La gran limitante del agua no es la disponibilidad de la misma, asegura Joel Carrillo Rivera, experto en hidrogeología del Instituto de Geografía: “Cuando hablamos de su abastecimiento sustentable, tenemos que entender que esta implica tanto la superficial como la subterránea. La primera representa sólo tres por ciento de la cantidad total que tenemos; la segunda, el otro 97 por ciento”. Esto sugiere que estamos evitando ver la solución, señala.
De acuerdo con el investigador, es necesario saber “con más claridad cuál es la cantidad de agua que tenemos, su calidad y dónde está. Tampoco conocemos cómo la podemos obtener en forma eficiente y que esto sea en congruencia con el medio ambiente… Faltan técnicos y científicos en el tema y no hay preocupación por el mismo. En consecuencia, aunque hagamos un pozo, éste no necesariamente dará el agua que debiera porque a menudo estará diseñado, construido y operado en una forma equivocada.
Los que menos tienen pagan más
Para Carrillo Rivera, “gran parte del problema tiene que ver con el manejo de la poca agua que se tiene captada. Pasa que si deja de haber agua en las casas hay quien vende a la gente una pipa, o compra botellas o garrafones. Al final de cuentas, los que pagan más por el agua son los que menos dinero tienen, y es a ellos a quienes les cierran la llave”.
“Los que no tienen agua son la mayoría –apunta Carrillo Rivera– pero para tener una buena gestión de este recurso, primero, como país, tenemos que saber cuánta hay, su calidad y dónde está. Esto sería la base para establecer un ordenamiento territorial acorde con ello. Por ejemplo, sería como gestionar el espacio que tenemos en nuestra casa, lo que implicaría saber cuántas personas la ocupan y sus preferencias. Se hace fundamental conocer el espacio, cuántos baños, tamaño de la cocina, qué alimentos podemos proporcionar, entre otros. Con esa información sabemos a cuánta gente podemos albergar que sea acorde con sus necesidades y con lo que podemos ofrecer. Puede haber quien se quiera bañar cuatro veces al día o que desea tener su alberca o quiera regar un jardín. Así, deberá haber un arreglo diferente para que alcance el agua. En suma, lo que tenemos es una situación de falta de manejo del agua, que algunos la han llamado gestión incorrecta.
El día cero
Para el especialista “lo que hasta ahora se ha manejado como el día cero es la idea que se manejó en Sudáfrica de que, si usted tiene un repositorio, digamos, en la azotea, con una cantidad de agua que le aportó la temporada de lluvias, léase una presa, si no llueve el nivel o volumen de ese recipiente irá bajando hasta que el nivel sea cero. Eso se determina con una ecuación simple. Implica determinar cuándo se va a secar una presa si ya no llueve. El problema es que no es algo raro que no llueva, sino que ha pasado en forma secuencial, cíclica, por lo menos en años y décadas, por siglos atrás. Esto es normal. Lo que pareciera que no es que no haya habido una respuesta de las autoridades ad hoc respecto de la presencia de ese ciclo para realizar lo necesario”.
Una posible solución
A decir de Carrillo Rivera, lo que pasa en Monterrey es grave, pero hay que dimensionar, “porque parece que ya se está acabando el mundo. Recordemos cuando hubo un proyecto para la construcción de un Metro cerca del río Santa Catarina: se encontró una gran cantidad de agua subterránea, cerca de mil 200 litros por segundo. Entonces primero tendríamos que entender bien esto y buscar discutirlo, pero la limitante es que esa información no sale a la luz, y se dice que el agua superficial es la solución, aunque su presencia está sujeta a fenómenos cíclicos. Así, se soslaya el agua subterránea”.
“Las soluciones –enfatiza Joel Carrillo– desde el punto de vista de agua superficial, son muy caras, además de que son altamente impactantes desde el punto de vista ambiental y de los ecosistemas. Una opción viable que ya ha sido implementada en muchos países es la utilización del agua subterránea”.
Mucha gente y el mismo recurso
Carrillo Rivera también cuestiona por qué se sigue invitando a vivir a más y más gente en las grandes urbes como Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara y, para terminar, señala: “No es que el agua sea escasa. El agua no puede serlo, lo que es escasa es la intención de buscar entender al agua como sistema. Que no contemos con lo necesario para que la tengamos aquí es otra cosa”.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM