Ecofeminismo de andar por casa

Marta Monasterio Martín

Piensa en un parque. Puede ser el de tu barrio o alguno que hayas visitado. Imagina que éste es uno de los pocos espacios verdes que hay en tu ciudad y que además, responde a las necesidades de mucha gente diferente.

Este parque, a pesar de su limitado espacio en un lugar densamente edificado, tiene un montón de usos diferentes, tantos que a veces son fuente de conflicto: hay pocas zonas de césped, suciedad por todas partes debido a las cacas de perro, los columpios no tienen sombra, las personas mayores no encuentran lugares tranquilos, hay disputa por las canchas de baloncesto… Ahora imagina que, debido a todos estos problemas, se va a llevar a cabo una gran remodelación y que tú eres la persona responsable.

Así comienza un juego de roles que desarrollamos desde hace cinco años en el curso de Ecofeminismo que se imparte en la escuela online de Ecologistas en Acción y por el que ya han pasado más de 300 alumnas y alumnos. Porque aunque no lo parezca, remodelar un parque tiene mucho que ver con el ecologismo social y con el feminismo. ¿Jugamos?

En esta dinámica puedes ser una madre marroquí con tres hijas pequeñas, un adolescente al que le gusta el básket, un abuelo que cada mañana lee el periódico en un banco al sol, el dueño de un perro cuyo único sitio para pasear sin asfalto es ese pequeño espacio verde… Seas quien seas la pregunta siempre será la misma: ¿cómo se toman medidas que solucionen los problemas y respondan a necesidades concretas asegurando la armonía con el entorno y el camino hacia la erradicación de las desigualdades entre sexos y personas diversas?

Vamos con un ejemplo. Amaia, alumna de la primera edición del curso online, defendió su trabajo desde la mirada de esa madre marroquí de tres hijas. Sus problemas eran múltiples: se achicharraba de calor en la zona de los columpios, no conocía las actividades que se realizaban en el centro municipal del parque porque no hablaba el castellano, no tenía espacio verde para estar tranquila con sus niñas, y el poco que había estaba minado de excrementos de perros.

Con este análisis de la situación y atendiendo sólo a las necesidades de la madre de tres hijas, Amaia propuso unas cuantas soluciones. Se le ocurrió que podría ser buena idea sembrar césped por todo el parque, cambiar los columpios a la zona arbolada y plantar más árboles, prohibir la entrada de perros y traducir al marroquí todas las actividades del ayuntamiento en el parque. Aparentemente todas las respuestas parecen estupendas, ¡problemas solucionados! Sin embargo la propuesta ecofeminista nos dice que hay que rascar un poco más, sentarte en otras sillas para ver cómo se ve la misma realidad. Nosotras, las tutoras, le lanzamos algunas preguntas a su trabajo.

  • El césped parece agradable a la vista. Pero tiene un gasto de agua absolutamente despilfarrador y además, para conseguir un aspecto homogéneo y sin calvas, está tratado con herbicidas nada buenos para la salud humana ni para el medio ambiente. ¿No sería mejor ‘enverdecer’ el parque con plantas tapizantes autóctonas como yedra, acostumbrando la vista a un suelo no tan de escaparate pero mucho más natural y agradable?
  • La zona arbolada es pequeña y actualmente se usa por personas mayores. ¿Son compatibles ambos usos? Y si se plantan árboles, en principio es un win-win porque los árboles dan muchos beneficios a los ecosistemas, también a los ecosistemas urbanos: apantallamiento del ruido −es decir, reducen el bullicio−, filtran y purifican el aire, servicio estético y cultural, dan hogar a los pájaros, etc. Pero ¿cualquier árbol? Quizás mejor pensar en especies autóctonas, con necesidad de agua adaptada al entorno, quizás de hoja caduca para dejar pasar el sol en invierno y dar sombra en verano.
  • Traducir a otros idiomas es un paso importante para fomentar la participación de mujeres marroquíes en el parque. Pero, ¿es el idioma la única traba? ¿En qué horario se ponen las actividades? Si son actividades solo de adultas, ¿con quién se quedan sus hijas?
  • Y sobre los perros: a esta mujer puede que no le gusten y prohibir su entrada al parque puede ser una solución para ella. Pero, ¿y para las persona que tienen perros? ¿y para los propios animales?

ECOFEMINISMO PARA CONSTRUIR ALTERNATIVAS

El ecofeminismo se está afianzando como un discurso sólido, riguroso e inspirador con el que mirar de manera crítica la realidad que nos rodea. Pero no solo. El ecofeminismo también ofrece claves y pistas metodológicas con las que construir alternativas.

Ofrece propuestas a nivel estructural, pone sobre la mesa la necesidad de que los cambios políticos, sociales y económicos combinen tres dimensiones: la sostenibilidad ambiental, la equidad de géneros y la justicia social.

Desde la óptica ecofeminista este juego de rol, que a primera vista puede parecer muy simple, esconde una gran verdad: las personas somos diversas, tenemos necesidades muy diferentes y a veces, la respuesta a lo que yo necesito −por muy buenas intenciones que tenga− entra en conflicto con lo que necesita mi vecina del tercero. Y en muchos casos, también, entra en conflicto con la sostenibilidad ambiental de mi entorno más cercano.

Vamos con otro ejemplo. Uno de nuestros personajes favoritos: la chica adolescente que se siente insegura cruzando el parque por la noche. La primera solución a su necesidad de seguridad por parte de casi todas las alumnas y alumnos es rápida: poner farolas en todo el parque. Interesante, pensamos. Pero ¿es realmente necesario? ¿y el gasto energético? ¿y la contaminación lumínica?

A partir de estas preguntas se ponen en diálogo las necesidades humanas con las ambientales. En algunos casos, las alumnas consideran que el impacto ambiental es necesario porque la necesidad lo justifica. Pero incluso cuando es así, se pueden pensar fórmulas para minimizar este impacto: el número de farolas, la orientación de los focos o el voltaje de las bombillas son elementos decisivos y sí, existen formas de colocar el alumbrado de manera más eficiente.

Pero sigamos: ¿ponemos luces y se acaba el problema de seguridad? ¿esto va de una cuestión lumínica o de un problema cuya raíz tiene que ver con nuestra sociedad machista y patriarcal? Dice el feminismo que ‘La calle y la noche también son nuestras’ y desde esa óptica las alumnas lanzan múltiples soluciones para atajar esta expresión de las violencias machista: campañas de sensibilización, talleres de autodefensa para jóvenes, trabajo de barrio para crear redes de apoyo, etc.

El ecofeminismo de andar por casa, el que nos orienta a encontrar soluciones a problemas cotidianos nos dice lo mismo que las teóricas, filósofas y pensadoras ecofeministas llevan casi medio siglo apuntando: siempre hay que elegir, pero es mucho mejor hacerlo poniendo en diálogo las necesidades ambientales con las humanas, y siempre desde la participación real, teniendo en cuenta la diversidad, la perspectiva de género y la justicia social. Fuera de estas premisas encontraremos soluciones parciales, que resuelven cuestiones concretas, pero que probablemente agudicen aún más los problemas de una sociedad machista, discriminatoria y muy insostenible.

Si te apetece profundizar un poco más en todas estas cuestiones y reflexionar juntas, te invitamos a participar en alguna de nuestras ediciones del curso de Ecofeminismo online. Abierta inscripción para la próxima convocatoria hasta 25 de octubre.

 

Este material se comparte con autorización de El Salto

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