Hay que repensar la manera de hacer política pública, incluso la forma de visualizar la pobreza para poder disminuirla. El desafío resulta entonces en dos sentidos: reducir la pobreza y, simultáneamente, reducir la desigualdad que enfrenta la mayoría de los mexicanos.

En México, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), determinó una metodología para la medición de la pobreza. Con base en ésta, se define que “una persona se encuentra en situación de pobreza multidimensional cuando no tiene garantizado el ejercicio de al menos uno de sus derechos para el desarrollo social, y si sus ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades”.

A pesar de los esfuerzos que se han hecho desde la política social -eje rector- para combatir la pobreza y de manera particular en la medición de ésta, los niveles de pobreza en México parecen no tener cambios e incluso han crecido.

Datos oficiales de la pobreza en México de 2014, mostraron que 46.2 por ciento de la población enfrentaba una situación de pobreza y 9.5 por ciento de pobreza extrema.

Si se consideran los grupos por edad, el 54 por ciento son jóvenes menores de 18 años, los adultos  representan el 42 por ciento.

Si se hace referencia a la territorialidad, las entidades con mayores niveles de pobreza son Chiapas con el 76.2 por ciento, Oaxaca y Guerrero con niveles superiores al 60 por ciento.

Ante estos indicadores que evidencian la heterogeneidad y la casi nula variación de la pobreza a lo largo de los años, en la Universidad Iberoamericana se llevó a cabo un estudio de movilidad social / persistencia de la pobreza, tomando como base la metodología oficial.

El estudio de La Ibero concluyó que 7.5 de cada 10 mexicanos ha estado en situación de pobreza en los últimos diez años y 1.5 por ciento de la población permaneció en pobreza extrema en el mismo periodo.

Estos resultados nos indican que para erradicar la pobreza es indispensable entenderla, cómo cambia a lo largo del tiempo y qué factores influyen en esos cambios. Porque las políticas públicas parecen estar enfocadas únicamente en el combate de la pobreza coyuntural y no a erradicar el problema de la pobreza estructural.

Es necesario dar otra dirección y sentido a la política social,  complementándola con acciones de política económica que impacten sostenidamente a los ingresos, salarios y empleo de los hogares.

Esto no parece una tarea fácil, sobre todo ante un contexto de bajas tasas de actividad económica en el país.

* Dra. Graciela Teruel Belismelis es directora del Instituto de Investigaciones sobre Desarrollo Sustentable y Equidad Social (IIDSES) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.