Ixhuatán, Oaxaca. Como una forma de mantener viva la tradición del Día de muertos entre las niñas y niños zapotecas de Ixhuatán, Oaxaca, el maestro e historiador Víctor Cata compartió a través de su taller del zapoteco la elaboración del biye’ o biguie, que es el jaguar y que representa la tierra sembrada de frutos y flores.
Con pedazos de carrizo seco e hilo de seda, el maestro Cata compartió sus saberes para que las niñas, niños y sus padres conocieran esta tradición y a su vez la tengan viva desde su raíz.
El biye’ o biguié es una figura geométrica de mucho valor para los zapotecas. “Con el biye’, esperamos a nuestros muertos”, resalta el maestro, al explicar que se colocan cuatro jaguares, los animales más apreciados por los zapotecas, que cargan el universo.
“Es la tierra siembra de frutos y comida, es el tiempo, es el camino del sol”, recalcó el maestro al mencionar que dejar esta herencia a niñas y niños mantendrá viva esta tradición.
Para los zapotecas, celebrar el Día de muertos es recibir a sus seres queridos que “se les adelantaron en sus hogares”. Preparan comida, bebida y hasta música para convivir con ellos desde el 30 de octubre hasta el día 2 de noviembre.
Para el historiador juchiteco Victor Cata, el biguie´ remite al calendario religioso de los zapotecos que constaba de 260 días.
También significa: ‘pilar, tiempo, periodo’. Esta ofrenda es un cuadrete hecho con carrizo u otate al que se le llama beedxe’ ‘jaguar’. Sobre este armazón se trazan rasgos geométricos y se tapiza con flores de cordoncillo, cempasuchitl y cresta de gallo en la parte superior, justo donde se localiza una cruz llamada ique beedxe’ ‘cabeza de jaguar’.
El biye’ se cuelga en el centro de la casa, como si fuese una puerta, la puerta de los muertos, mientras que en otros hogares realizan un altar de nueve pisos, que es una tradición mestizada, que se efectuó a la llegada de la conquista española con la incursión de la religión católica.
“Recordar a nuestros muertos es una forma de decirles que no los olvidamos y que están vivos, por eso es que decidí compartir este taller, para que los niños tengan este conocimiento, y quizá en su edad adulta también sigan haciéndolo. Así nuestra cultura, nuestra forma de recibir a los muertos, no morirá nunca”, agregó.
Durante el taller, una decena de niñas y niños junto con sus padres aprendieron del Biye´. Con la paciencia que le caracteriza, el maestro Cata habló el zapoteco y el castellano para enseñarles paso a paso a elaborarlo, y al mismo tiempo su significado.
Las niñas y niños emocionados preguntaban cómo armar el biye, a algunos se les rompía el carrizo, pero lo volvían a redactar y recalcaban que aprender a elaborarlo no es nada sencillo, pero que vale la pena.
“No sabíamos que el biye’ es la tierra, somos nosotros, y que por eso se utiliza para la conmemoración del Día de muertos, es un retablo donde se colocan flores. Todo esto nos los ha enseñado nuestro maestro y nos da gusto, porque estamos listos para recibir a nuestros muertos”, dijeron.
Nuestras lenguas están siendo discriminadas
Al maestro Cata le preocupa la falta de hablantes de zapoteco en este municipio, ya que en la región “sólo el 2 por ciento de los lugareños hablan el zapoteco en Ixhuatán. Estamos perdiéndolo, debemos involucrarnos todos desde la casa y la sociedad”, indicó.
Explicó que fue a mediados del siglo XIX que México como país adoptó la política pública de desaparecer las lenguas indígenas por considerarlas “dialectos”, que impedían el desarrollo del país y “que hacían más ignorante y tonta a la población hablante”.
Agregó que actualmente se lucha contra esa política del siglo XIX que borró muchas lenguas de México.
“Por fortuna tenemos todavía hablantes del zapoteco y las mujeres ocupan un lugar muy importante, en especial las abuelas, porque ellas son transmisoras de las palabras, de los cantos, de los chistes y de todo el pensamiento y la cultura zapoteca”, añadió Cata.
El historiador, quien actualmente realiza trabajos de investigación filológica con los abuelos zapotecas para recabar información sobre los sonidos y palabras, reconoció que en las comunidades de Santa María Xadani, San Blas Atempa y Álvaro Obregón, conocido como (Gui’ xhi Ro’), las niños y niñas hablan un fluido zapoteco en más del 90 por ciento.