Foto: Entrada al Parque Warner en San Martín De la Vega, Madrid. (Jeremy Thompson)
Comentarios, acercamientos, alguna frase más que casposa. Dos trabajadoras, que prefieren no decir su nombre ante posibles represalias, comenzaron a trabajar en junio en el Parque Warner, en Madrid, y denunciaron en su empresa haber sufrido acoso sexual por parte de uno de los trabajadores de la empresa principal prácticamente desde la primera hora de trabajo en el parque. Un mes después de haber denunciado los hechos ambas trabajadoras han sido despedidas.
María y Fátima (nombres ficticios) llegaron al parque Warner como trabajadoras de una empresa subcontratada, Aunar Group 2009, para ocupar puestos de supervisoras de socorristas. Una de ellas afirma a El Salto que comunicó a la empresa que, a la media hora de llegar a su puesto el primer día de trabajo, el 21 de junio, un trabajador directo de Parques Reunidos, la empresa que gestiona el Parque Warner, ya comenzó con el acoso. “Estábamos haciendo un rescate en la piscina y se me acercó demasiado y me preguntó si me podía dar un besito, sin conocerme de nada, me había conocido media hora antes”. Era el primer día de trabajo y María y Fátima estaban haciendo una formación en la que participaba este trabajador de la empresa dueña del parque.
Fue una declaración de intenciones. Las dos trabajadoras explican que en el siguiente mes de trabajo la actitud continuó. “Hubo acercamientos o comentarios inapropiados”, sostienen. Y como muestra detallan uno de ellos: “Cuando nos estaba explicando cómo poner un collarín nos dijo “¿qué es lo que os meten primero? La puntita”, y que así nos íbamos a quedar con la copla de cómo se ponía un collarín”, explica una de las trabajadoras, que señala que comunicaron a la empresa lo sucedido.
Pocos días después, a finales de junio, estas dos trabajadoras se quejaron ante su empresa, Aunar, de lo que consideraban actos de acoso por parte de este trabajador y a principios de julio se formó un comité de investigación formado por las direcciones de recursos humanos de su empresa y del parque de atracciones, según han confirmado a El Salto desde el Parque Warner. Desde El Salto hemos pedido reiteradamente su versión de los hechos a los responsables de la empresa Aunar, sin que hasta el momento hayan querido responder.
“Nosotros recibimos una comunicación por parte de Aunar de un presunto acoso sexual por parte de uno de nuestros trabajadores e inmediatamente pusimos en marcha todos los protocolos para abrir una investigación conjunta de Aunar y Parque Warner”, afirma a El Salto Diego Gracia, director ejecutivo de Parques Reunidos en el sur de Europa.
Pero, según denuncian las dos trabajadoras, el comité las citó a contar lo que había pasado “y después no hicieron nada”. “Primero nos citaron a nosotras, después al coordinador, a más chicas a las que había pasado alguna cosa con él… y al final el comité nos dio el acta, con las declaraciones transcritas, pero nunca hemos visto una resolución; cuando llamamos a recursos humanos de Aunar nos dijeron que no nos preocupáramos, que le iban a echar a la calle, y eso nunca pasó”.
Desde Parques Reunidos, Gracia afirma que la investigación duró cerca de dos semanas. “Fue bastante profunda, y se cerró porque no había ningún hecho que fuese achacable a ningún tipo de acoso sexual; no se llegó a ninguna conclusión porque no había nada que se pudiera achacar”, sostiene. Afirma que, aunque no participó directamente en la investigación y no puede dar más datos porque el trabajo de comité creado es confidencial, en este caso se han activado los protocolos necesarios y se ha tomado declaración a las partes implicadas. “En dos semanas imagínate la cantidad de gente que prestó declaración, y cuando ambas partes [en referencia a Aunar y Parques Reunidos] concluyen que no hubo ningún indicio de acoso, se cierra el expediente, por eso no se ha tomado ninguna medida, si no se habrían tomado las oportunas, no solo laborales”. “Nosotros nos tomamos muy en serio estas cosas y no vamos a permitir que ocurran en nuestras instalaciones”, subraya.
Según afirman estas trabajadoras, a ellas en ningún momento les comunicaron que habían cerrado el expediente y que no había indicios de acoso. “De hecho, nosotras dijimos que todo esto se podía comprobar mediante las cámaras del parque”, explica María. Uno de los episodios de los que han afirmado a la comisión que se pueden verificar con las grabaciones de las cámaras instaladas en el parque fue una de las veces en las que el trabajador se acercó demasiado a Fátima y esta le dijo que no le gustaba que “invadan mi espacio personal”. Recuerda que, como respuesta él empezó a acercarse más, preguntándole “¿te intimido?”. “Había una cámara encima de donde pasó eso, se podía comprobar, y no tenemos noticias de que comprobaran nada”
Las dos trabajadoras siguieron trabajando en Parque Warner, junto a la persona cuyo comportamiento denunciaron. “Siguió haciendo lo mismo, y sabiendo él lo que habíamos declarado ante el comité, imagínate qué situación”. Fátima explica que, además de lo tenso de la situación, este trabajador pasó a desautorizarlas continuamente. Fátima afirma que llegó a tener un ataque de ansiedad en el trabajo.
Y la situación siguió así hasta que las despidieron un mes después. Después de trabajar librando un solo día entre el 21 de junio y el 31 de julio, explican que del 1 al 5 de agosto “nos tuvieron librando sin ninguna explicación”. “Cada día nos llamaban media hora antes para decirnos que no fuéramos”, señala María. El 5 de agosto el coordinador les dijo que fueran a trabajar y, cuando llegaron, les dio la carta de despido.
Era un despido que la empresa afirmaba que era procedente: a cada una de ellas se les extinguió el contrato por causas disciplinarias.
Las trabajadoras interpusieron una demanda de conciliación en el Servicio de Mediación, Arbitraje y Conciliación y el 12 de septiembre tuvieron el acto de conciliación, en el que la empresa hizo una oferta menor por la improcedencia.
Actualmente preparan la demanda por despido nulo ya que consideran que la empresa vulneró varios derechos fundamentales como el derecho a no sufrir represalias por estar dispuestas a acudir a tribunales a defender su derecho o el derecho a la no discriminación y a la integridad personal. Finalmente será un juez quien se pronuncie sobre si ha sido un despido legítimo o las empresas han vulnerado derechos fundamentales de las trabajadoras.
Este material se comparte con autorización de El Salto