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El encuentro con las zapatistas nos hace preguntarnos cómo queremos vivir en nuestras comunidades: colectivos de Cerdeña

Colectivos de Cerdeña

El camino hacia el encuentro con la delegación zapatista resulta de gran enriquecimiento; reencontrarnos y transitarlo nos introduce a practicar un mundo diverso, una alternativa posible, además de preguntarnos ¿cómo queremos vivir en nuestras comunidades, en la tierra que habitamos?

Nos dimos a la tarea de traducir los Otros Cuentos del subcomandante Galeano y otros publicados por el colectivo «Nodo solidale-Elementi Kairos», para que sean leídos en Cerdeña, en las variantes del idioma sardo, esta aventura inició antes del anuncio de la Travesía por la Vida. Será una manera singular para hablar del imaginario zapatista, a través de las imágenes y vivencias de Durito y el Viejo Antonio, narradas en nuestras propias lenguas para llegar y quedarse en el corazón de nuestras comunidades. Cada ocasión o evento público, servirá para dar voz a la magia de estas fábulas, inclusive mediante una representación colectiva, que ya estamos preparando, además recibimos numerosas donaciones de libros y discos que queremos distribuir mediante estas redes de apoyo mutuo. Proyectaremos documentales zapatistas y realizaremos torneos del juego de mesa «Zapatistas, construcción colaborativa de la autonomía» que los compas de Euskal Herria crearon. 

Pensamos en una serie de actividades que pueden ser útiles para acercar a más personas y luchas a la lucha zapatista, al mismo tiempo que ayudan a recolectar algunos fondos. Por ejemplo, pensamos que podemos unirnos las y los que participamos en este grupo de coordinación, preparando juntos pasta fresca («Ravioles Rebeldes!»), utilizando la materia prima que proviene del trabajo sin explotación de amigos campesinos y pastores de nuestro territorio, para prepararlos y entregarlos a amigos y consumidores locales que sostienen esta iniciativa, como ya funciona en los circuitos de intercambio y comercio justo que se han difundido en Cerdeña para emanciparse de la industria y del supermercado, recuperando los saberes locales y nuestra capacidad para organizarnos.

Debido a la pandemia con todos sus impedimentos, y dadas las distancias entre una zona y otra donde radicamos los participantes de este grupo, nos hemos reunido algunas veces en vivo y otras a través de videoconferencias, pues creemos que para tomar decisiones es muy importante mirarse a los ojos, y compartir tiempo y experiencia juntos.

Mural en la villa de Orgosolo de inspiraciòn zapatista.

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Los momentos en presencia han sido pequeñas asambleas territoriales por zona, principalmente en Cagliari y Sassari, que son las dos grandes ciudades ubicadas una en el sur y la otra en el norte de la isla y, que hasta ahora, son las que más personas participantes tienen en este grupo para coordinarnos. También logramos realizar una asamblea general más grande en un parque natural que se encuentra en el centro de Cerdeña. En estos encuentros, además de enfocarnos en hablar sobre lo que quisiéramos realizar cuando lleguen l@s compas, tratamos de pensar cómo lograrlo, en particular desde el punto de vista financiero -dado que los colectivos de los que hacemos parte no cuentan con fondos en este momento-; pero también queremos dedicar más tiempo a la difusión en diferentes municipios de la isla y a promover un proceso de reflexión e intercambio más amplio, porque pensamos que un acontecimiento como el de la Travesía por la Vida en Europa, sea una ocasión para reavivar y activar las luchas que necesitamos en nuestro territorio.

Somos un grupo de personas que viven en diferentes lugares de Cerdeña. Del norte, centro y sur de esta isla del Mediterráneo occidental que cuenta con un millón y medio de habitantes. Muchos y muchas de nosotr@s nos conocíamos ya, otr@s nos hemos encontrado por primera vez en esta ocasión. Nuestra idea, desde el principio ha sido la de crear un espacio para coordinar nuestros diversos puntos de vista en un esfuerzo común para la realización de la gira de l@s compas zapatistas. Por este motivo, nos denominamos «Coordinamentu sardu po s’arricida de is zapatistas po su 2021 – Sardigna zapatista» (en el idioma sardo de nuestra tierra). Al mismo tiempo, desde nuestros primeros encuentros, hacemos parte de la coordinadora LAPAZ (Libre Asamblea Pensando/Practicando la Autonomía Zapatista), que agrupa once macro regiones de Italia, en su área continental como en sus otras islas, a través de la cual, entre los muchos territorios que somos, tratamos coordinarnos desde una perspectiva de las motivaciones que nos unen en ese proceso, y de organizar los esfuerzos comunes que esta travesía histórica requerirá.

