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Educación para la paz ante la desaparición de personas: reflexiones desde la experiencia de una buscadora

Yadira Mercado Benitez*

En mi colaboración anterior compartí mis experiencias como hermana de una menor desaparecida que después fue víctima de feminicidio. La desaparición y muerte de mi hermanita Jessica Mercado Benítez me acercó de una manera difícil y dolorosa a la problemática de la desaparición de personas, las complicidades estatales y las violencias burocráticas, pero también me permitió encontrar una nueva familia en mi Colectivo Búsqueda de Familiares Regresando a Casa Morelos A.C. con quienes hemos apostado, no sólo por buscar a quienes nos hacen falta, sino también por promover la construcción de una cultura de paz a través de la educación. 

Como estudiante de pedagogía, mi participación en este colectivo le ha dado un nuevo sentido a mis estudios universitarios, que son para mí una herramienta en esta lucha colectiva por poner alto a las violencias y las desapariciones que están destruyendo el tejido social de nuestras comunidades. En esta segunda parte de mi artículo quiero compartir la experiencia del Eje de Escuelas en el que he venido participando, tanto en la Brigada Nacional de Búsqueda, como dentro de mi Colectivo. 

Eje de Escuelas y La Brigada Nacional de Búsqueda de Personas

La Brigada Nacional de Búsqueda (BNB) creada en el 2016 es una iniciativa ciudadana para dignificar el dolor y darle un cauce digno al sufrimiento. Para pasar de ser víctimas a factores de cambio en la sociedad, visibilizar la problemática de la desaparición de personas, promover las búsquedas locales y sensibilizar a la población sobre esta crisis de derechos humanos. Esta iniciativa, al igual que la creación de la Red de Enlaces Nacionales, que articula a sesenta colectivos de familiares de personas desaparecidas en 18 estados del país, han tenido como una figura clave en su creación y desarrollo a la señora María Herrera Magdaleno. “Mamá Mary”, como le decimos de cariño, es una defensora de derechos humanos que busca incansablemente a sus cuatro hijos, desaparecidos en 2008 y 2010. 

La idea de articular los esfuerzos de los distintos colectivos de familiares en búsqueda del país encontró eco en otras familiares, quienes impulsaron la primera BNB en el 2016 en Amatlán de los Reyes, Veracruz. Desde entonces han tenido lugar seis brigadas más, en las que María Herrera y su familia han tenido un importante papel de liderazgo. Al convocar a organizaciones de todo el país, se busca fortalecer los vínculos entre colectivos de familiares de personas desaparecidas, reuniéndolos en distintos estados, para acompañar las búsquedas de los grupos locales en donde se realizan las brigadas. Las seis brigadas se han realizado en los estados de Veracruz, Sinaloa, Guerrero y Morelos. Así, las BNBs se han convertido en un espacio de confluencia entre familiares de personas desaparecidas, un movimiento ecuménico de distintas Iglesias y una generación de activistas que se han articulado como aliados y aliadas que han hecho suya la lucha de las familias.

Desde sus inicios, la educación había estado en el centro del trabajo de la Brigada, al llevar los testimonios y experiencias de las familias a distintos espacios comunitarios. Pero es a partir del 2019 que en la VI Brigada Nacional de Búsqueda, realizada en Huitzuco Guerrero, se decide crear de forma más delimitada, el Eje de Escuelas de la Brigada Nacional de Búsqueda. Este tiene el objetivo de generar un proceso de concientización y de prevención que nos permita, junto con la juventud, soñar y pensar en un país diferente. 

El Eje de Escuelas camina de forma paralela y entrelazada integrando en conjunto seis ejes: búsqueda en vida, búsqueda en campo, identificación forense, sensibilización en escuelas, sensibilización en iglesias y sensibilización con autoridades, que conjuntamente generan espacios de escucha, lucha y memoria. 

El Eje de escuelas y mamá Mari llevan a cabo un ejercicio de sensibilización para niños y familias en Morelos. Foto Eje de Escuelas de la BNB.

