Brasil en Rojo

Spensy Pimentel

El golpe de los mediocres

Brasil vivió en la última semana un paso importante del «golpe blando» que esta en curso en el país. La salida de la presidente Dilma Rousseff y la llegada de un gobierno provisional dirigido por Michel Temer enlaza directamente el comando del Ejecutivo a los intereses nacionales e internacionales que, hace mucho, querían quitar al PT del puesto para asegurar la velocidad adecuada y radicalidad del proyecto conservador*.

No es que el PT, a lo largo de sus 13 años en el poder, no se haya alineado con varios de estos intereses, por supuesto que lo hizo. Pero, por la ineptitud política de Rousseff, desde el punto de vista de esas «fuerzas ocultas» – para retomar una expresión clásica en el imaginario político de Brasil –, el partido se había convertido en un obstáculo y ha sido eliminado del juego por el anfitrión de nuestro «The Apprentice» del capital.

La relación amistosa e íntima del PT con los intereses del capital no hace que los movimientos populares estén satisfechos con el «golpe blando». El nuevo gobierno, en unos pocos días, ha mostrado un inmenso potencial para generar un desastre social de grandes proporciones en el país. Por ahora, las fuerzas populares están articulando la reacción, mientras que el proyecto golpista se hace más claro a cada día.

Las manifestaciones en las calles de las grandes ciudades empezaron el mismo día de la pose de Temer. Es verdad que ahora los grandes medios de comunicación ya no les dan tanto espacio como hacían cuando eran en contra del PT, pero hace mucho tiempo que los medios de comunicación en Brasil son parte del juego de los golpistas.

No es coincidencia que muchos pensadores que vivieron y sufrieron los efectos del golpe de Estado de 1964 han visto sus viejos discursos recuperados y publicados en las redes sociales. El antropólogo Darcy Ribeiro (1922-1997), indigenista y maestro, ministro del gobierno de João Goulart, derrocado por el golpe militar, tal vez sea uno de los personajes más citados.

Un video de su entrevista para la televisión estatal de Sao Paulo en 1988 ha sido ampliamente reproducido. En uno de los pasajes, él resume: «He visto todo el mundo [en sus años en el exilio en la dictadura]. No hay mejor lugar para hacer un país que este. Pero tiene una clase dominante mala, mal humorada, agria, mediocre, codiciosa, que no deja que el país vaya hacia adelante» (https://www.youtube.com/watch?v=L-1Iob4vOMA).

La élite brasileña, teorizaba Darcy, está condenada a repetir el destino del «amo de esclavos«: «Está condicionada a usar el esclavo como la quema de carbón para la producción, para hacer más ganancias.» «Tenemos una de la élites más opulentas, anti-sociales y conservadoras en el mundo».

En un texto de 1986 ( «Sobre lo obvio – ensayos inusuales«), escribió: «(…) no son las cualidades o defectos del pueblo que son la razón de nuestro retraso, pero las características de nuestras clases dominantes, en su sector dirigente e incluso el segmento intelectual «.

«(…) Nuestra vieja clase dominante ha sido muy competente en la formulación y ejecución del proyecto de sociedad que mejor se ajusta a sus intereses. Pero este proyecto a ser implementado y mantenido necesita un pueblo hambriento, chúcaro y feo. Nunca se ha visto en otras partes, ricos tan capaces de generar y disfrutar de las riquezas, y para someter a las personas que pasan hambre en el trabajo, como nuestros señores empresarios, doctores y comandantes. Casi siempre amables hacia los demás, son siempre duros e implacables hacia los subordinados, e insaciables en la apropiación de los frutos del trabajo de los demás. Ellos traman y retraman, durante siglos, la malla dentro de la cual crece, deformado, el pueblo brasileño (…) porque sólo así la vieja clase puede mantener, sin problemas, este tipo de prosperidad que goza, una prosperidad jamás generalizable a los que producen con su trabajo «.

El rasgo principal del golpe que Brasil vive ahora es justamente la mediocridad. Esto no es sólo para hablar de la baja calidad intelectual de los participantes de la conspiración, que tuvo como punto máximo, la votación nominal por el impeachment en la Cámara en 17 de abril. Más de 500 diputados tenían, cada uno, sus 30 segundos de fama, ofreciendo un triste espectáculo en una de las mayores “democracias” del mundo. Y, por cierto, el otro punto culminante de la mediocridad en el poder fue el anuncio del cierre de todos los ministerios relacionados con derechos humanos y sociales, la cultura y la ciencia, con el fin de «generar ahorros». Y, por supuesto, un ministerio sin ninguna mujer o negros: puros señores blancos, calvos y panzones.

Pero, además, hay un aspecto estructural. Si hay algo que el país ha construido en los últimos 15 años fue un auto-imagen muy distinta de la que predominaba en períodos anteriores. El Brasil de los pensadores de la élite de que hablaba Darcy era a menudo un país pobre, un país subdesarrollado, miserable. El país tenia que ser mediocre para justificar las acciones de élite, buscando siempre el desarrollo, importando ideas y soluciones de todo tipo de Europa y Estados Unidos.

La imagen proyectada a la gente era de chúcaros y feos, a menudo, porque era exactamente lo que necesitaba la élite. Los brasileños tienen que pensarse como pobres y subdesarrollados porque eso es lo que permite que acepten la necesidad de importación incesante de todo tipo de patrones.

Otra frase de Darcy Ribeiro se repite a menudo en la Internet: «La crisis de la educación brasileña no es una crisis, es un proyecto». La educación precária, desmantelada, también es una expresión perfecta de esta mediocridad que necesita la élite brasileña.

Y es en ese sentido que la cacareada crisis económica actual se convierte en parte fundamental del diseño mediocrizante de los estafadores: no importa que los funcionarios de Petrobras desmientan con notas y más notas el rumor que circula en los medios y en las bocas de los políticos de derecha de que la empresa está en quiebra. Petrobras tiene que estar en quiebra, para desmontarla y «venderla» a los inversionistas extranjeros.

El Estado brasileño tiene que estar en quiebra. Los recursos deben estar ausentes. Porque es necesario cortar gastos y funcionarios públicos, privatizando y eliminando servicios. La élite empezó el golpe por los medios de comunicación, pronto llegó al Congreso, ahora ha ganado otra vez sin votos – lo que es tradición en Brasil – el máximo cargo del Ejecutivo. Una ´elite que está libre para ejecutar el programa de los cleptócratas, de los saqueadores. Todo falta aquí , tiene que hacer falta, porque lo que excede es enviado al exterior. Volveremos a ser el más rico país pobre del mundo.

Una vez más Darcy resume el momento: «Durante mucho tiempo se pensó que éramos y somos un país pobre en el pasado y ahora. No es cierto. Esta es una falsa obviedad. Fuimos y somos muy ricos! (…) La verdad verdadera es que, aquí en Brasil, se ha inventado un modelo económico muy próspero, pero de prosperidad pura. Es decir, libre de cualesquier compromisos emocionales. La verdad, repito, es que nosotros, los brasileños, inventamos y fundamos un sistema social perfecto para aquellos en el lado superior de la vida».

* Por cierto, además de todo eso, hay la amenaza real de prisión para cientos de empresarios y políticos en Brasil por las investigaciones de la Operación “Lava Jato”. La mafia tiene que salvar su propia piel, y Dilma no daba muestras de que los ayudaría.

* revisión del español: Ernenek Mejía

Dejar una Respuesta

Otras columnas