Somos parte de colectivos, asociaciones, grupos de madres, comités, partidos, proyectos rurales. Otros no somos de parte de grupos formales, pero estamos conectados a realidades locales de redes de amistad, de vecinos y de luchas sociales. Dentro la coordinación de nuestro grupo hay quienes toman parte en el movimiento contra de la ocupación militar de Cerdeña, algunos se ocupan de la reapropiación de la salud y de la fisiología de nuestros procesos naturales de la vida, de la educación autónoma, de artes escénicas, de la cultura y del idioma sardo, del canto popular, de la agricultura y los mercados locales, autónomos y solidarios, del respeto de la Madre Tierra y sus formas de vida, de la defensa de los derechos humanos.

Algunos luchamos contra la marginación de las minorías, por la emancipación de las comunidades de migrantes, por el intercambio y la ayuda mutua, así como por el derecho a la comida y la vivienda sanas, y contra la existencia de la fábrica de bombas RWM para la guerra.

Otros se han concentrado en el trabajo social en nuestros barrios y nuestras ciudades, por las luchas feministas, transfeministas y LGBTQ+, por una lectura de la realidad en clave interseccional, contra la crueldad del sistema penitenciario. Algunos somos independentistas, otros comunistas, unos libertarios, otros que no sienten la necesidad de llamarse en un modo para definirse políticamente.

Somos un grupo intencional y articulado, aunque en vía de formación, asamblea tras asamblea. Hemos compartido experiencias comunes en diversos momentos de lucha, de encuentro y reflexión que han sido parte de los últimos años de la historia de Cerdeña, en los que hemos participado a título personal o como integrantes de organizaciones. Por este motivo no nos es posible delimitarnos en una visión ideológica o de proyecto político específico, y preferimos no hablar a nombre de un pueblo sardo abstracto, sino hablar de nosotros, y en general de las aspiraciones y las visiones que nos mueven y que nos han llevado a encontrarnos, así como a acercarnos a la lucha y al camino que emprendieron las y los zapatistas.

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Dado que un grupo coordinado de personas provenientes de diferentes contextos, podemos decir algo más sobre nuestra historia y sobre algunas de las luchas que atravesamos. Tenemos una visión común sobre el proceso colonial, tanto económico como cultural, que ha vivido la Cerdeña durante su historia y que todavía permanece en los intereses que tocan los aparatos estatales, y más allá de los aparatos sobre estatales, de las multinacionales y sus grandes bloques. A veces pensamos que, por el hecho de vivir en una isla logramos ver y sentir este proceso más intensamente que en otros lugares. Pero estamos conscientes que lo que describimos sucedió y sigue sucediendo en tantas zonas del interior de Europa, como en otros lugares del mundo, de un modo todavía más feroz, y que se renueva constantemente en otras formas de explotación y abuso. También sabemos que que, metidos en este proceso histórico, estamos en la parte que hoy goza de privilegios, que en otras partes del mundo no tienen. Muchos de nosotros somos los «blancos» con pasaportes ventajosos, y vivimos en un «Estado de derecho» que, con todo y que se está cayendo a pedazos, a veces todavía trabaja sin encajonarse en los intereses del capital.

Las dominaciones que han atravesado nuestra isla en el curso de milenios son innumerables. Por mencionar algunas las hemos tenido de fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos, pisanos, genoeses, aragoneses, (que luego devinieron españoles), piemonteses, (que luego devinieron italianos). Nuestra isla ha sido tierra de conquista por siglos y con el paso de tantos extranjeros se han dado intercambios, sincretismos, injertos que prendieron y se adaptaron a nuestra forma de resistir, a nuestra lengua, a nuestra cultura.