Previo a la realización de cada Brigada, los y las coordinadoras del Eje y las organizaciones locales, buscan contactos con las escuelas de la región que se visitará para crear las condiciones que permitan promover el diálogo entre los colectivos de familiares y la comunidad educativa. Las visitas a las escuelas son parte de una jornada de actividades en pro de la construcción de paz y la reconstrucción del tejido social a través del intercambio de sentires, saberes y memorias. La presencia de la Brigada en las escuelas se propone instaurar un punto de referencia en la historia de estas comunidades escolares para hablar sobre el fenómeno de las desapariciones en México, desde una mirada humanitaria, sensible y con perspectiva de derechos humanos. En este sentido, la labor busca sembrar la semilla de la memoria social en las infancias y juventudes actuales a través del diálogo generado mediante las palabras compartidas con los familiares de las personas desaparecidas, y del reconocimiento del arte como una herramienta para la construcción de paz. 

Hemos recurrido a formas creativas de llevar nuestros mensajes, que incluyen no sólo el testimonio de quienes hemos sufrido la desaparición de un ser querido, sino también manifestaciones artísticas como el teatro, la música y la pantomima. Estas actividades  son realizadas por una comunidad de jóvenes solidarios y solidarias que se han integrado al trabajo del Eje. 

Trabajar en colectivo ha implicado romper con el miedo de las familias y estrechar vínculos con las comunidades con las cuales se desarrollan las búsquedas, quienes nos reciben en sus territorios abriéndonos los brazos. Nuestro trabajo en los espacios escolares se propone generar procesos de reflexión donde a través del diálogo se pueda entender la problemática de la desaparición. 

Actividades que se realizaron en una escuela de Morelos junto al eje de escuelas de la BNB. Foto Eje de Escuelas BNB.

Compartir con los y las estudiantes nuestras experiencias ha implicado abrir nuestro corazón para re-dignificar las memorias de quienes nos hacen falta y legitimar las labores de búsqueda. Nuestro trabajo de concientización tiene como punto de partida entender a las desapariciones como un crimen de lesa humanidad y una forma de tortura continuada para sus familias. 

Las personas desaparecidas no sólo nos faltan a los parientes directos, sino que dejan un vacío en sus comunidades y nos hacen falta a todas y a todos.  La sociedad puede aportar mucho, desde abrazar en sentido figurativo, hasta buscar a las personas haciendo eco o replicando nuestros mensajes. Tenemos la necesidad de que las escuelas se conviertan en espacios receptivos para familiares de personas desaparecidas. Con este objetivo hemos contactado a distintas instituciones educativas para realizar en ellas labores de concientización, para brindar información útil para la prevención y para crear posibilidades de apoyo a estudiantes cuyas familias también hayan padecido este delito.

A través de nuestras intervenciones en las instituciones escolares hemos tocado fibras muy sensibles. Hemos dialogado con quienes ya conocen el fenómeno porque les es muy cercano y también con quienes no. Nuestra apuesta es sacarlos de su indiferencia y apatía, invitándoles a que se sensibilicen con los familiares que están en búsqueda. 

En nuestras visitas a las escuelas hacemos consultas sobre los derechos que conocen los y las estudiantes, abrimos el diálogo para que se reconozca que las personas desaparecen desde el primer momento en que alguien se los lleva y después hay una segunda, tercera y sucesivas desapariciones cuando nadie las busca, cuando no hay instituciones gubernamentales que hagan búsquedas efectivas y en muchos casos (como el de Jessy) cuando sus cuerpos son desaparecidos por las burocracias forenses. Con el mensaje de que las familias en búsqueda estamos luchando por los derechos y que todo derecho actual viene de una lucha previa, los y las invitamos a hacernos llegar información en caso de que sepan de alguna persona desaparecida o a compartir cualquier dato que contribuya a los procesos de búsqueda. 

Nuestra invitación a los y las estudiantes incluye también distintas dinámicas para que compartan palabras de aliento y cariño para todas las personas que buscan a sus seres queridos. Han sido múltiples las ocasiones en las que estudiantes se acercan a nosotras al final de la visita para pedir información, pues en sus núcleos familiares también hay personas desaparecidas. Esto nos confirma el subregistro que existe, debido al miedo que ha llevado a muchas familias a no denunciar y no buscar a su ser querido. Nuestras intervenciones sirven también para conectar a estas familias que viven de manera aislada y solitaria la desaparición de un ser querido, con el movimiento nacional y con las organizaciones locales. 

Trabajar desde la educación es una forma de contribuir a la formación de una nueva generación de hombres y mujeres que rechacen la violencia como forma de obtener y mantener el poder. Convocamos a todas las infancias, las juventudes y a todas las personas a que se sumen a este ejercicio de lucha por la verdad, por la memoria y la justicia. 

