El abogado, que es además uno de los teóricos indígenas más reputados en México acaba de publicar un libro titulado “¡La tierra no se vende!, las tierras y los territorios de los pueblos indígenas de México” que presentará el próximo 4 de diciembre, a las seis de la tarde, en la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles.

¿Cómo surgió este libro?

Hubo tres momentos. Primero, porque vengo de lo indígena, me crié en la tierra, trabajándola con mi papa, con mi familia. Me tocó desde niño ver como mi padre se involucraba en la lucha por la defensa de esto que ahora llamaríamos el territorio. En ese tiempo peleábamos tierra, pero el concepto era lo común. Eso me impactó bastante entonces.

Luego fueron los diálogos de San Andrés entre el EZLN y el Gobierno Federal. Me llamó muchísimo la atención que el gobierno pusiera todo su esfuerzo en no hacer compromisos por el reconocimiento de los territorios. Debo ser franco que entonces no entendía porque, si México tenía en ese tiempo una de las legislaciones más avanzadas del mundo en términos de propiedad originaria, que fue inventada aquí, al calor del constituyente y de los balazos de la revolución. No lo inventaron los griegos, ni los romanos, ni nadie. Con los años me di cuenta que ya tenían muy claro por dónde venían los megaproyectos y reconocer los territorios hubiera sido un problema para ellos.

El último momento es cuando con la avalancha de concesiones mineras, permisos para el uso del agua, trasvases de una cuenca hidrológica a la otra. Eso me prende, el plan ya estaba armado.

Finalmente decidí escribir el libro porque parte de mi actividad es asesorar a comunidades. Mucho de lo que dice viene de reflexiones que he hecho junto a otros compañeros, abogados y no, en la sierra Tarahumara en Chihuahua, con los compañeros mixtecos en Oaxaca y en Guerrero, con los compañeros de Michoacán con los purépechas.

¿Fue pensado como una guía de herramientas jurídicas para las comunidades?

Sí. Si el derecho quiere regular lo indígena, la idea es como lo indígena puede influir en el derecho. El derecho es un instrumento que está hecho evidentemente para favorecer a la clase política acomodada, pero que puede tener otra utilidad si se la sabe usar. Cualquier instrumento lo ideas para algo, pero en la práctica puede servir para otra cosa. Quienes estudiamos derecho y creemos que hay que defender los derechos de las personas, tenemos que hilar muy fino, para ver cómo volteas el filo de esta herramienta para que pegue del otro lado. Es lo que intento en el libro y la idea es que sirva como una guía. Es un instrumento no acabado que campesinos y sus asesores podrán ver si les sirve o no.

¿Qué conflictos destacarías de la mar de luchas territoriales que se están dando en México y por qué?

Hay una clave en todos los mega-proyectos en México que es la desposesión de campesinos e indígenas. Todos. No conozco uno que no lo haga. ¿Por qué? En la etapa actual del capitalismo, el capital industrial está sometido al financiero. No importa la producción porque hay muchísima y no hay quien compre. Si les pagas más a los obreros, el capitalista va a dejar de ganar y si para la producción, se le cae el sistema porque su naturaleza es esa.

¿Está sobre-desarrollado?

Mucho, esa es su crisis. Para superarla han intentado convertir en mercancía eso que hasta hace años no lo era. La burguesía del siglo XVIII no piensa que el agua lo sea. Al paso de dos siglos, a la burguesía actual no le importa que el agua sea un bien común, sino de dónde va a sacar la ganancia que ya no consigue de los ámbitos sobreexplotados. Está pasando con el agua, la biodiversidad, con muchos recursos naturales, y con los conocimientos sobre ellos. Ese es un problema que tenemos.

Ha habido muchísimas luchas importantes. En la sierra Tarahumara, en Chihuahua, debe haber unos 25 juicios reivindicando recursos naturales y territorio. Es impresionante  y se conoce poco porque están lejos. La única sentencia que conozco en América Latina reclamando territorios está en la sierra tarahumara

¿Han ganado pleitos?

Ganaron en primera instancia y ahora está en la Suprema Corte de Justicia porque el gobierno y el privado se inconformaron, pero si la corte ratifica el fallo de primera instancia, vamos a cambiar el régimen de propiedad. Hasta ahora tenemos propiedad privada, pública, comunitaria y si lo confirma, tendremos indígena.

La experiencia de los purépechas en Cherán es importante, tenemos un municipio indígena, el único en toda la historia de México por dos sentencias que ellos ganaron. Siguiendo en el norte, tenemos a los yaquis y su lucha contra el Acueducto Independencia y al noroeste de México, los pueblos yumanos: los cucapá, los kiliwa, los kumiai están peleando mucho territorio por la vía de derecho. Si te vienes más al centro tienes a los nahuas y a los huiraricas de Jalisco, a los nahuas de San Luis Potosí y Veracruz, a los totonacos de Veracruz, también en Puebla, en Guerrero a los mixtecos, en Oaxaca a los zapotecos, mixtecos, los huaves. En la península, los mayas acaban de ganar una batalla importante. Esos son los que conocemos, porque hay mucho que no conocemos.

Si tuviera que clasificar esa gran diversidad de luchas que surcan todo el territorio mexicano, ¿cómo las organizaría?

De varias formas. Una seria por los ejes temáticos que se pelean. Hay algo en común a todas, que es la pelea por la autonomía. Hay un eje en torno a la concresión de gobiernos propios, como Cherán; pero también los Guarijíos de Sonora. Es un eje importante que ha llegado a los tribunales y ha sentado muchísima jurisprudencia.

El otro eje es la defensa territorial, que lo veo con los Rarámuris, los Yaquis, los Cucapás en el norte, con los compañeros de Tila en Chiapas. Este es el más amplio.

Otro, son los recursos naturales, centralmente en contra de los proyectos mineros, que ya ni menciono porque es el país entero el que está metido ahí.

El otro importante es la generación de proyectos de desarrollo propios, con su visión, sus recursos y su conocimiento y prácticas.  A la par del que se da sobre todo en los estados del sur, guerrero, Oaxaca, Chiapas, de educación propia. Muchísimas comunidades tienen escuelas secundarias y preparatorias de nivel medio, generando sus propios proyectos de educación.

Más allá de hacer una clasificación, lo que tenemos que hacer es proyectar una defensa integral. Cuando alguna comunidad lucha en defensa de cualquier derecho, piensa en las posibilidades que tiene de ganar, en qué recursos tiene, me refiero a conocimientos, integrantes, posibilidades.

Lo que me parece un error es plantear que una lucha se puede ganar vía legal si no hay movilización. El derecho funciona como instrumento eficaz siempre que haya alguien que lo mueva abajo.