El más reciente pasaje histórico de dominación, fue con los Savoia de Piemonte (región del norte-oeste, en la frontera con Francia) en el curso del ‘800 cuando nuestra isla fue utilizada como colonia ultramar y fuente de riqueza extractiva que permitió la expansión de esta región hasta la constitución del Estado-nación del Reino de Italia.

Algunas de las tragedias más grandes de nuestro territorio, vienen de ese periodo, hace sólo poco menos de dos siglos: en particular, la destrucción de cientos de miles de hectáreas de bosques para utilizarlos en la industria naval, en la infraestructura ferroviaria italiana, y como combustible (carbón vegetal). Porciones enormes de territorio fueron dadas en gestión a las primeras compañías multinacionales de la madera, que sin ningún criterio destruyeron y erradicaron los bosques, transformando trágicamente nuestro ambiente natural. Leyendo los cuadernos de los viajeros precedentes a esa época, es increíble pensar que describen la misma tierra que hoy habitamos nosotros. Este proceso de despojo se une con doble hilo al violento acaparamiento y privatización(enclosure) de las tierras comunitarias (de uso cívico)  que tuvo lugar a partir de 1820 y al cual, la mayor parte de la población estaba vinculada para su subsistencia. Las revueltas de los campesinos y de los pastores, que pidieron «torrai a su connotu» (regresar a lo conocido, o sea su forma de vida tradicional) fueron sofocadas por 80 años con una violencia indescriptible.

Una poesía de inicios del ‘900, a la que estamos muy ligados, recuerda:

Tancas serradas a muru
fatas a s’aferra aferra
si su chelu fit in terra
bo’ chi lu serraizis puru!

Que quiere decir: 
Tierras encerradas con muros (de piedra),
hechos con prisa de saqueo
si el cielo hubiera estado en la tierra
ustedes lo habrìan encerrado tambièn!

El proceso de explotación no terminó con el ‘900. En el empeño para lograr con mayor eficacia la extracción de la vida de la naturaleza y para minimizar la resistencia, en los últimos 70 años, el Estado Italiano se enfocó en transformar la organización  social y cultural de las poblaciones de la isla, desmantelando las actividades económicas tradicionales, despedazando las cadenas productivas, estigmatizando nuestra lengua -que tiene más de mil años -e imponiendo el italiano en los espacios institucionales, borrando la memoria de nuestra historia a través de la escuela, llevando el «bienestar» de la mercancía, el modelo de la empresa privada y una industrialización forzada y extraña a nuestro tejido social.

Después de la segunda guerra mundial, mientras Europa venía reconstituida a través del Plan Marshall, la Cerdeña fue individualizada por la OTAN, como punto estratégico, por su posición geográfica en medio del Mar Mediterráneo y por tratarse de una tierra de frontera de Europa con grandes áreas despobladas. Fue así que se nos impusieron tres polígonos militares, dos de los cuales son los más grandes del estado italiano, uno de ellos el más grande de toda Europa, con una extensión de mar que supera la entera superficie de la isla.

Estos polígonos militares son utilizados por los ejércitos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para probar nuevas armas y para preparar las guerras de todo el mundo. Esta presencia militar en nuestro territorio ha sido utilizada también vilmente por el estado italiano para controlar y someter a las poblaciones locales, en dos direcciones: con fines represivos y con fines de obtener el consenso. En los últimos 30 años iniciaron a manifestarse los irreparables daños al ambiente y los mortales efectos sobre la salud de las comunidades colindantes con los polígonos, donde han experimentado y dispuesto como desechos, armas tóxicas y radioactivas de todo tipo. Por todos estos motivos, la oposición a la presencia militar ha sido siempre una de las principales luchas de la movilización sarda, en diferentes periodos y maneras. La lucha contra la ocupación militar y el militarismo en general resurgió más vigorosamente entre el 2014 y el 2017, cuando se activaron asambleas, campamentos y manifestaciones públicas para dar visibilidad a este problema.

