Ciudad de México | Desinformémonos. Frente al asesinato del líder indígena y ambientalista Juan Ontiveros Ramos en Chihuahua, organizaciones de derechos humanos condenaron el hecho y exigieron una investigación transparente y exhaustiva para que no quede en impunidad, pues hasta el momento no hay ningún detenido.

«Expresamos nuestra indignación y preocupación por el inaceptable secuestro y posterior asesinato de Juan Ontiveros Ramos, parte de la comunidad indígena de Choréachi que defiende su territorio ancestral», señaló un comunicado de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH).

Además, Aministía Internacional y la Oficina de Derechos de las Naciones Unidas en México (ONU-DH) también se sumaron a la demanda de una averiguación por el homicidio. En cuanto a ésta última, aseguró que “la mejor manera de evitar que este tipo de crímenes contra las y los defensores sigan sucediendo es no permitiendo que permanezcan en la impunidad y asegurando que las víctimas obtengan justicia y reparación».

El pasado miércoles, el defensor ambiental indígena fue encontrado muerto en el municipio de Guadalupe y Calvo, en Chihuahua, luego de que fue secuestrado junto con su hermano el martes.

Ontiveros era indígena rarámuri y se encargó de la seguridad de su comunidad Choréachi. Tan sólo días antes de su secuestro, se reunió con otros líderes indígenas en la Sierra Tarahumara para discutir los problemas que las comunidades en la entidad enfrentan, sobre todo por la tala ilegal de árboles.

«Otros miembros de la comunidad, que viven en Choréachi o que han sido desplazados forzadamente a otras partes del estado de Chihuahua, podrían estar en peligro», advirtió Amnistía Internacional en un comunicado.

El asesinato de Ontiveros sucedió pocas semanas después de que Isidro Baldenegro, indíegena rarámuri de 50 años, fuera asesinado por su labor como defensor del ambiente contra la tala de árboles.

Baldenegro defendió el bosque comunal de Coloradas de la Virgen, que hasta la fecha tiene litigios relacionados con la tala de árboles y el territorio y que se suman a lo largo de toda la Sierra Tarahumara por la presencia de grupos delictivos, que actúan principalmente contra los rarámuri y las otras tres etnias que comprenden la región serrana chihuahuense.

Su actividad de defensa pacífica ante la tala ilegal de los bosques rarámuris de su comunidad fue reconocida internacionalmente con el Premio Goldman en 2005.