El 3 de enero, la empresa Ford hizo pública su decisión de no construir una planta en San Luis Potosí, lo que fue celebrado al día siguiente por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, con un tuit: “Gracias por no edificar instalaciones en México y crear 700 nuevos trabajos en la Unión Americana. Esto es sólo el principio”.
Para la profesora Violeta Rodríguez del Villar, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, detrás de esto más que un compromiso moral con EU lo que pesó fue la fuerte dependencia de la compañía hacia ese país, pues ahí se consumen dos quintas partes de sus automotores.
Esto pone a Ford en una encrucijada, pues por un lado no desea perder el acceso a su principal mercado y por el otro no puede sacrificar su rentabilidad, la cual es muy baja en Estados Unidos (resulta 40 por ciento más caro fabricar un vehículo ahí que en México). De hecho, esta disparidad en los costos de manufactura obligó a la firma a instalarse en territorios con mano de obra barata a fin de evitar la bancarrota, expuso la académica.
“Ello explica que la automotriz no haya retirado del todo su inversión de nuestro país y que de los mil 600 millones de dólares que iba a desembolsar en SLP, destinara la mitad a expandir o incrementar el nivel de operaciones y ocupación de sus instalaciones en Sonora, Guanajuato, Chihuahua y Estado de México, pues para hacer frente a empresas tan competitivas como las chinas o japonesas debe producir a costos más bajos que los garantizados por la economía estadounidense”, subrayó.
Las amenazas de Trump y sus efectos en México
Una de las promesas de campaña de Trump fue crear empleos y reactivar la industria estadounidense; para lograrlo ha amenazado con imponer aranceles de hasta 35 por ciento a toda compañía que deslocalice su producción y se lleve sus operaciones al exterior.
“Si bien Ford no admite abiertamente haber cedido a esta estrategia, es obvio que sí tuvo efecto. No obstante, cancelar la planta potosina sin abandonar el país es la manera que halló para conciliar esta exigencia presidencial con la necesidad de mantener su rentabilidad”, acotó Rodríguez del Villar.
La propuesta de la empresa —como expusieron sus directivos— es manufacturar en EU automóviles eléctricos e híbridos, mientras que en México se ensamblarán vehículos más pequeños.
“Esta medida nos implica una afectación quizá no muy importante en términos brutos dado el tamaño de nuestra fuerza de trabajo, pero sí lo suficiente como para desestabilizar la economía, lo cual se aprecia en el efecto de esta decisión en la bolsa o en cómo ha desalentado la inversión externa de corto plazo (la más cuantiosa)”, dijo.
¿Qué razones tiene Trump para proceder de dicha manera? Para la académica, la intención del magnate es enviar el mensaje de que la Casa Blanca mantendrá una política encaminada a incrementar los niveles de empleo a toda costa.
“Existe el riesgo de que firmas sumamente dependientes de EU repliquen el ejemplo de Ford, como General Motors o Nissan, aunque es poco probable que las no tan ligadas como Toyota (que apenas vende el seis por ciento de su producción en ese país) hagan lo mismo, pues su prioridad es conservar sus mercados globales y para ello deben ofrecer precios de venta mucho más bajos de los que obtendrían si pagaran una mano de obra tan cara como la estadounidense”, concluyó.