El efecto más importante de esta lucha hasta hoy ha sido lograr estorbar y en ocasiones interrumpir los ejercicios militares, como con la marcha del tres de noviembre del 2015 de la desaparecida «Rete no Basi nè qui né Altrove» (Red No a las Bases, ni aquí ni en ningún lugar), que permitiò a diferentes personas entrar en la base militar de Teulada, interrumpiendo la Trident Juncture, uno de los entrenamientos militares más importantes de los últimos años, que agrupaba a 30 ejércitos de la OTAN. En los siguientes años, este movimiento tal vez no ha logrado nuevamente obtener este tipo de resultados con su acción directa, pero a través del movimiento «A foras» (¡Fuera!), se conducen acciones de investigación, de sensibilización de la población y de organización de momentos de amplia participación popular sobre este tema. Actualmente, el Estado ha emprendido procesos penales contra 45 personas involucradas en aquel momento de la lucha, acusando a cinco de ellas de terrorismo. Es claro que se trata de una operación mirada a fragmentar y desalentar las energías del movimiento, pero se está reaccionando con creatividad, gracias al esfuerzo de las diversas almas que lo componen. 

También acompañamos la lucha contra la fábrica de bombas RWM de la compañía Rheinmetall, que hasta hace poco tiempo exportaba ilegalmente hacia Arabia Saudita las bombas que fueron lanzadas contra la población civil en Yemen. La lucha de los comités sardos, en particular contra el saqueo extractivista de las energías renovables, al que está siendo sometida nuestra isla en los últimos años; la lucha por recuperar la dignidad de nuestro idioma y sus variantes habladas en nuestro territorio; la lucha infinita contra «su disisterru«, o sea contra la emigración y abandono de nuestros pueblos -que empuja desde varias generaciones a miles de sardos a atravesar el mar, no por el deseo de descubrir el mundo- por la imposibilidad de realizar una vida digna en su propia tierra, la lucha para reconstruir aquí nuestras propias alternativas para proteger nuestra vida, nuestros hijos y nuestra tierra y construirnos un modo de vivir… un camino sobre el que todavía tenemos tanto que andar. Y hay todavía más luchas en curso en Cerdeña, esperamos que esta nuestra coordinadora consiga alcanzarlas paso a paso.

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La declaración de la pandemia y sus medidas restrictivas adoptadas por los gobiernos han agravado muchos problemas, en tantas esferas de la vida de nuestra isla. Ante todo, el aislamiento impuesto obligatorio y sancionable con las medidas de distanciamiento social, tanto en el contexto urbano de las ciudades, como en los pequeños pueblos, ha destruido todavía más el tejido social y ha contribuido a reforzar la separación y el aislamiento entre las personas, propiciando más espacio al individualismo, obstaculizando los lazos de solidaridad, provocando un enorme sufrimiento y daño psicológico en gran parte de la población. A esta situación se suma un aumento alarmante y trágico de suicidios, principalmente de jóvenes y adolescentes. Sólo en la primera semana que va del mes de mayo, mientras nosotros les escribimos estas letras, nueve jóvenes alrededor de los 18 años se han quitado la vida. La didáctica a distancia se ha revelado una mortificación para los más pobres, llegando a provocar el abandono de la escuela a un 30% de la población escolar. Para quien ha perdido el trabajo y no tiene esperanza de recuperarlo en el corto plazo, no es posible proveer lo necesario para cubrir los gastos de los estudios de sus hijos, tanto menos con las nuevas y complejas modalidades digitales.

Desde el punto de vista económico, una gran parte de la población dedicada al trabajo precario y al comercio informal, de un día para otro y por un largo periodo de tiempo (que sigue todavía) se quedaron sin entradas económicas que les permitan sobrevivir de manera digna. Para estas familias, los subsidios públicos para sostenerse, cuando los han obtenido, han sido mínimos. Así, frente a esta grave situación, mientras que de un lado en las pequeñas localidades todavía sobreviven -aunque frágiles- los lazos de solidaridad para sostenerse recíprocamente. Por otro lado, en los centros urbanos, diversos grupos de ayuda mutua están naciendo y haciendo de la solidaridad en los barrios de las zonas populares, una acción de lucha y de resistencia. 

