Brasil en Rojo

Spensy Pimentel

¿Dónde está el policía?

Como ya se ha indicado aquí en textos anteriores, los policías militares tuvieron un papel destacado en el golpe (por ahora) blando, actualmente vivido en Brasil. Las dinámicas que combinaron una fuerte represión a las manifestaciones de izquierda con tolerancia y apoyo a las manifestaciones impulsadas (abiertamente o de forma oculta) por la derecha para pedir el impeachment, fueron sin duda decisivas en grandes ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro, entre otras. Con eso, se mantuvieron, desde 2013, los ánimos feroces de gran parte de la clase media que se unió a las protestas «coxinha» (todo esto, por supuesto, siempre con el apoyo amigo de los medios de comunicación).

En las últimas semanas, nuevos hechos han demostrado que estas corporaciones mantienen su posición importante en el tablero de ajedrez de la política. El ex jefe de la Policía Militar de Sao Paulo – la principal policía del país, con más de 100 mil personas – durante el período más fuerte de las manifestaciones callejeras (2013-15), el abogado Alexandre de Moraes, pasó, en menos de un año, a Ministro de Justicia y, ahora , ha sido indicado para el Supremo Tribunal Federal – pocas semanas después de la muy sospechosa y conveniente muerte, en función de accidente aéreo, del Ministro Teori Zavascki.

Por coincidencia, Zavascki era precisamente el ponente de los procesos vinculados a la llamada “Operación Lava Jato”, que investiga la corrupción y está en el corazón de la crisis política desde 2014. Para completar, vale la pena recordar que sólo han pasado unas pocas semanas después de una serie de terribles masacres de presos en las cárceles en Amazonas, Roraima y Río Grande do Norte. En otro país, la incompetencia del ministro le habría costado la renuncia.

¡Pero eso no es todo! La semana pasada, casi en el mismo día de la indicación de Moraes, salió a la luz un paro general de la Policía Militar de un pequeño estado de la costa sudeste, el Espíritu Santo – conocido precisamente por haber tenido fuerte presencia de escuadrones de la muerte formados por policías durante la dictadura militar y hasta los años 90, el famoso grupo Scuderie Le Coq, por lo cual habrían pasado más de mil hombres. Las imágenes del caos generado por la ausencia total de policías en las calles en el estado corrieron por el país: saqueos en muchas tiendas y supermercados, homicidios y tiroteos en plena luz del día, mientras las autoridades instaban a los trabajadores a quedarse en casa, ya que no se podía garantizar la seguridad general: sectores como el transporte, la industria, los servicios, escuelas, simplemente se detuvieron. La situación duró casi una semana.

El detalle es que los policiales de Espíritu Santo dicen que están sin aumento salarial desde hace cuatro años, precisamente a causa de un ajuste fiscal que se ha aplicado en el estado en los últimos años y que es bastante similar a lo que ahora se intenta hacer a nivel federal. En los últimos días, para resolver la situación, el gobierno autorizó el despliegue de tropas federales al estado y anunció la prisión de un gran número de agentes de policía por el paro (en un principio, se habla de 700).

Al mismo tiempo, surgía la posibilidad de un movimiento similar en Río de Janeiro – un estado mucho más poblado e importante en términos de medios de comunicación – y para contener eso se tomaron otras medidas. Pero vale la pena señalar que la situación precaria de las finanzas de los estados es casi general en el país. Otras protestas de funcionarios públicos han tenido lugar en diferentes partes del país, y nada indica que la situación económica mejore en el año para superar las dificultades por arte de magia.

¿O sea que qué depara el futuro próximo, teniendo en cuenta un marco de este tipo? Un gobierno desmoralizado como el actual, debido a las numerosas quejas de corrupción en contra de sus cuadros dirigentes, frente a una situación económica adversa, mientras políticos de la extrema derecha tienen fuertes ganas de navegar por una ola de caos y la izquierda sigue debilitada por el colapso del PT – si el descontento de los funcionarios públicos y por encima de los policiales se extiende, el país podría perder uno de los últimos pilares de nuestra democracia representativa frágil, tan importante para mantener la unidad nacional en los momentos cruciales en la historia de Brasil: el gran garrote. O estaríamos viendo el preámbulo de un golpe 2.0, ¿ahora picoso?

