El informe de Oxfam “Una economía al servicio del uno por ciento” muestra la tendencia de la desigualdad en el mundo que cada día empeora. En 2010, 388 personas tenían la misma riqueza que la mitad más pobre de la población. En 2015, únicamente 62 personas tienen lo mismo que otras 3,600 millones. El uno por ciento más rico del planeta tiene ya tanta riqueza como el 99 por ciento restante.
La configuración de la desigualdad en el mundo es totalmente desproporcionada. Países como México, Chile, Turquía, España y Estados Unidos son incluidos desde hace varios años en los primeros lugares de las listas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) como países donde más crece la desigualdad y la pobreza.
El deterioro del poder adquisitivo con salarios ínfimos es una de las grandes causas. Desde hace ya muchos años, los salarios pierden peso dentro de la renta nacional en la gran mayoría de los países, por ejemplo, en España, desde que estalló la crisis, el directivo de una empresa gana 158 veces más que un trabajador con ingreso promedio de la misma.
¿Y por qué pervive esta desigualdad extrema?
El analista Miguel Alba en el portal El Salmón Contracorriente comenta: “Vivimos en un mundo donde la riqueza llama a la riqueza, donde las élites económicas utilizan su capacidad de influencia para moldear y aprobar leyes en función de sus intereses. La concentración de la riqueza extrema va de la mano con la concentración de poder, y así, al acceso privilegiado a las decisiones políticas, a la manipulación de leyes y normas y, al aprovechamiento de fallas del mercado. Un diseño perfecto para economías al servicio del uno por ciento de la población mundial”.
El incremento del destino del dinero en el mundo hacia los paraísos fiscales muestra cómo el sistema económico favorece los intereses de los más poderosos. En 2014, la inversión hacia estos era ya cuatro veces mayor que en el año 2001, creciendo al doble de lo que ha crecido la economía mundial. “Y esto atañe tanto a grandes fortunas como a empresas, la fortuna oculta en paraísos fiscales representa ya el 8 por ciento del patrimonio financiero individual mundial, que es una cantidad equivalente al Producto Interno Bruto (PIB) de Reino Unido y Alemania” continúa diciendo el analista.
Cita como ejemplo a España que en 2014 destinó a la Unión Europea una inversión menor en un 15 por ciento a la del 2013, y a los paraísos fiscales la incrementó en 2 mil por ciento.
Las cifras son verdaderamente escandalosas y toda esta situación es el más grave atentado contra los principales mecanismos para paliar la desigualdad existente en el modelo socieconómico.
“La desigualdad es un veneno que corroe las sociedades por dentro. Erosiona la confianza entre los diferentes estratos sociales, condena a la desesperanza a millones de personas y además supone un freno al crecimiento económico. Y ya está alcanzando niveles intolerables. Hace falta tomar medidas ambiciosas y hace falta hacerlo ya”. concluye el informe Oxfam.