Foto: Román Hernández

Ciudad de México | Desinformémonos. «Si las madres y padres de familia no apoyaran este movimiento que ya no es gremial sino social y popular, si no apoyaran nuestras demandas y no las creyeran justas, no estarían poniendo el cuerpo para protegernos», afirmó el maestro Juan Valdés, de la sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores del Educación (CNTE), entrevistado por Desinformémonos en el plantón que el magisterio disidente mantiene en la plaza de la Ciudadela desde junio pasado.

Valdés señaló «son principalmente mujeres las que están cuidando las escuelas hasta nuestro regreso a las comunidades», pues resolvieron que los docentes que no están en las actividades «no serán bien recibidos de vuelta».

El gobierno -añadió- con los medios de comunicación oficiales «se ha encargado de fabricar conflictos y a ellos hemos tenido que responder», igual que «como ocurrió en el conflicto en Oaxaca de 2006, que dejó personas muertas, presas y heridas; y también como ocurrió recientemente en Nochixtlán».

“Si las comunidades creyeran lo que el gobierno ha venido asegurando, de que somos nosotros quienes provocamos los conflictos, de ningún modo nos estarían apoyando como hasta ahora”. Lo que está ocurriendo es que «las movilizaciones y apoyos de madres, padres de familia y movimientos sociales se han venido multiplicando a lo largo de Oaxaca y en otras entidades como Chiapas, Guerrero y Michoacán», porque, aseguró, «sumamos demandas que siempre han estado en las comunidades».

En 2006, recordó el entrevistado, durante las movilizaciones del magisterio disidente y los movimientos sociales, el Estado reprimió, y eso que aún no se sumaban las siete regiones del estado a esta lucha como hoy «que marcharon en caravana hasta la Ciudad de México con bastón de mando en mano para dar juntas su apoyo al movimiento, reprobar las acciones del gobierno y rechazar las reformas estructurales».

“No podemos dejarle a las hijas, hijos y nietos un país fascista, sin libertad para expresarse, en el que la ley es interpretada con libre albedrío, dónde los jóvenes ya no saben que es un contrato colectivo”, advirtió el maestro oaxaqueño, quien aseguró que “si nosotros no resistimos, son los jóvenes quienes sufrirán luego las consecuencias”.

Las comunidades saben que la mal llamada reforma educativa es un mal planteamiento, “injusto y equivocado”. Es como si en comunidad existiera una evaluación aplicada a las mujeres sobre un asunto culinario, aplicada por una mujer de la ciudad que elabora alimentos sofisticados: «que venga a evaluarlas con otra dinámica, otros ingredientes y otras herramientas y condiciones de trabajo, pues las va a reprobar, y luego van a querer que esa mujer de la ciudad resuelva las necesidades de la comunidad, y pues obviamente no será adecuado y la comunidad lo rechazará». Lo que no se puede es está claro, aseguró «aplicar la misma evaluación en la capital que en la sierra», insistió.

Estas reformas estructurales “no obedecen a nuestra necesidades” y, como la comunidad lo sabe “nos apoya”. Los maestros «respondemos y resistimos, pues aquí nadie se raja».

Esta lucha, reiteró, «no es sólo por la educación gratuita y los derechos laborales, no es sólo de los docentes, sino que es una lucha por la tierra, el territorio, la comunidad y la calidad de vida”.

Para Valdés, el plantón es sólo una de las acciones de lucha que «nos ha permitido aprender». Aquí, dice, «convivimos y aprendemos de la gente en situación de calle, dialogamos, debatimos y compartimos los alimentos y con ello hacemos llevadera la estancia».

En medio de la plaza de la Ciudadela, donde ya escasea el agua, el maestro afirma que aún tienen lo suficiente para resistir y que «la Ciudad de México ha sido, también, generosa con el plantón».