Esta situación empeora si sumamos el colapso del sistema público sanitario, que lleva años en decadencia y conducido por la via de la privatización. La declaración de la pandemia ha contribuido fuertemente a mandar en corto circuito un servicio que ya se tambaleaba en sus mismas bases y desde hace mucho tiempo. Los edificios e infraestructura se han revelado insuficientes e inadecuados, al punto de convertirse en los mayores focos de contagio, mientras que los servicios esenciales para los tratamientos dedicados a otras enfermedades no contagiosas, se paralizaron. El aumento de la mortalidad en este período, ha sido en gran medida una consecuencia desastrosa de la falta de atención a miles de personas con tumores malignos, diabéticos, cardiopáticos, o con enfermedades autoinmunes -generadas de por sí con todos los proyectos de devastación presentes en el territorio-, que no pudieron recibir oportunamente las cirugías y los tratamientos médicos que necesitaban. 

Otro aspecto, que está más en el plano de la identidad y la vida cultural comunitaria, pero no por esto es menos importante. Nuestro territorio cuenta con 377 municipios para un millón y medio de personas, de los cuáles 320 tienen menos de 6000 habitantes. Lo que significa una gran cantidad de pueblos o villas (que nosotros en sardo llamamos biddas) con un fuerte sentido de comunidad con una propia historia, con rituales y usos que se tramitan por diferentes generaciones desde hace siglos.

La ritualidad de origen pre-cristriano que logró sobrevivir a través del sincretismo con el catolicismo, alcanzó un nivel de importancia increíble al interno de nuestras comunidades, ofreciendo desde alivio en los conflictos, hasta ayudando a crear la comunicación entre las generaciones, y brindando un contexto para  celebrar la vida, más allá de las dinámicas económicas globales.

Desafortunadamente, en el marco de la nueva experiencia social producida con la pandemia, nuestras comunidades se vieron obligadas a renunciar a sus convivencias populares que, en algunos casos, fueron reducidas a espectáculos televisivos, pronunciando todavía más las lesiones y desviaciones que desde hace tiempo degradan  nuestro tejido comunitario. 

Encima del gran terremoto económico y social que sufren nuestros pueblos en este 2021, vemos con indignación cómo están brotando nuevamente incontables proyectos de despojo neoextractivista, en particular los que especulan con las energías renovables. No es la primera vez que Cerdeña recibe el asalto de los señores del cielo y del sol, deseosos de multiplicar sus capitales malbaratando el futuro de nuestra tierra, en su tentativo «verde» de adueñarse de una gran superficie del territorio, con el pretexto de llenarlo de instalaciones para generar energía con turbinas eólicas y paneles fotovoltaicos, que como ya sabemos, no servirán a quienes habitan esos lugares, sino a seguir redondeando sus beneficios, que se completan con los financiamientos directos que recaudan del estado.

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La lucha zapatista nos ha inspirado. Muchos de nosotros reconocemos en la crítica a la «hegemonía» un importante punto de partida para renovar la manera de pensar las luchas, y para reconocer y hacer convivir la diversidad que tenemos. Sería importante dar una especial atención a esta crítica de la hegemonía en nuestra isla, considerando que aquí nació Antonio Gramsci (1891-1937), y que a él se debe mucho del uso contemporáneo de este concepto en la acción y la teoría política actuales.

El ejemplo de los centros de salud autónomos zapatistas es fundamental para quienes percorremos trayectorias formativas de reapropiación de la salud, entendida no sólo como ausencia de enfermedad, sino como bienestar fisiológico, psicológico y social individual y colectivo. Las casas de salud de las comunidades zapatistas representan un modelo precioso para nuestro territorio, de manera que sean devueltas a las comunidades las prácticas de salud para el cuerpo, del cuidado del espíritu, del autocuidado, de los ciclos naturales, de la vida y de la muerte. Una idea de «salud» que pueda ir más allá del acto médico, aprovechando los recursos, los conocimientos tradicionales y científicos, y que sea ligada al concepto de prevención primaria, haciendo regresar el tema de la salud en el marco del los bienes comunes: una serie de prácticas y de saberes compartidos en una comunidad, así como un recurso colectivo.

