Las manifestaciones pro impeachment de la presidenta Dilma Rousseff, y que también pidieron la intervención militar, en el último domingo (13), imponen la necesidad de unir a la izquierda y alertan sobre la desconfianza en la política, según los especialistas entrevistados por el Brasil de Fato.
Para el coordinador del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), Gilmar Mauro, las manifestaciones convocadas por el Frente Brasil Popular (FBP) en los días 18 y 31 de marzo son una oportunidad de pasar un mensaje para el gobierno y la derecha: “se colocamos 200 mil personas en las calles, serán 200 mil personas con proyecto y rumbo a seguir”.
Formalizada en el 2015, la Frente reúne entidades sindicales, movimientos populares del campo y de la ciudad, organizaciones de jóvenes e integrantes de partidos de izquierda. “No es hora de esconderse, sino de ir a las calles con mucha determinación para evitar que precisamente estos sectores [de la derecha] ganen fuerza en Brasil”, dijo Mauro.
Según el coordinador del MST, el único modo de revertir el escenario actual, donde el impeachment se delinea cada vez con más horizonte de oposición, es un giro a la izquierda. “El discurso de la democracia y del no al golpe evidentemente que es importante, pero no dialoga con las necesidades inmediatas de un sujeto que está desempleado, de las personas que están pasando hambre, que no consigue pagar el alquiler, los servicios de la casa. No hay todavía un discurso capaz de movilizar estos sectores”.
Así, más allá de contraponer fuerzas a las manifestaciones del domingo, las acciones de las próximas semanas deven presionar a la presidenta Dilma Rousseff a implementar cambios en la política económica. “No tiene otra alternativa: o el gobierno cambia la política o no tiene sustento”, afirmó Gilmar Mauro. Según agrego el referente del MST, los escándalos que envuelven a la “Operação Lava Jato” corrobora la percepción de que toda la política es marcada por la lógica de corrupción”.
Asi como Mauro, la profesora de la Universidad Federal de São Paulo, Esther Solano, se muestra preocupada en cuanto al poder de adhesión de ese sector de la población que, aun disgustada, no salió a las calles. Para la socióloga, mucho se debe al desprestigio del Partido de los Trabajadores (PT), con una agenda que propone pautas como el ajuste fiscal. “Es como se la perdida del capital político del PT dejase a toda la izquierda huérfana”, afirmó.
El descrédito en la política también fue apuntada por la profesora de Historia de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanidades de la Universidad de São Paulo (FFLLCH-USP), Maria Aparecida Aquino, como algo negativo y arriesgado para el país. “En realidad, la población pasa a identificar la política como algo que no sirve y eso es el peor de los mundos, porque eso no nos lleva a nada. Si no hay mas política, ¿cuál es la solución?”, se preguntó.
Rechazo a sectores de la derecha
El último domingo, 13 de marzo, millones de personas en todo el Brasil salieron las calles para protestar contra el gobierno y en apoyo del impeachment contra la presidenta Dilma Rousseff. Convocado por nuevos grupos de derecha, como Revoltados Online, Vem para Rua y Movimento Brasil Livre, el acto fue “oficialmente” apartidario y los organizadores orientaron a los manifestantes a no portar símbolos o banderas.
Entre miles de personas vestidas de verde y amarillo, las entidades empresariales y profesionales, como la Federación de las Industrias de São Paulo (Fiesp), la Asociación Comercial y la Asociación Médica Brasileña, marcaron presencia, así como el grupo católico de ultra-derecha Tradição, Família e Propriedade.
A pesar de la clara oposición al gobierno nacional, la comitiva liderada por el actual gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin, y el senador Aécio Neves, representes del partido de derecha PSDB, no fue bien recibida y pudo permanecer apenas 30 minutos, debido a los gritos de “oportunistas” y las acusaciones de corrupción. Escena que también se repitió con Marta Suplicy (PMDB) y Andrea Matarazzo, pré-candidato del PSDB al gobierno municipal de São Paulo.
Según el coordinador nacional del MST, Gilmar Mauro, estos episodios evidenciaron una mayor presencia de manifestantes de extrema derecha ocupando las calles. “Esto representa que ese público no ve salida política o en la política. Está a un paso de apoya cualquier cosa, incluso, un golpe militar”, advirtió.
Si algunos políticos fueron abucheados, otros pudieron realizar discursos de los camiones de sonido junto al Movimento Brasil Livre (MBL), indicó la socióloga Esther Solano. En este sentido, agregó la investigadora, el descrédito a la política da chances para el fortalecimiento de figuras de derecha, como el diputado conservador Jair Bolsonaro o el propio MBL, que se presentan la escena pública como a renovación de la política.
“Él [Bolsonario] es un payaso, literalmente, pero sabe movilizar el descontento. El peligro es ese: como nadie acredita en la política institucional, puede aparecer una figura como esas, que tienen un discurso polémico [en contra los derechos humanos], y salir vencedor de este juego”, dice Ester Solano.
La elite ocupa las calles de Rio de Janeiro y São Paulo
En Rio de Janeiro, la movilización comenzó alrededor de las 10 am, en la Avenida Atlântica en Copacabana, concluyendo tipo 2 de la tarde, antes de lo previsto. Aunque
no hay consenso sobre el número de manifestantes, los organizadores estiman que cerca de 1,5 millones de personas se concentraron en la zona rica de la ciudad.
En São Paulo, la paseata del domingo colocó en la avenida Paulista cerca de 500 mil personas – pero para los organizadores de la protesta fue casi 2 millones – en su mayoría, provenientes de la elite brasilera. La información brindada por DataFolha indica que el perfil de los manifestantes en São Paulo fue semejante al de los convocados anteriormente a favor del impeachment: la mayoría eran hombres (57%), de más de 36 años (73%), con formación superior completo (77%) y con ingreso superior a cinco salarios mínimos (63%) – alrededor de 1.200 dólares.
Según el análisis de Esther Solano, una gran parcela de la población, la de las periferias, no fue a las calles, pero también está descontenta con el gobierno actual. Lo que separa a los sectores de los manifestantes de los protesto de la avenida Paulista y la zona sur de Rio no es una cuestión meramente geográfica, sino una distancia simbólica. “Si yo soy de la periferia, no me siento representada por este tipo de manifestantes. ¿Imagina ir a una manifestación donde el pueblo se saca ‘selfie’ con la Policía Militar o donde va a encontrarse a todo el mundo igual a su patrón?”, cuestionó la profesora de la Unifesp.
En la evaluación de Gilmar Mauro, mismo que se haya movilizado una gran contingencia de personas, las protestas pro impeachment “tal vez tengan llegado al limite”, por no conseguir convencer a una gran parte de la población.