Corram que a polícia vem aí!

Spensy Pimentel

Como já indicávamos aqui em textos anteriores, as polícias militares tiveram papel destacado no golpe (por enquanto) suave em curso no Brasil. A dinâmica que combinou repressão pesada a manifestações de esquerda alternada com tolerância e apoio a manifestações que pediam o impeachment foi, certamente, decisiva em grandes cidades como São Paulo e Rio de Janeiro, entre outras, no sentido de contribuir para sustentar os ânimos acirrados de boa parte da classe média que aderiu aos protestos “coxinhas” (tudo isso, claro, sempre em dobradinha com a grande mídia). E, para que se entenda o nível absolutamente primário das elaborações políticas produzidas por essa turma, basta dizer que o grande grito de ordem dessas manifestações era “Ei, Dilma, vai tomar no cu”.

Nas últimas semanas, novos fatos mostraram que as polícias permanecem em posição importante no tabuleiro do xadrez político. Ex-chefe da Polícia Militar de São Paulo – a maior das polícias do país – durante o ápice das manifestações de rua (2013-15), o advogado Alexandre de Moraes passou, em menos de um ano, a ministro da Justiça e, agora, indicado a uma vaga no Supremo Tribunal Federal – logo após a suspeitíssima morte, em função de acidente aéreo, do ministro Teori Zavascki, que era, justamente, o relator dos processos ligados à chamada Operação Lava Jato, investigação sobre corrupção que está no cerne da crise política desde 2014. Para completar, e para que se tenha dimensão da aposta que essa indicação representa, vale lembrar que ela acontece poucas semanas após uma série de terríveis massacres entre prisioneiros ligados a diferentes facções criminosas, em presídios do Amazonas, Roraima e Rio Grande do Norte. Em outro país, a incompetência do ministro lhe teria valido a demissão.

Mas, não é só isso! Na última semana, quase no mesmo dia da indicação de Moraes, veio à tona uma paralisação da Polícia Militar de um pequeno estado da costa sudeste, o Espírito Santo – conhecido, justamente, por ter sido palco para forte atuação de grupos de extermínio formados por policiais durante a ditadura militar e até os anos 90, a famosa Scuderie Le Coq, pela qual teriam passado mais de 1.000 homens. As imagens do caos gerado pela completa ausência de policiais nas ruas no estado rodaram o país: diversos saques em lojas e supermercados, assassinatos e tiroteios em plena luz do dia, e autoridades recomendando aos trabalhadores que ficassem em casa, pois não se podia garantir a segurança pública: setores como os transportes, a indústria, os serviços, as escolas simplesmente pararam. A situação durou quase uma semana.

O detalhe é que os policiais do Espírito Santo reivindicam reajuste salarial, o qual dizem não receber há quatro anos, justamente em função de um ajuste fiscal que vem sendo aplicado no estado nos últimos anos e que é bastante semelhante ao que se tenta agora emplacar em nível federal. Nos últimos dias, para resolver a situação, o governo autorizou o deslocamento de tropas federais para o estado e anunciou punição para um grande número de policiais (inicialmente, fala-se em 700). Ao mesmo tempo, prevendo a possibilidade de um movimento semelhante no Rio de Janeiro – um estado muito mais populoso e importante em termos midiáticos –, outras medidas foram tomadas. Mas, vale observar, a situação precária das finanças dos estados é, hoje, geral. Outros protestos de funcionários públicos têm acontecido em diversos pontos do país, e nada indica que a situação econômica possa melhorar ao longo do ano de forma a contornar as dificuldades num passe de mágica.

Ou seja, o que o futuro próximo nos reserva, considerando-se tal quadro? Um governo desmoralizado como o atual, por conta das numerosas denúncias de corrupção contra seus principais quadros, enfrentando uma situação econômica adversa, com políticos da extrema direita ansiosos por surfar numa onda de caos e uma esquerda fragilizada pela derrocada do PT – se o descontentamento dos funcionários públicos e, sobretudo, das forças policiais se espalhar, o país pode perder um dos últimos sustentáculos de nossa fragilizada democracia representativa, tão importante para sustentar a unidade nacional em momentos cruciais da história do Brasil: o porrete. Ou estaríamos assistindo ao preâmbulo do golpe 2.0, agora picante?

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