El 8 de marzo me inspira a compartir mis versos, sentimientos y dudas, palabras tejidas con amor inocente pero también con coraje, de ese que nos lleva a hablar, opinar, decir NO y decir también SÍ, publicar.
El 8 de marzo me inspira a confesarme poeta a pesar de la presión y crítica ante las primeras personas con quienes compartí mis textos y no dudaron en aconsejarme tener cuidado porque no vaya a ser que mi reputación…
El 8 de marzo me inspira finalmente a compartir quién soy a través de mi voz escrita que a su vez comparte la de otras mujeres con quienes me encontré en el camino y a quienes busco honrar a través de estos escritos, en mi primer poemario: VerdeSer. El 8 de marzo me inspira justamente a eso: verdeser y dejarme brotar.
Sí, intuyo
Intuyo que me dirás loca, infértil o rebelde
que me juzgarás y me callarás.
Pero presiento un camino que no detendré
porque las huellas son muchas,
porque tengo la bendición de ser mujer.
Por supuesto que intuyo, no podría ser diferente.
Intuyo voces
movimientos
sonidos.
He sido consagrada para dar a luz.
Intuyo persecución
de la que saldremos victoriosas
danzando y esculpiendo
con fuerza y atracción.
Intuyo concepción.
Gracias abuelas, intuimos bien.
Menstruación
Y es que el aire parece calar,
la extraña sensación de mucho qué decir
pero que parece nadie comentará,
porque por alguna extraña razón, esto no fluye.
La apatía me lleva a otra dirección
e incluso escribiendo
me aburro
me desespero
me confundo.
Un poco cansada
quizá molesta.
Un poco de todo en estos días.
La cabeza me confunde
(y yo, que quería volar).
Parece que mi día se torna melancólico
y la melancolía aconseja mal.
Decido tomar una pastilla,
el dolor realmente me incomoda.
Parece que no acepto
el sangrado heredado,
mis músculos lo reconocen
se aprietan.
Ahora ni mis rodillas quieren caminar.
No nos enseñaron a agradecer,
no nos enseñaron que era una bendición.
Mis ropas cambian,
me inflamo
lloro.
El día es melancólico cuando la menstruación llega.
Tantas calladas
sangrándole a la vida,
tantas calladas
aborreciendo lo aprendido:
que la sangre sólo mancha,
qué importa si es vida.
Las de la historia
Sara, Hagar
Miriam y Débora.
Ruth, Esther y Judith
la Mujer Samaritana, Martha.
La Mujer que sangra, la Mujer Cananea
la Mujer que perfuma la cabeza de Jesús,
María Magdalena
María, Madre de Jesús
Junia, Febe
Prisca, Lidia.
María, Madre de Juan Marcos
Tecla,
todas las de la historia:
Dancen en este círculo de la vida
para que su corazón resucite conmigo.
Háganse presentes en mi voz
para que mi espíritu permanezca en el amor
y mi cuerpo se una al suyo
para que mi mente trascienda horizontes.
Únanse
a mi respiración que abanica encierros
a mis pies que revelan paciencia
y mis manos que derraman ternura.
Únanse a mis labios que reclaman
exaltar a nuestro Dios
Diosa
que nos ama
y que nos sigue complicando la vida
para SER justo lo que jamás pensamos ser.
Nosotras mismas.
Las de la Historia.
Rosita
Y Rosita se preguntará por qué
y Rosita no sabrá responder.
Su cuerpo ha sentido un calor que no buscaba
hastío y vómito
las lágrimas son parte de su vestido.
En su corazón las cicatrices le han cambiado la mirada.
Sin rumbos
sin caminos. Rosita no sabe nada.
Un último jaloneo la hace salir del lugar.
Una redada.
Rosita tiene vestido nuevo,
huele bien y vuelve a confiar.
Con sus cicatrices camina
quiere creer que puede creer.
Rosita no olvida,
aún jugando a veces se apaga.
Quiere creer que puede creer.
Eso la mantiene despierta.
Tengo
Tengo dos niños,
son mi vida y les amo con toda el alma.
Tengo 17 años,
son mi vida y les amo con toda el alma.
Por ellos salgo adelante
por ellos me levanto cada día,
es un esfuerzo vivir.
Tengo 15 años.
Tengo 17 años, un hijo y una bebé en mi vientre
que no me deja dormir.
Tengo 20 años y soy de Petén
tengo 16 años y soy de Jalapa
tengo tres hermanas y diez problemas
tengo…
Tengo…
Tengo cicatrices que no me he hecho
que no quise.
Tengo rabia
tengo preguntas que nadie se atreve a responder
y lágrimas que me acompañan.
Tengo un cuerpo que alguien usó
unas manos que han querido golpear
tengo impotencia
tengo ganas de venganza.
Tengo sed
miedo
gritos que nadie escucha
sueños encarcelados
tengo que irme de aquí.
Soy Julia,
soy Jacinta,
soy Esperanza
y tengo fe
inquietud,
deseos.
Tengo habilidades
aprendizajes
tengo luchas y sueños
opinión
derechos
y hambre.
Soy Julia…
Soy Jacinta…
Soy María tengo 16 años y estoy embarazada.
El bosque y yo
He aprendido mucho sobre el bosque
y sobre mí:
A contemplarle – a contemplarme.
A quererle – a quererme.
A valorarle – a valorarme.
A descubrirle – a descubrirme en profundidad.
A tomarle sabor a ese verde
y amar aún en la oscuridad.
He aprendido mucho sobre el bosque
y sobre mí:
A dejarme llevar por el viento
a danzar con la mariposa
a sentir cosquillas,
a presumir mis arrugas
y hablar lento pero sabio.
He aprendido mucho sobre el bosque
y sobre mí:
A disfrutar el tiempo,
a vivir paciente y constante
a ser hogar humilde y discreto
o ser cueva de una que otra fiera.
A ser misterio
en su canto.
Vida
en su latido.
Calor
y cobijo
en la lluvia.
A dejarme llover
y acompañar por la luna,
a vibrar como él con todas sus raíces
y acunar tiernamente todo aquello
que va naciendo nuevo.
He aprendido mucho sobre el bosque
y sobre mí.
He aprendido mucho sobre el bosque y sobre mí… y sobre aquel 8 de marzo que aún hoy invita a dejarnos ser, expandirnos y verdeser en un mundo sediento de creatividad y pasión.
*Gloria Sofía Martínez Moreno participó en la convocatoria abierta que lanzó la Cátedra de Teología Feminista. Es licenciada en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, por la Universidad del Valle de Atemajac.
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