Foto: Cuartoscuro
En marzo del año pasado, integrantes del periódico Lucha Indígena y del tejido Pueblos en Camino tuvimos la oportunidad de realizar un recorrido y encuentro con diversas organizaciones, comunidades y pueblos indígenas en México. El ahora Caracol zapatista Jacinto Canek, Cideci/UniTierra, en San Cristóbal de Las Casas, y el Ejido Autónomo de Tila en el Municipio del mismo nombre en el estado de Chiapas fueron dos de esas ventanas a través de las cuales pudimos escuchar testimonios de cómo el actual gobierno de izquierda de la autodenominada “Cuarta Transformación (4T)”, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, comenzaba a definirse por la continuidad de la guerra de despojo a través de una estrategia que tenía por principal objetivo el ataque a los pueblos que ejercen su autodeterminación política y económica.
A casi dos años de comenzada la administración de la 4T no hay mayor duda que ésta ha definido como una prioridad económica el desarrollo de proyectos de capital trasnacional como el mal llamado “Tren Maya” en el sureste mexicano, así como el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec que atraviesa los estados de Oaxaca y Veracruz, los cuales prometen la creación de empleos y la mejora de la calidad de vida de los mexicanos. Sin embargo, para la realización de los mismos se ha vuelto requisito indispensable el despojo de territorios, principalmente indígenas, en los cuales sus habitantes reproducen la vida desde lógicas que han permitido justamente su conservación a lo largo de miles de años. El dilema abierto es sencillo de definir: ¿El capital o la vida?
La 4T ha escogido ya el lado del capital. Las estrategias de despojo van desde la compra/renta voluntaria o forzada de tierras hasta la paramilitarización de los territorios para lograr el desplazamiento de sus pobladores, sobre todo en aquellos lugares donde existen organizaciones comunitarias firmes en su decisión de no ponerle precio a la tierra, como es el caso de los territorios zapatistas y el Ejido Tila. Los casos recientes de la reactivación del grupo paramilitar Paz y Justicia por parte de las autoridades oficiales del Municipio de Tila para atacar el autogobierno ejidal y así recuperar el control mafioso del territorio, así como el fortalecimiento de la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (Orcao), cuyos miembros pertenecen a los partidos políticos PVEM y MORENA, para atacar a las bases de apoyo del EZLN, ha mostrado que la lógica de guerra contrainsurgente de los otrora gobiernos de derecha continua vigente.
Las y los zapatistas, así como los ejidatarios de Tila, también se han definido ya por la vida. Continúan fortaleciendo un gobierno autónomo como pueblos originarios que se ejerce de manera colectiva y cuyo objetivo principal no es la mercantilización de la tierra sino su preservación para la reproducción de la vida. Levantan a contracorriente proyectos educativos, de salud, de producción y justicia donde ninguna de estas actividades es vista tampoco como mercancía sino como medio para construir la dignidad y buscar salidas alternativas a la crisis civilizatoria que estamos viviendo a nivel local y global. Sin embargo, todo eso está en riesgo si seguimos negándonos a mirar que es el Estado y sus formas, llámese PRI, PAN, MORENA, PT Candidaturas ciudadanas, crimen organizado, paramilitares, parte del mismo Plan de muerte del capital, y que no será desde otro lugar sino desde un nosotrxs que venga la defensa de la vida y del territorio.
¿Dónde Estamos? En Tiempo Real. Pueblos en Camino.
Enlaces sugeridos:
Para informarse de manera directa de lo que ocurre en el Ejido Autónomo de Tila: https://laotraejidotila.blogspot.com/
Para informarse de manera directa de lo que ocurre en territorio zapatista ver enlace zapatista: https://enlacezapatista.ezln.org.mx
René Olvera Salinas
Pueblos en Camino
Septiembre 9 de 2020
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