Durante ocho horas tienen que soportar calor, hambre y sed. Tienen a la mano analgésicos para combatir el dolor de los gogles. “Se dice fácil, no lo es, pero lo hemos llevado muy bien”, relatan los doctores Adriana Lizeth Murillo Ochoa, residente de Terapia Postquirúrgica y Jesús Martínez Gutiérrez, jefe de residentes del Instituto Nacional de Cardiología.
En ese hospital, explican, después de la jornada laboral en la designada área COVID, se discute el manejo de los pacientes para revisar cada uno de los casos. Durante el día la comunicación con enfermeros, médicos residentes y adscritos es vital para gestionar su seguimiento.
De acuerdo con los médicos, su trabajo en la pandemia no se detiene, varias áreas están destinadas a la atención: desde tamizaje en la entrada del hospital, la patología cardiovascular, urgencias, terapia intensiva, su estadía en piso, hasta el alta.
Para las guardias médicas, en el uso del equipo de alta seguridad se cuida hasta el más mínimo detalle para que no represente un riesgo, se cuida el aspecto psicológico y emocional del personal. Al final de la jornada se retira meticulosamente el equipo, se toma un baño, se cambian y al llegar a casa hacen lo mismo.
“Lo más difícil es ver a mi hijo y no poder darle un abrazo, hay que mejorar nuestros hábitos y cuidarnos”, finalizó Martínez Gutiérrez.
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