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Cuba: El voto positivo en el referéndum es una ratificación del modelo de país que somos, o hacia el que vamos. No tan distinto

Emilio Suárez González

Ayer domingo 24 de febrero del 2019, quizá uno de los días más importantes de la historia reciente de Cuba los cubanos votaron por ratificar o no el proyecto de constitución que regirá la vida del país en los años que le siguen. La votación sucedió en un día calmado, apenas se hablaba del tema en las calles. Salvo en los colegios electorales donde el tema fue recurrente.

Los colegios abren a las 7 de la mañana. El sol está afuera y comienzan a llegar los primeros votantes. Donde me encuentro hablan de los niños que faltan y como fueron seleccionados para cubrir cada urna, de la merienda y cómo van a proceder para sellar la urna. En Cuba, son los niños quienes simbólicamente custodian cada votación, esta no es una excepción.

Yolanda Alfonso, de 72 años es la primera en votar. Una anciana adorable que no puede más que sonreír después de hacer efectivo su voto. Yolanda fue la primera presidenta de su CDR y siempre ha sido la primera en votar por su circunscripción. Me habla de los motivos de su voto, su apoyo al proyecto de constitución y país que elegimos los cubanos hoy. Entre sus palabras se cuela una mención a la situación en Venezuela. Me habla en los términos de la campaña por el sí que ha llevado a cabo el país. Tiene clara su posición y la defiende, yo la escucho.

En otro colegio me encuentro a Salet y Layla, dos pioneras de 10 y 8 años. Desde afuera se les escucha decir el clásico “Votó” que conocemos todos los cubanos que hemos votado o custodiado urnas en algún momento. Van dos colegios ya, la dinámica es lineal y se reproduce en cada uno de ellos. El votante llega, se identifica, es registrado y pasa a efectuar su voto. Algunos se quejan por tener un lápiz a su disposición para botar, exigen un bolígrafo. No todos son escuchados. En el siguiente dos niños de secundaria esperan fuera.

¿Vas a votar?

No, no me toca aquí

Ah bueno, mejor

Entablar una conversación en la calle sale difícil, las respuestas parecen programadas, se repiten los mismos argumentos. Yo no los cuestiono, prefiero relegarme a observador.

Hablo con otro señor en la calle. Varias cadenas en el cuello. A su lado otra persona machuca unas cazuelas mientras las pule. El sonido es insoportable y repetitivo, no se detiene, no intenta participar en la conversación y a cada cierto rato suelta un gruñido.

  • A mi si me van a sancionar por lo que vaya a decir, mejor que ni me pregunten.

Y otra vez los argumentos de hace dos horas. Termina diciendo que está de acuerdo con la constitución, porque es favorable al pueblo. Porque en ella no lo obligan a trabajar e impide que la policía maltrate a los ciudadanos. Termino la conversación dudando un poco de su conocimiento sobre el texto constitucional. Vuelve el tema de la injerencia.

El discurso de la campañan por el sí caló profundamente en la sociedad. A estas alturas la significación del voto supera lo instrumental o definitorio de la Constitución como base política de la nación y adquiere un significado simbólico.  El voto positivo se convierte en una ratificación del sistema político y el modelo de país que somos, o hacia el que vamos. No tan distinto. 

De modo general, las personas que me encuentro me hablan favorablemente de la constitución, optan por el sí. Aún cuando no tienen bases suficientes para justificarlo, pero prefieren esta opción.  El “no” más allá de representar un descontento con aspectos específicos del tema constitucional ha adquirido un matiz apátrida, una forma de hacerle el juego a otros poderes . Y en esa binariedad se ha movido la decisión de voto, en el simbolismo del sí y el no, como opciones  del país que queremos ser.

Es así que ante esta votación logro ver tres tendencias, unos pocos que prefieren no votar, una comprometida con el proyecto de país que se nos presenta y otra que quizá de su voto de castigo por no ver sus intereses reflejados en la Constitución o no compartir el ideal de país. Lo cierto es que esta fragmentación ha ensombrecido de algún modo el proceso anterior de consulta, donde los intereses de comunidades grupos sociales se hicieron valer con fuerza, para perderse ahora en la elección entre dos opciones. Donde muchos dejarán de lado su individualidad para elegir un proyecto de país.

Ya para las 6 de la tarde los colegios deben entregar el primer parte. Estoy presente para el momento en que de abren las urnas. Mientras comienzan a llegar los informes de cada uno de los colegios, es una vorágine los papeles corriendo de un lado hacia otro. No firmo como testigo pero como ciudadano tengo derecho a presenciar el escrutinio, es público y auditable. Se abre la urna, comienzan a clasificar las boletas. Aquí las del SÍ, en esta esquina las del NO y apartadas las no válidas. Posteriormente los informes pasarán a instancias superiores para su ánálisis y cómputo.  Ya los resultados hablarán, de pronto, Cuba ya ha hecho su elección.

Hoy, lunes 25 ya los medios oficiales comienzan a dar los primeros resultados. Como se esperaba, el Sí va ganando con más de un 80 por ciento.

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