Si bien reconocemos que estamos ante un escenario trágico, nos mueve la esperanza de que en esta última década los colectivos de personas desaparecidas no solo se han dedicado a buscar a sus seres queridos, sino que se han convertido en educadores y educadoras que promueven una cultura de paz. Hemos logrado también incidir a nivel legislativo promoviendo la promulgación de la Ley General de Víctimas (2013), la Ley General sobre Desapariciones Forzadas de Personas, Desapariciones Cometidas por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas (2017), el Protocolo Homologado para la Búsqueda de Personas Desaparecidas y No Localizadas (2020) así como la creación del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense (MEIF) (2021). Pero todas estas leyes, pueden quedar en “letra muerta” si no logramos apropiárnoslas como herramientas de lucha, exigiendo que se cumplan y promoviendo su conocimiento a través de nuestro trabajo educativo.

El modelo del Eje de Escuelas ha sido retomado por varios de los colectivos de familiares del país. Este es el caso de nuestro colectivo “Búsqueda de Familiares Regresando a Casa Morelos”. Como parte de las actividades del mismo, hemos visitado varias escuelas de nuestro estado para hacer sensibilización sobre el fenómeno de desaparición. En la mayoría de los casos hemos sido recibidas con gran cariño y aceptación por parte de jóvenes de primaria, secundaria y preparatoria de diferentes escuelas.

Si bien en la Brigada Nacional de Búsqueda se han priorizado las escuelas secundarias y preparatorias para realizar las intervenciones educativas, en nuestra colectiva aceptamos el reto de trabajar con niños y niñas de preescolar y primaria. Esto ha implicado desarrollar formas creativas y lúdicas de transmitir nuestros mensajes, centrándonos en el componente de promoción de una cultura de paz. En la última escuela que visitamos en el mes de julio de este año, Matlalli Montessori, la recepción de los niños y niñas fue una experiencia que nos dejó con el corazón y los sentimientos a flor de piel.  La comunidad infantil se había preparado para recibirnos, habían escrito mensajes de solidaridad y buenos deseos, y nos dieron flores, regalitos y donativos por parte de los padres de familia. Se trató de un ritual amoroso que nos permitió recargar nuestra energía política. 

En esta visita nos dimos cuenta que la niñez es muy receptiva y que maneja más información de la que nos imaginábamos sobre la realidad que vivimos. También expresaron muchas dudas que pudimos responder mediante un diálogo amoroso y solidario con los niños y las niñas. Las maestras fueron fundamentales para crear un ambiente de sororidad que permitió el diálogo con los y las estudiantes.

Las experiencias del Eje de Escuelas me han hecho reflexionar sobre la urgencia de incluir en la currícula escolar el tema de la educación para la paz. La Brigada Nacional de Búsqueda ha dado ya los primeros pasos, es importante que las autoridades educativas tomen en serio la crisis de derechos humanos que vivimos y apuesten por que las escuelas sean centros de formación de hombres y mujeres que rechacen la violencia como medio para obtener poder y bienes materiales.  

Nosotras seguiremos llevando nuestro mensaje a las nuevas generaciones, compartiendo nuestros testimonios de dolor, pero también de esperanza. En cada visita a un centro escolar esperamos poder sembrar una semilla de conciencia social, hay que fortalecer nuestras comunidades, tenemos que cuidarnos entre todas y todos, cuidarnos colectivamente y que esto nos ayudará a que cada vez sea menos grande esta desesperación por la desaparición en nuestras familias.

***

*Yadira Mercado  es integrante del colectivo Búsqueda de Familiares Regresando a Casa Morelos A.C. Estudiante del 9 semestre de pedagogía de la Universidad Darwin y becaria del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).

*El Grupo de Investigaciones en Antropología Social y Forense (GIASF) es un equipo interdisciplinario comprometido con la producción de conocimiento social y políticamente relevante en torno a la desaparición forzada de personas en México. En esta columna, Con-ciencia, participan miembros del Comité Investigador y estudiantes asociados a los proyectos del Grupo (Ver más: www.giasf.org)

La opinión vertida en esta columna es responsabilidad de quien la escribe. No necesariamente refleja la posición de adondevanlosdesaparecidos.org o de las personas que integran el GIASF.

**Foto de portada: Mamá Mari rodeada de los niños en el ejercicio de sensibilización de escuelas.  Eje de Escuelas de la BNB.

Publicado originalmente en A dónde van los desaparecidos

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