Entre los que nos ocupamos de educación autónoma, a través de la autogestión de los procesos de re-apropiación del saber, conocer, comprender y co-crear a través de la vida misma y de los demás, a partir de la tierna edad, amorosamente, y cultivando una visión de «escuela» que permita reconstituirnos enteramente como seres humanos y como comunidad, creando lazos con nuestro territorio, a partir de nuestro propio idioma y de nuestra cultura como ventana para conocer el resto del mundo. Al contrario de lo ha sido impuesto por tantos años en la escuela estatal, la negación perpetua de nosotros mismos, de nuestro deseo de aprender, de nuestra historia y de nuestro futuro, con la construcción de un sentimiento de vergüenza y rechazo hacia quiénes somos, nuestro idioma sardo y nuestra riqueza cultural.

Además, el Cideci/Unitierra de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, inspiró otras experiencias y promovió contextos para la reapropiación de los saberes y las capacidades manuales, donde se comparten espacios, instrumentos y conocimientos en la prospectiva de la autodeterminación a nivel personal y colectivo.

Si bien nos sentimos en una posición muy diferente en lo que se refiere a los privilegios pesantemente dictados por la geografía, por la discriminación de tonos de piel y por las injusticias económicas impuestas; en general un punto que nos une mucho con l@s compas zapatistas es que también sentimos los efectos de un pasado colonial, que siguen influyendo nuestro presente en tantos aspectos de nuestra vida. Creemos que en el marco de la autodeterminación, a la que hacen referencia tantas subjetividades políticas de nuestro grupo coordinador, el intercambio con los delegados zapatistas y con su trayectoria para construir un autogobierno, sea un pasaje de enorme importancia y significado, a través del cual vernos en el espejo. Y en las palabras claves de resistencia y rebelión, creemos que es posible encontrar un elemento fundamental sobre el que deseamos poder reflexionar junto con l@s compas: el hecho que ya no es suficiente reencontrarnos en torno a los NO, es decir, a lo que queremos oponernos, sino que parte de la lucha consiste justo en construir los SÍ, y en comenzar aquí y ahora, a realizar el mundo que queremos, una vida digna de vivirla, un mundo que contenga muchos mundos.

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En nuestras asambleas territoriales dentro de la isla manifestamos nuestra esperanza de encontrarnos como pueblos en lucha y de contarnos nuestras historias. También aquí, entre  nosotros es muy importante tratar de reconstruir con los pedazos de nuestra memoria pasada y reciente, la historia de todas nuestras luchas y experiencias que en nuestra tierra han sido momentos importantes de resistencia. Además, nos gustaría crear un enfoque específico de intercambio y reflexión con l@s compas sobre el ámbito de la re-apropiación, en sus múltiples perspectivas: de la educación y los saberes, de la salud, de la tierra y de nuestros cuerpos, de nuestra capacidad de gobernarnos y autogobernarnos con la conciencia de que el poder hay que dispersar y no tomarlo ni centralizarlo. Dado este enorme empujón que experimentamos hacia la autodeterminación en diferentes frentes, también aquí en Cerdeña, queremos poder escuchar los testimonios de l@s compas, que nos ayuden a entender lo que significa de verdad gobernarse desde abajo, en un sistema en el que la política no es un privilegio, sino un servicio que se ofrece, y lo que significa mandar obedeciendo en la propia comunidad.

Si en el primer momento del encuentro que esperamos poder realizar en Cerdeña es necesario pasar el tiempo a escucharnos y a hablarnos, para poder encontrarnos, entrelazarnos y compartir; también queremos pensar a otro momento, tal vez en otro punto de Cerdeña, que sea más dedicado al convivio, como una feria, un festival, una fiesta; que ponga al centro algunas de las artes a las que tantos de nosotros del coordinamiento estamos apasionados, y que son también elementos muy importantes en la cultura de nuestra tierra: cantos, danzas, poesías y narración oral.

Nos gustaría mucho crear todo esto. No sabemos si l@s compas desembarcarán en nuestra isla, quién sabe todavía cuánto camino por recorrer antes de verlo hecho realidad, pero somos utópicos y utópicas y, si es necesario, también nuestras montañas saben navegar para alcanzarles a donde sea.

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