sí, pero ¿de qué tamaño e impacto?), sino que también está dirigida al comercio internacional.

La mayoría de estas megaexplotaciones están ubicadas en el medio rural, escondidas de los grandes núcleos de población, donde las personas ignoramos lo que ocurre cuando una industria así se instala en un lugar. Muchas de ellas, incluso, están autorizadas en los límites de espacios protegidos. Y es que estos proyectos se desarrollan con el beneplácito de la administración, a través de ayudas y subvenciones.

DE LOS IMPACTOS DE LA GANADERÍA INDUSTRIAL A NIVEL LOCAL

Las grandes empresas utilizan el modelo de integración, controlando desde los animales, el alimento y la atención veterinaria, hasta la transformación y la comercialización. Los puestos de trabajo generados en las explotaciones familiares son prescindibles en estas explotaciones supermecanizadas. Así mismo, la caída de los precios derivada de estos modelos de producción aboca a muchas familias productoras a abandonar el sector. Así mismo, la ocupación del terreno y la concentración parcelaria imposibilita, muchas veces, el acceso a la tierra de gente joven o personas vecinas al territorio donde se instalan.

Además de los efectos directos sobre las explotaciones ganaderas locales, las mal llamadas macrogranjas impactan sobre otros sectores: allí donde se instalan resulta incompatible el mantenimiento o la creación de negocios relacionados con la naturaleza, como el turismo.

La contaminación por nitratos generados en la explotación, la degradación del suelo o el agotamiento y contaminación del recurso hídrico ponen de manifiesto el alto perjuicio ambiental que supone la aprobación de este tipo de instalaciones. Este modelo, con el hacinamiento de animales o la aplicación de antibióticos, atenta contra el bienestar animal y acaba repercutiendo en la calidad de la carne que consumimos.

Tampoco podemos olvidar los efectos de este tipo de ganadería sobre terceros países. No solo nuestro medio rural sufre las consecuencias de este modelo industrial. Los países del sur global son los «graneros» del alimento para el ganado que aquí criamos. Enormes extensiones de monocultivos de maíz, soja y otros cereales se siembran de forma altamente mecanizada, arrasando hectáreas de bosque local. Este modelo se sirve del acaparamiento de tierras, desplaza a las comunidades locales a través del chantaje y las amenazas e incluso ejerciendo violencia sobre sus pobladores y pobladoras. No hay que olvidar, además, los efectos derivados de la aplicación de agroquímicos en los cultivos o de la deforestación. La desregularización de los mercados provoca la entrada de cultivos subvencionados, la caída de precios y la exclusión del campesinado local del comercio de alimentos.

LA GANADERÍA INDUSTRIAL EN CASTILLA-LA MANCHA: EL CASO DE DAIMIEL

En los últimos años, han proliferado las autorizaciones a proyectos relacionados con la ganadería industrial, sobre todo de cerdos, en el territorio castellanomanchego.

Es más, con la modificación de la normativa regional sobre evaluación de impacto ambiental, que cambia la vigente desde 2007, se propone el aumento de aquellas actividades que pueden aprobarse por procedimientos simplificados, es decir, con menos requisitos. Se simplifican los trámites para la evaluación ambiental estratégica para aquellos proyectos que sean «pequeños», imponiendo una limitación de 2 km de distancia del centro del pueblo para la ubicación de la explotación, una distancia menor que en propuestas anteriores.

Así mismo, se ha decretado una nueva orden que designa las zonas vulnerables a la contaminación por nitratos de origen agrario en la Comunidad de Castilla-La Mancha. Se ha tenido que redefinir el mapa de zonas vulnerables al reconocerse que no hay suficiente control sobre las masas de agua, que crece el regadío y que hay menos explotaciones ganaderas pero más intensivas.

En Daimiel, un conocido municipio de Ciudad Real, la voz de alarma surgió al conocerse la noticia de la instalación de una macrogranja de cerdos en los límites del término municipal, cuya aprobación llevaba en curso desde 2018. Se impulsó una campaña de recogida de firmas en contra del proyecto y, tras las evasivas por parte de los distintos órganos responsables de la administración, surgió la plataforma «Stop Macrogranjas Daimiel», con el objetivo de paralizar la implantación de la explotación ganadera industrial en el pueblo.

Los valores de los espacios naturales protegidos, como el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel o los espacios Red Natura 2000 se verían comprometidos por este proyecto, así como la calidad y cantidad del recurso hídrico del tan malogrado Acuífero 23.

El Ayuntamiento de Daimiel ha propuesto la modificación del Plan de Ordenación Municipal, con la creación de un nuevo ámbito de suelo rústico con especial sensibilidad olfatométrica en un radio de 6 km del centro del pueblo y de un 1 km como mínimo de zonas residenciales. Esta modificación solo supondría el alejamiento de la macrogranja de 2 o 3 km respecto de la situación anterior prevista, y sería insuficiente para acabar con el problema de los ruidos, los olores y la afección al acuífero.

La empresa promotora no ha presentado el Estudio de Impacto Ambiental requerido en el plazo propuesto y no se ha pronunciado de momento.

Con este artículo queremos contribuir a visibilizar la problemática asociada a la proliferación de este tipo de explotaciones en el medio rural. Movimientos vecinales como la plataforma «Stop Macrogranjas Daimiel», constituidos por vecinos y vecinas de estos pueblos, ponen de manifiesto la oposición social a este tipo de proyectos y reclaman información y transparencia en estos procesos.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Nuestra cesta de la compra tiene mucho que ver con el modelo de producción que apoyamos. Cuando compramos carne tan barata, procedente de este tipo de modelo de explotación, estamos apoyando un sector que se reinventa para hacernos pensar que es sostenible, cuando la cara B nos muestra la realidad de una industria que esquilma los recursos, desmantela las actividades locales y acaba expulsando a la población de los territorios.

Sin embargo, se trata de un problema que va más allá de las acciones individuales. Ponemos de manifiesto la necesidad de que se tomen decisiones a nivel político para garantizar un medioambiente sano, el acceso a los recursos y el mantenimiento de las actividades que sostienen y dan vida a los territorios.

Puedes consultar la Guía jurídico-administrativa para hacer frente a la ganadería industrial.

También te dejamos, para más información, los siguientes links a los que puedes añadir los tuyos en los comentarios de este artículo:

– Artículos sobre macrogranjas en la web de Ecologistas en Acción.

– Coordinadora estatal Stop ganadería industrial.

Este material se comparte con autorización de El Salto

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