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El cierre de fronteras impide rescates de migrantes en el Mediterráneo

Mathias Rodríguez

Foto: El Alan Kurdi ha rescatado a 150 personas en el Mediterráneo central. Foto: Cédric Fettouche (Sea Eye)

“Al momento de escribir este documento, las 14:30h CEST del 11 de abril, cuatro barcos todavía están en grave peligro en el mar. Las Fuerzas Armadas maltesas se niegan a rescatar un bote en la zona de búsqueda y rescate (SAR) de Malta“, denunciaba  a principios de abril la organización Alarm Phone, que documenta y colabora en las tareas de rescate humanitario en el Mediterráneo. El comunicado se titulaba La excusa del Covid-19: la no asistencia en el Mediterráneo central se convierte en la norma y constituye una muestra muy clara de la situación de los rescates humanitarios en estos tiempos de pandemia.

“La brecha de los rescates en el Mediterráneo central ha aumentado considerablemente durante el covid-19. Actualmente no hay buques de rescate operativos en absoluto”, denunciaba Ina Fisher desde el Alarm Phone en entrevista para La Directa el pasado 3 de mayo. “Exigimos puertos seguros abiertos, el fin de las deportaciones a Libia y necesitamos libertad de movimiento para que entre todas podamos poner fin a las muertes en el mar”, añadía Fisher.

La ruta que deben atravesar las personas migrantes y refugiadas, huyendo y cruzando países y contextos políticos, sociales o económicos muy complejos, incluso con conflictos bélicos, que exponen a las migrantes a situaciones muy graves de vulneración de los derechos más básicos para cualquier ser humano. Además, el choque con las políticas migratorias de bloqueo y la externalización de las fronteras por parte de la Unión Europea,  que genera puntos calientes de concentración de personas que deben vivir durante años en centros o campamentos improvisados, esperando poder entrar en los planes de solicitud de asilo. Cerca de 40.000 casos documentados de personas ahogadas en la ruta del Mediterráneo en los últimos 20 años y decenas de miles de personas desaparecidas, según los informes de la organización Stop Mare Mortum

LOS ÚLTIMOS RESCATES REALIZADOS POR EL ALAN KURDI Y EL AITA MARI

“A nosotros nos tuvieron 12 días esperando con casi 150 personas rescatadas, hasta que Italia decidió traer el Rubattino”, narra el rescatista valenciano actualmente a bordo del Alan kurdi, Salvador Perelló, haciendo referencia al último rescate que realizaron el 6 de abril, cuando acudieron a la llamada de auxilio de dos embarcaciones en el Mediterráneo central.

Doce días tuvieron que pasar entre el rescate y el traslado de las 146 personas a un ferry más grande, el Raffaele Rubattino, por el bloqueo de los puertos y la negativa de los países europeos a colaborar en las operaciones de rescate. “La próxima misión del Alan Kurdi, se ha cancelado porque estamos ocupando ahora su tiempo con la cuarentena en Palermo, y la siguiente, originalmente planificada para mayo ha quedado oficialmente suspendida”, informa Perelló en coordinación con Sea Eye, la organización al frente del Alan Kurdi. En cuanto a las 146 personas rescatadas y trasladadas finalmente al Rubattino, después de dos semanas de cuarentena y todos los test de coronavirus negativos, estarían siendo trasladadas a los distintos puntos del sistema de acogida italiano, en Calabria y en Bari. 

Junto a ellas, también han pasado la cuarentena en el Rubattino las rescatadas por el Aita Mari, el buque vasco de rescate que navegaba desde Siracusa para volver a su puerto y que recibió la llamada de emergencia de las autoridades maltesas de auxiliar a 44 personas que había a la deriva en un bote. 

“En la navegación, fuimos alertados de que una patera llevaba tres días a la deriva al sur de Malta. Otras dos se encontraban en la zona y las autoridades no habían desplegado ninguna misión de búsqueda o rescate”, denunciaba en un comunicado la organización Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), que coordina las operaciones del Aita Mari. En este caso, el Aita Mari que el 12 de abril volvía a su puerto por la imposibilidad de continuar con sus operaciones por el cierre de los puertos seguros, cuando tuvo que cambiar su trayectoria y acudir a prestar auxilio a la embarcación en peligro, advirtiendo de que viajaba sin personal médico ni rescatistas a bordo. 

Cuando finalmente llegaron a la posición y localizaron el bote, “informamos a las autoridades maltesas y nos respondieron que podíamos darles agua y comida, porque había personas que presentaban síntomas de deshidratación, pero la situación era mucho más complicada porque incluso había personas desfallecidas en el fondo del bote”, explican desde el Aita Mari. “La crisis sanitaria por el covid-19 es un argumento al que nos hemos enfrentado tanto el Alan Kurdi como el Aita Mari, diciendo que los puertos están cerrados para no hacer ningún movimiento en las operaciones de rescate”, agregan.

