De la tradición oral a la edición cartonera

Mario Casasús

México DF. En entrevista telefónica desde Cuernavaca, Morelos, Raúl Silva (1958) habla del proyecto de las editoriales cartoneras surgidas en la Argentina y retomadas ante la crisis económica y la apuesta a otro tipo de literatura.

La Ratona Cartonera comenzó a impartir talleres en Zihuateutla -la sierra norte de Puebla-, con 120 maestros indígenas de la lengua tutunakú, y en Chilapa –la sierra oriental de Guerrero- con otros 120 maestros indígenas de la lengua náhuatl. “Los pobladores rurales están realizando un ejercicio de reflexión en torno al paso de la oralidad a la escritura. Nosotros aportamos lo que hemos aprendido creando libros, para que ellos tengan la propuesta y decidan qué historias de la tradición oral les gustaría editar, con el fin de crear Editoriales Cartoneras en comunidades indígenas”, afirma el editor, quien ya ha trabajado con textos inéditos de Juan Villoro y con los poetas Infrarrealistas Bruno Montané y Mario Santiago, para publicarlos simultáneamente entre las Editoriales Cartoneras de Latinoamérica.

-¿Cuál es la genealogía de las Editoriales Cartoneras en Latinoamérica?

-No es fácil encontrarla, porque son acciones silvestres, pero no conozco un antecedente más preciso que Ediciones El Mendrugo, fundada –a mediados de la década de 1970- por la poeta argentina Elena Jordana, en Nueva York, Santiago de Chile y México DF. Allí se publicaron libros a mano con portadas de cartón, páginas de papel kraft y autores como Nicanor Parra, Octavio Paz, la propia Elena Jordana, Ernesto Sábato, José Joaquín Blanco, Guillermo Samperio, Stella Calloni, Atahualpa Yupanqui. Se trata del antecedente más lejano. Después vendría Eloísa Cartonera –nació en la Argentina a principios de 2003-, Sarita Cartonera del Perú, Yerba Mala y Mandrágora en Bolivia, Animita en Chile, Yiyi Jambo en Paraguay, Dulcineia Catadora en Brasil y la octava editorial es La Cartonera de Cuernavaca.

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