Despedir a un ser querido

Diana Lizbet y Erika Pérez*

Ciudad de México | Desinformémonos. Hemos tenido que reaprender formas para transitar el duelo en tiempos de distanciamiento social. Hoy no hay flores, no hay cohetes, no hay campanas, no hay abrazos, no hay un adiós para quien se marcha.

Las despedidas a nuestros seres queridos cambiaron drásticamente, ya que la pandemia por Covid-19 impidió realizar tradicionalmente las formas de ritualidad en torno a la muerte, debido al riesgo de contagio. La decisión más difícil es dejar a nuestros familiares fuera de un hospital sin tener acceso a ellos después de eso, y tan sólo recibir una llamada que confirme la muerte o el alta médica de nuestros padres, abuelas, hermanos.

Hay quienes han ideado rezar por zoom. Cada vez de manera más habitual, los deudos de familiares muertos, celebran la partida de sus parientes con videollamadas en las cuales pueden dar el pésame, rezar los rosarios o conmemorar los novenarios.

Y es que además de las reuniones físicas entre vivos para despedir a sus muertos, con el Covid-19 y la tasa de mortalidad que ha impuesto desde 2019, se han trastocado los tradicionales tiempos para el tratamiento final de los cuerpos inertes, pues la cremación de quien muere en tiempo de pandemia también depende de distintos factores, además del reglamento hospitalario para  la entrega  de cuerpos.

Luis González, narra en entrevista telefónica cómo vivió las horas previas a la muerte de su padre Eduardo González. González es un joven de 22 años que vive en Ciudad Netzahualcóyotl, en el Estado de México; es el mayor de cinco hermanos y trabaja en el comercio informal. Perdió a su papá el 8 de octubre del 2020 por Covid-19.

-Lo extraño muchísimo, no sólo era mi papá, fue mi amigo, mi jefe, mi compañero, mi cómplice. Más que mi papá, fue y seguirá siendo mi mejor amigo, quien me decía de frente lo que estaba haciendo mal o lo que le disgustaba.. 

Y agrega:

-Su muerte sucedió de la manera más bonita, te podría decir, porque, él muere en su recámara, a un costado estoy yo, cuidé y estuve en sus últimos suspiros, su último deseo fue una cerveza. Corrí y conseguí una cerveza Corona. Me fue difícil obtenerla, las tiendas estaban cerradas, finalmente encontré abierta la tienda de la esquina, le supliqué diciéndole que me vendiera una cerveza, que era la última voluntad de mi papá.

Luis sigue:

-Mi papá, estaba sentado a un costado de su cama. Sentí un frío terrible en mi cuerpo, mi corazón latía muy rápido, mis ojos se invadieron de lágrimas. Cada quien tomó su vaso, brindamos, mi papá alcanzó a tomar un trago y cayó como una hoja de papel a la cama. Mi reacción en ese momento fue impactante, no lo podría describir exactamente, pero sí es una experiencia difícil de asimilar, donde lo único que quieres es despertarlo. Pero, lamentablemente, la muerte es nuestra compañera de vida. Como decía mi papá, “te tienes que hacer amiga de ella, si no de cualquier manera te tumbará”. Ha sido difícil este momento, quieres llevar a tu papá al lugar donde nació, despedirlo como nosotros acostumbramos, con sus seres más cercanos, flores, rosarios, pero lamentablemente ahora se rinde culto a la muerte de otra forma. Extrañamos su presencia, su voz. Mi madre, mis hermanas y yo lo echamos de menos. Pero la vida tiene que continuar, es un ciclo, y ahora nos toca seguir adelante.

Erick González es un niño de diez años que vive en Santa Cruz Meyehualco, en la alcaldía de Iztapalapa. El 13 de noviembre, día de su cumpleaños, descubrió qué es un duelo, porque Andrés, su abuelo paterno, fue hospitalizado por síntomas de Covid-19. No hubo fiesta para Erick, toda su familia estaba contagiada.

– Al principio de la pandemia todo era muy aburrido, lo único que yo quería era ir a la escuela y divertirme.

Desde que las clases presenciales se suspendieron para todos los niños en México en marzo de 2020 por el cerco epidemiológico para evitar la propagación del virus, Erick pasaba los días en el puesto familiar del tianguis de Santa Cruz, fuente de ingresos para sus mayores. El 23 de noviembre del 2020 a causa del Covid-19, el abuelo de Erick murió.

Erik afirma:

-Lastimosamente, a mi abuelito le afectó a los pulmones, no podía respirar y falleció.

El día que su abuelo murió, transcurrió normal hasta que él y su primo Braulio, fueron llevados al velatorio en donde estaba Don Andrés ya en forma de cenizas, para poder despedirse, ya que el último día que lo vieron fue cuando ingresó al hospital.

– Todos lo tomamos muy mal, es muy difícil.

En entrevista telefónica, Erick narra:

– Antes de la muerte de mi abuelo yo pensaba que la muerte pasaba, pero ya cuando estábamos muy muy viejitos, ya cuando teníamos 80 ó 90 años, pero no me di cuenta que la muerte puede pasar en cualquier momento, porque con la pandemia es más probable que haya muchas personas contagiadas.

De acuerdo con los datos que reporta el Gobierno federal sobre las muertes por coronavirus, hasta junio de 2021, han fallecido al menos 230 mil personas.

Los mexicanos hemos procesado estas pérdidas de diferentes maneras. Enfrentamos el duelo o nos despedimos de un familiar a través de redes sociodigitales, haciéndole un homenaje publicando una frase que represente a la persona fallecida, además de hacer íntimas las despedidas, por la poca capacidad de personas en los velatorios.

*Este texto fue producido por estudiantes del Taller de Periodismo de Investigación del plantel Tezonco de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

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