El boom de las colonias israelíes en la era Netanyahu

Guillaume Lavallée

A principios de 2017, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, gran aliado del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, se instala en la Casa Blanca.

A más de 10.000 km de ahí, familias de colonos plantan sus caravanas en un terreno abandonado cerca del mar Muerto, en Cisjordania ocupada, y crean Kedem Arava.

Tres años más tarde, sus hijos corretean descalzos por la colonia, juegan sobre un tobogán o se pasean en bicicleta entre las casas, que tienen un aire de contenedores o caravanas.

En los territorios palestinos hay dos tipos de colonias, todas ilegales, según el derecho internacional: las reconocidas por Israel y las otras, llamadas “outpost” o “colonias salvajes” como Kedem Arava, la primera de este tipo fundada bajo la era Trump. Sin el reconocimiento del gobierno israelí, las 40 familias que ahí viven no pueden construir casas con cimientos.

Los colonos de Kedem Arava no se consideran “extremistas”, sino como residentes de un nuevo suburbio-dormitorio a unos 30 km de Jerusalén. “Esto es un paraíso para los niños”, dice Ifat, una madre de 32 años.

“Nuestra casa”

Ptachia Rechel, que trabaja en un empresa de alta tecnología, hace a diario el viaje, aprovechando los sueldos más altos de Jerusalén, y viviendo al mismo tiempo cerca de la naturaleza.

“No estamos aquí por una opción ideológica, sino porque nos gusta la sensación de comunidad”, dice Ptachia, mientras se dedica a serrar madera para añadir una terraza a su modesta vivienda.

“Esta colonia es nueva, pero será grande”, afirma por su lado Israel Rosenfeld, que administra el asentamiento.

“Aquí está nuestra casa, no tenemos otro lugar donde vivir, he crecido aquí [en las colonias] y es aquí donde nacieron mis hijos” dice este joven padre, que no ve “ninguna diferencia” entre Israel y las colonias. Aboga por la anexión de unas 130 colonias de Cisjordania propuesta en enero por el plan Trump, y que defiende Netanyahu.

Según las autoridades, más de 450.000 israelíes -la mitad de menos de 18 años- viven en las colonias en Cisjordania ocupada, entre 2,7 millones de palestinos, es decir un aumento del 48% en diez años.

Unas 20.000 unidades de viviendas han sido construidas durante la década de Netanyahu en el poder.

El número de unidades aprobadas ha aumentado un 90% desde la llegada a la Casa Blanca de Trump, según datos de la ong israelí anticolonización “Paz Ahora”. El gobierno tiene como objetivo llegar al millón de habitantes en las colonias antes del fin de la próxima década.

“No cederemos un centímetro de tierra de Israel a los árabes, pero para eso hay que construir” afirmó el ministro de Defensa, Naftali Bennett.

Las pequeñas colonias como Kedem Arava se convertirán quizá un día en ciudades como Ariel, colonia con centros comerciales y una universidad, o en miniregiones como Gush Etzion y sus numerosas colonias, en las que nace una tercera o incluso una cuarta generación de colonos.

Para los palestinos, y para gran parte de la comunidad internacional, la multiplicación de colonias complica, o incluso impide, la creación de un Estado palestino viable con continuidad territorial.

Eliaz Cohen, trabajador social, recuerda su juventud en las colonias, cuando había una voluntad de aprender árabe y de convivir con los palestinos sin necesidad de alambradas en torno a los asentamientos. Desde la segunda Intifada (revuelta palestina) y la construcción de una barrera de seguridad entre Israel y Cisjordania ocupada a principios de los años 2000, “es como si se hubiera plantado en nuestros corazones un muro. Y el desafío de compartir tierra es cada vez más difícil…”, constata. 

Fuente: Rojo y Negro – Argentina

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