Destruirnos para sanar

Belén Benítez

Soy Belén Benítez, tengo 20 años y hace dos años estoy atravesando un proceso de sanación teniendo depresión y trastorno de ansiedad. Este tiempo aunque suene poco fue y es muy duro de pasar, buscando todos los días canalizar cada sentir en hojas de papel, derramando lágrimas, sonrisas, pensamientos y cansancio sobre ellas. Me ha ayudado desde que soy muy pequeña hasta hoy día y estoy segura que lo va a seguir haciendo.
Y hoy quiero mostrar un poco de mi proceso.

Caminamos sin detenernos, escuchamos sin entender, vemos sin analizar, hablamos sin saber, aconsejamos sin sabiduría, nos rendimos sin luchar, luchamos por lo que no deberíamos y dejamos ir lo que nos sostiene sin saberlo. Hacemos tantas cosas sin pensarlo y pensamos tantas cosas sin sentido. Estamos vivos, pero ¿nos sentimos vivos? Reímos, pero ¿nos sentimos felices? Nos sentimos perdidos, acaso ¿alguna vez nos hemos encontrado? Amamos, y ¿Quién nos amó? Nos enseñaron a caminar, pero ¿Cómo levantarnos con una herida tan dolorosa? Leemos libros que nos hacen sentir libres, pero ¿libres encerrados entre tantas páginas?

No existe lógica, no existe una explicación que de sentido a nuestras propias acciones, a la vida. Miremos la luna, no parece ser tanta la distancia que nos separa uno del otro. Cerremos los ojos, irónicamente vemos más que cuando los tenemos abiertos. Sintamos el aire, disfrutemos como si por mucho tiempo nos haya faltado. Hagamos lo que nos gusta, de qué sirve el tiempo perdido en algo o alguien que no queremos o no nos quiere. Seamos capaces de decir no cuando eso está en contra de nuestros principios. Tengamos la valentía de decir que sí, aún con miedo a equivocarnos.

Vamos a conocer cuantos museos, cuantas librerías, cuantos parques, bares, personas, música… tantas versiones que de nosotros mismos queramos.

No ocultemos lo que somos, no callemos lo que sentimos, no dudemos cuando todo va bien. Y eso lo entiendo, estamos tan acostumbrados a días malos, acostumbrados a vivir en la incertidumbre, rodeados de personas que mienten, que lastiman, que hacen daño, que luego cuesta sanar. Lo entiendo. Entiendo que la vida, los días, las horas, los minutos, para muchas personas se resumen en luchas, en invisibilidad, en llantos, en dolor. Sé que es difícil sentir que el mundo es demasiado grande, que ya no sentimos la fuerza suficiente como para soportar otro golpe, que quizá el mínimo impacto pueda destruirnos por completo, lo sé. Sentirnos vacíos, sin poder pensar en nada más por nuestra mente tan… exhausta. No hay edad, niños, jóvenes, adultos… no hay edad para el vacío, para el cansancio, no hay edad para quedarse sin fuerzas. Pero… tampoco hay un limite de edad para aprender a soñar, para volver a empezar, para juntarse con amigos y encontrar un poco de paz entre tantos gritos en nuestro interior. No hay edad para sentirse viva de nuevo, no la hay para dejarse ayudar, quizá uno no sienta las fuerzas suficientes, pero dejemos que los brazos de quienes quieran llegar a nosotros se estiren para alcanzarnos. No tengo la respuesta a cuanto tiempo puede tomar, me encantaría saberlo, me encantaría tener soluciones a muchas cosas, pero nadie las tiene. Tiempo al tiempo, aunque creamos no tener la paciencia para esperar; silencio a los pensamientos, aunque a veces sean tan fuertes como para no escucharlos; cerrar los ojos y tratar de vencer al insomnio; hacerle caso a nuestro cuerpo cuando ya llega a su límite; escuchar nuestras canciones favoritas, aunque algunas nos recuerden momentos; vivir el día a día, aunque con él traiga tristeza, enojo, dudas; gritar si es necesario, llorar, hablar… sentir. Es duro, es completamente destructivo, revivir momentos, aceptar cosas. Dolor, enojo, felicidad, preguntas sin respuestas, palabras hirientes, soledad, asfixia de todo eso y más se trata el sanar. No quiero, no lo quiere nadie, pero, para la luz primero hay oscuridad. Para la paz primero hace falta un poco de tormenta. Para encontrarnos, primero debemos perdernos. Y para sanar primero hay que destruirnos.

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de cultura  

Dejar una Respuesta