“La crisis sanitaria por el covid-19 es un argumento al que nos hemos enfrentado tanto el Alan Kurdi como el Aita Mari, diciendo que los puertos están cerrados para no hacer ningún movimiento en las operaciones de rescate”

“A nivel político, las organizaciones de rescate ya estábamos criminalizadas antes del Covid-19. El hecho de que haya llegado un virus como el actual es la tormenta perfecta para ejercer los mecanismos de bloqueo que ya se estaban activando antes”, argumenta Laura Lanuza desde el Open Arms, la organización del barco de rescate con sede en Badalona y que se encuentra anclado para acometer serias reparaciones en el motor. 

La consecuencia más explícita del blindaje de las fronteras y del bloqueo de los rescates   es que desde el último realizado el 6 de abril por el Aita Mari, no hay ningún barco de rescate humanitario operativo en el Mediterráneo. Durante las primeras semanas de abril la organización Alarm Phone recibió información de varios casos de no asistencia por parte de Malta e Italia, donde las personas en peligro estuvieron días a la deriva en el mar y sin combustible, agua ni comida. “Un barco fue devuelto a Libia, pero doce personas no sobrevivieron, cinco por deshidratación y hambre, y otras siete desaparecidas en el mar”, informa Fisher desde el Alarm Phone. “Las que sobrevivieron fueron llevadas de vuelta a Libia y están traumatizadas en centros de detención”, añade.

Las organizaciones denuncian también la estrategia del gobierno de Malta que se niega a cooperar en los rescates y que ahora estaría utilizando buques mercantes para devolver a las personas a Libia. Resaltan también la situación actual de conflicto bélico en Libia y especialmente en Trípoli, que está siendo bombardeada día tras día. “Hace pocos días el puerto estaba cerrado y estaban las patrulleras fuera porque el propio puerto de Trípoli estaba siendo bombardeado. Ese es el sitio del que están huyendo las personas, y ese es el sitio al que se les está devolviendo por este bloqueo”, declara Íñigo Mijangos, coordinador del Aita Mari. 

VIAS LEGALES Y SEGURAS 

“El Mar Mediterráneo no sólo es una fosa común, sino que también se utiliza como un espacio de no derecho. Ningún Estado miembro quiere a su sociedad civil mirando, colaborando o rescatando personas, haciendo justamente lo que ellos no están dispuestos a hacer”, explica Sonia Ros, portavoz de la organización Stop Mare Mortum, que denuncia las muertes y desapariciones en el Mediterráneo, y que trabaja por la defensa de las vías legales y seguras. 

Se trata de mecanismos administrativos que los países pueden activar para permitir por ejemplo la presentación de las solicitudes de asilo directamente en los países de origen o en tránsito. “Hablamos de vías legales y seguras no porque queramos contraponerlo con cualquier acción de desobediencia, sino porque esa legalidad ofrece mayor seguridad y disminuye considerablemente los riesgos de morir durante la ruta”, aclara Ros. “Son formas de evitar que las personas que migran y que buscan refugio se tengan que tirar al mar y tengan que recurrir a las mafias para poder llegar a un territorio que consideran seguro”, añade. 

Uno de estos mecanismos o vías seguras que proponen los movimientos sociales es la reubicación efectiva de los solicitantes de asilo en toda Europa, para evitar la concentración de personas en los límites fronterizos, donde se ejerce diferentes tipos de violencia sobre las personas que intentan cruzar, y se generan condiciones de hacinamiento que ponen en jaque los Derechos Humanos en Europa.

“Desde el punto de vista político, esta situación de pandemia puede llevar a un punto de inflexión que haga dar algún paso a la Union Europea”, explican desde Stop Mare Mortum

“Desde el punto de vista político, esta situación de pandemia puede llevar a un punto de inflexión que haga dar algún paso a la Union Europea”, explican desde Stop Mare Mortum, haciendo hincapié en que el contexto de tensión en Malta es una clara llamada de atención de los países receptores en el sur de Europa al resto de Estados miembro, para que asuman la responsabilidad compartida y la solidaridad con el fenómeno migratorio. 

Una mecha que se encendía ya el pasado mes de marzo cuando el gobierno de Turquía decidió abrir su frontera terrestre y Grecia respondió con violencia, además de suspender durante un mes el derecho de solicitud de asilo. “La UE, lejos de ayudar a Grecia a ser respetuosa con los Derechos Humanos, lo que hizo fue aplaudirla y decirle que era el escudo de Europa, porque ninguno de los Estados miembro están realmente comprometidos con estos procesos compartidos, como podría ser la reubicación”, argumentan dede Stop Mare Mortum.

Una herramienta útil podría ser la solicitud de asilo en embajada. Otra sería el visado humanitario, que consiste en permitir la entrada de personas a un país por razones humanitarias. “Como actualmente no pueden solicitarlo en su país de origen, tienen que llegar hasta aquí, poniendo en riesgo arriesgando sus vidas. Entendemos que los visados humanitarios serían también una herramienta positiva”, explica Ros. 

“Los Estados de la Unión Europea que insisten en criminalizar el rescate marítimo de las organizaciones civiles son directamente responsables de las muertes en el mar y del infinito sufrimiento de las personas que huyen de Libia. La UE presume de actuar en nombre de la Humanidad, pero está siguiendo principalmente intereses nacionalistas”, concluye la portavoz del Alarm Phone.

*Este artículo fue publicado previamente en catalán en La Directa.

Tomado de El Salto

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