Ciudad de México | Desinformémonos. “El gobierno pretende destruir a las Normales Rurales, nos lo demuestra con la desaparición de nuestros compañeros pero también al no dar solución a nuestros pliegos petitorios en los que planteamos nuestras necesidades básicas para seguir existiendo”, dijo a Desinformémonos, Alejandra Martínez Zamora, estudiante de la escuela Normal Rural Justo Sierra, mejor conocida como Cañada Honda de Aguascalientes.
Citlali Sánchez, estudiante de segundo semestre de la Normal Rural de Tamazulapan en Oaxaca coincidió en que: “el objetivo de este gobierno es destruir el normalismo”, ya que explicó que: “los recursos económicos son básicos para que las normales sigan brindando educación a quienes menos tienen, sin embargo no nos los da y si salimos a exigirlos nos reprime” aseguró, aunque: “solo pedimos los derechos que nos corresponden”.
Se trata de escuelas, describe Alejandra, en las que somos formados y formadas bajo un eje deportivo, uno cultural, el académico, un módulo de producción y un eje político “que nos permite posteriormente atender las necesidades educativas en zonas de difícil acceso, rurales, marginadas. A la población de esos lugares a los que normalistas de escuelas de pagas no quieren ir a enseñar”.
Es ese “eje político”, en el que, describe Cecilia* alumna de la Escuela Normal Rural Carmen Serdán, localizada en Teteles, Puebla, son formadas, en este caso, quienes se asisten a una normal para mujeres, ya que existen mixtas y para hombres dentro de las 17 que hay en el país, lo que hace que el gobierno, en su opinión: “vea mal a las y los normalistas”, afirma, porque: “nosotros somos formados para tener un pensamiento analítico y crítico de la dura realidad que vivimos, somos conscientes”.
“Para nosotras y todo hijo de campesino las normales son una oportunidad, son una luz. Cuando se fundaron, lograron alcanzar a la población que no se toma en cuenta: las y los pobres a quienes se les niega la educación en los hechos”, acusa Cecilia.
Las tres coinciden en que es en la alimentación en donde más se hace sentir la carencia en las normales, ya que los pocos recursos hacen que la alimentación sea de “baja calidad” dice Alejandra. Por su parte Cecilia detalla que son aproximadamente entre 10 y 12 pesos lo destinado para esto y cuestiona: “¿En serio creen que con eso se puede sobrevivir?”.
La desaparición de 43 normalistas de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa hace ya dos años, ha sido considerada por la sociedad nacional e internacional como uno de los casos más “atroces”, se los últimos tiempos. Ha dejado ver muchas de las violaciones a los derechos humanos que se cometen en México y ha visibilizado, también, los alcances y los obstáculos que enfrentan estas escuelas que, en opinión de sus estudiantes, representan muchas veces la única alternativa educativa a la que tienen acceso.
Estas escuelas fueron fundadas luego de la Revolución mexicana de 1910 con el objetivo de ofrecer educación gratuita a campesinos y sus hijos e hijas que posteriormente pudieran seguir formando a personas en zonas rurales, marginas, de difícil acceso y, en algunos casos en idiomas indígenas. Así lo describieron a Desinformémonos, Citlati, Alejandra y Cecilia*, quienes son beneficiarias de la formación gratuita que ofrecen las escuelas normales rurales, en Oaxaca, Aguascalientes y Puebla, respectivamente, cuyo principal requisito de entrada es ser hija o hijo de campesinos y de bajos recursos.
La permanencia de las normales rurales es. “fundamental”, en la opinión de Cecilia, “El gobierno dice que quiere mejorar la calidad educativa pero lo hace imponiendo, con represión y haciendo daño. Nosotros por eso alzamos la voz y no conformarnos. No exigimos más, sino lo que merecemos, lo justo. Educación laica gratuita y obligatoria” detalla.
Y agrega, “es necesario ser conscientes de que el 80 por ciento de las familias en México somos pobres y si apenas alcanza para lo básico, entonces cuántos libros se pueden comprar con el salario mínimo, entonces nos toca luchar y exigirle al gobierno hoy por nosotros y por las siguientes generaciones”, las condiciones que exiten hoy en México, han generado en su opinión que las nuevas generaciones piensen en irse al extranjero a “ganarse la vida”, y por el contrario, la educación normalista, dice, “nos enseña a trabajar con nuestro pueblo”.
La formación normalista, detalla Alejandra, les permite saber de las necesidades de las comunidades por que dice “nosotras venimos de ahí, vivimos en las mismas condiciones, sabemos”, además, asegura, que esta formación las enseña a “valorar y re valorar lo que hay, pero también lo que no hay y exigirlo, entre eso la justicia, por eso no nos detendremos en buscar a nuestros compañeros. No dejaremos de defender las normales que son una oportunidad para otras y otros” puntualiza.
Las tres normalistas participaron en la marcha que la tarde de ayer se llevó a cabo en la Ciudad de México, convocada por las madres y padres de los 43 normalistas desaparecidos desde 2014 en Iguala, Guerrero, y se han sumado, desde entonces a la exigencia de justicia para ellos y sus familias.
“Queremos cambiar, mejorar las cosas pero somos desaparecidos y aún así no nos detendremos nunca, por que esta formación también nos enseña a no olvidar” asegura Citlali.
Esta lucha no es sólo de hombres, dice Cecilia, y “aquí se ve claramente, aunque en algún momento tuvimos miedo, eso se transformó en impulso para seguir buscando a nuestros 43 compañeros, y exigir la liberación de los 6 normalistas de Tiripetío, presos políticos, por que ya lo dijimos: ni la lluvia ni el viento detendrán el movimiento”.
Finalmente, Alejandra pidió a la sociedad, a “no dejarnos solos”, y recordar que aunque esta vez los hechos ocurrieron en Guerrero, al referirse a los 43 normalistas desaparecidos, llamó a no olvidar que: “mañana podría ocurrirle a cualquiera por lo que debemos unirnos”.
*Ante el contexto de violencia contra las y los normalistas en México la estudiante solicitó no incluir su nombre verdadero.