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Día Nacional del Maíz, entre la violencia contra los campesinos y el agrocidio

Fran Richart / Desinformémonos

Hoy en centenares de comunidades y pueblos de México se venera al maíz, alimento que todo mexicano consume, al menos, una vez al día. Para la campaña nacional Sin Maíz no Hay País, la gramínea nativa se encuentra amenazada entre la persistencia de inclusión de campos transgénicos y “la decisión de acabar con la agricultura campesina para beneficiar a las empresas de agro negocios que explotan a jornaleros y jornaleras como en San Quintín y que ha provocado el éxodo de millones de campesinos hacia Estados Unidos”, declaran en un comunicado.

México posee 59 razas nativas de maíz y miles de derivaciones que los campesinos cruzan para tener la mejor mazorca adaptada su milpa o campo. Hoy 29 de septiembre se celebra el Día Nacional del Maíz porque coincide con el libramiento de la segunda cosecha en muchos pueblos y porque es San Miguel Arcángel, protector y encargado de espantar el hambre. Sin embargo, el maíz mexicano afronta muchos desafíos a pesar de ser la dieta principal de millones de personas.

El pasado 17 de septiembre se celebraron dos años de la medida precautoria judicial vigente que impide la liberación al ambiente para siembra de maíz transgénico en todo el territorio nacional. La multinacional Monsanto era la principal interesada en sembrar transgénicos en México, intención que se ha frenado tras quince años de lucha.

Pero la polinización no engaña, y en varios pueblos de Oaxaca o Chihuahua, se ha detectado campos de maíz transgénico que empiezan a contaminar los locales. Pese a la prohibición, estos cultivos empiezan a aparecer y “ante la falta de políticas públicas para el campesinado, hay empresas que los encandilan con semillas transgénicas para que una vez esté legalizado ya haya parcelas con producción”, explica Francia Gutiérrez, integrante de la campaña Sin Maíz No hay País.

Dirigentes como el ex presidente José Mujica en Uruguay, han defendido la siembra de transgénicos para combatir la hambruna mundial. Pero para los activistas que quieren frenar el cereal modificado genéticamente,  apuntan que el problema del hambre entra en una lógica capitalista donde un tercio de la comida producida se desperdicia. “No se distribuye el alimento, el maíz es un commodity, donde especulan con él en la bolsa de valores. En 2008, con la crisis alimentaria, jugaron con el precio del maíz a nivel mundial. Tuvimos que importarlo de Estados Unidos y afectaron a los productores de maíz blanco en Chihuahua y Sinaloa”.

Para muchas activistas del elote, no hace falta empresas como Monsanto para tener más maíz y saludable.  Los saberes campesinos y los procesos agroecológicos pueden incentivar los niveles de producción y buscar prácticas que no tengan un costo ambiental como los transgénicos, donde se genera una erosión en la tierra y al consumirla se ingiere el glifosato, que provoca alergias y males crónicos que afectan en el último tercio de vida a los humanos.  El glifosato se usa para matar las demás especies que crecen alrededor de las varas de maíz, hecho que afecta al sistema de la milpa, donde se produce además jitomate y frijol.

Pero es también la violencia que sacude al país otro factor amenazante para los cereales. Para Sin Maíz No hay País, la explotación y despojo para privatizar recursos naturales, afecta a los elementos que el campo necesita y nos provee como el agua, los bosques, los minerales y las semillas. “La apropiación de los recursos de los cuales depende la reproducción de la vida atenta contra los derechos humanos”, expresan.

En un documento realizado por el Centro de Vigilancia de Desplazados Interno, existen un total de 281 mil 400 desplazados internos en México, debido a la violencia ligada al tráfico de droga. Solo el año pasado se registraron nueve mil desplazados en 10 estados del país. A eso, hay que sumar los más de 150 mil muertos y desaparecidos en la “Guerra contra el narco”, iniciada por el presidente Felipe Calderón.

Desde la contrarreforma agraria del presidente Carlos Salinas de Gortari, se incorporó al mercado libre tierras para establecer agronegocios privados, empresas industriales, crear fraccionamientos, tiendas departamentales, etc. La propuesta de los activistas para combatir los diferentes frentes abiertos que tiene el maíz, y por ende los agricultores y jornaleros, es mantener la agricultura indígena y campesina, como resultado de la convicción de que sólo con la participación y la justicia para los indígenas y campesinos se podrá salir de esta profunda crisis.

En su día, la mazorca será degustada y ofrendada en poblaciones de Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Tlaxcala, Guanajuato y demás entidades, donde constituye no solo el principal alimento sino el organismo que vertebra comunidades y culturas.

 

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