Los bosques tropicales siguen desapareciendo en todo el planeta. Un informe mundial publicado por el World Resources Institute (WRI) revela que durante el 2018 se perdieron 12 millones de hectáreas de esta cobertura forestal a nivel global y que casi dos millones se perdieron en Latinoamérica.
El reporte señala, además, que en el ranking mundial de los 10 países más afectados por esta pérdida de bosque figuran cuatro de la región: Brasil, Bolivia, Colombia y Perú. El primero de ellos encabeza la lista.
Toda esta información ha sido reunida en un mapa interactivo que ofrece al visitante un panorama crítico de cómo ha avanzado la destrucción de los bosques. Un análisis que incluye también todos los datos trabajados desde 2001, cuando Global Forest Watch y la Universidad de Maryland (Estados Unidos) empezaron a monitorear la cobertura forestal global.
“Hemos visto una tendencia general al alza en la pérdida de bosques primarios en Bolivia, Colombia y Perú. Brasil es un poco más complejo, el país redujo su tasa de deforestación a principios de la década de 2000, pero nuestros datos muestran grandes áreas arrasadas debido a incendios en 2016-2017”, señala Mikaela Weisse, gerente de Global Forest Watch (GFW) y responsable de la estrategia y las alianzas de GFW para el monitoreo satelital de bosques.
Brasil, el primero en la lista
De las 12 millones de hectáreas arrasadas en el 2018,casi la tercera parte (3.6 millones) corresponde a bosques primarios. Y de estos, poco más de la mitad, se han perdido en Latinoamérica.
Brasil lidera el ranking mundial con 1 347 132 hectáreas desaparecidas en el último año. Colombia figura en cuarto lugar con 176 977 hectáreas perdidas; le sigue los pasos Bolivia, en el quinto puesto, con 154 488 hectáreas; y no muy lejos está Perú, en el séptimo lugar, con una extensión de 140 185 hectáreas. En total, entre los cuatro países amazónicos, se han perdido 1 818 782 hectáreas.
Esta grave desaparición de bosques vírgenes significa la extinción de ecosistemas que albergan árboles de cientos y miles de años, que a su vez almacenan grandes cantidades de carbono y albergan una increíble biodiversidad. “Cuando estos bosques se talan, quizás nunca vuelvan a su estado original”, precisa el reporte.
Aunque Brasil —como explica Weisse— logró reducir la deforestación a principios de la década de 2000, en los últimos años el desbosque ha comenzado a aumentar nuevamente. “PRODES, el sistema de monitoreo oficial de Brasil, también mostró (en el 2018) la tasa más alta de deforestación en diez años”, comenta.
La situación podría empeorar en Brasil. Según el Instituto del Hombre y el Medioambiente de la Amazonia (Imazon), la deforestación en ese país creció en un 54 % en enero de 2019 —el primer mes de gobierno del presidente Jair Bolsonaro— respecto al mismo mes de 2018.
La información trabajada por GFW y la Universidad de Maryland también ha servido para un nuevo análisis del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP), que con esta información —más la evaluación de imágenes satelitales— ha podido definir los hotspots o puntos calientes de deforestación en los cuatro países mencionados.
En ese mapa se observa el contraste entre el norte de Bolivia, departamento de Pando, y el lado adyacente de Brasil, donde se ubican los estados de Acre, Amazonas y Rondonia. Las imágenes muestran hotspots de mediana y alta intensidad en el lado brasileño.
La mayor preocupación está en Colombia
La pérdida de bosques primarios en Colombia aumentó en un 9 % entre 2017 y 2018, continuando una dramática tendencia al alza desde 2016. De acuerdo con el reciente análisis, luego de más de dos años de la firma del acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno colombiano, los bosques se han convertido en el blanco.
“En la Amazonía, Colombia es mi mayor preocupación —dice Weisse— pues hemos visto una tendencia al alza constante en la pérdida de bosques primarios desde la firma del acuerdo de paz, ya que estas áreas enfrentan un vacío de poder”, precisa.
Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), señala que es muy preocupante la cantidad de áreas que está perdiendo Colombia, considerando que se trata de un país ocho veces más pequeño que Brasil. Además, critica la enorme omisión por parte del Estado para implementar el acuerdo de paz, lo que facilita una apropiación ilegal de la tierra. “Hay grupos de narcotráfico y grupos de poder que están tomando esos territorios a la fuerza. Una apropiación ilegal por ausencia de una política estatal”.
Botero señala que también se están dando otros fenómenos como la pérdida de conectividad entre la Amazonía, los Andes y la Orinoquía, así como la degradación de los bosques por actividades como la minería ilegal.
Otra preocupación en Colombia son las áreas naturales protegidas como el Parque Nacional Natural Tinigua, que ha experimentado una retroceso de aproximadamente 12 000 hectáreas en el 2018, es decir, el 6 % de su área total de bosques.
Las imágenes satelitales presentadas por MAAP muestran cómo avanza la deforestación en este parque natural, un problema que también afecta al Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete.
“La Amazonía colombiana está experimentando un auge de deforestación y tiene loshotspots más preocupantes, incluso dentro de áreas protegidas. Creo que los resultados de GFW y MAAP enfatizan que el caso de Colombia es muy grave tanto en el ámbito regional como en el mundial”, indica Matt Finer, investigador principal de MAAP.
Bolivia y Perú también en el ranking mundial
En Bolivia, la mayor pérdida de bosques está asociada a la conversión del área forestal para la agricultura y la ganadería, a través de la introducción de pastos a gran escala, especialmente en el Chaco.
Pablo Villegas, responsable de investigación del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), explica que la pérdida de bosques en ese país ha sido muy fuerte en la última década y que este fenómeno parece tener una relación directa con la agroindustria influenciada por Brasil y Argentina. “Existen coincidencias entre el aumento del precio de la soya y el incremento de la deforestación”, comenta Villegas.
Esto coincide con casos que han sido registrados en el departamento amazónico del Beni por MAAP. El proyecto destaca un asentamiento menonita que ha promovido la deforestación de 3000 hectáreas de bosque en el 2018. Villegas comenta, precisamente, que estos grupos están dedicados al monocultivo de la soya.
El experto de Cedib resalta también la presencia de colonizadores de tierras, impulsados por el mismo gobierno y los grandes empresarios, quienes se suman a la destrucción de la Amazonía boliviana. Para Villegas, la situación podría incluso agudizarse en los próximos años, debido al agotamiento de las reservas de gas y el avance de una política estatal de promoción de la agroindustria, la ganadería y la explotación forestal. “Bolivia está entrando en crisis, se están acabando las reservas de gas y para el 2023 la producción apenas cubrirá la demanda interna”.
En el Perú, país que ocupa el séptimo lugar en el ranking, es la pequeña agricultura la principal responsable de la pérdida de bosques primarios. Sin embargo, según el informe del WRI, no debe pasarse por alto el impacto generado también por la producción ilegal de hoja de coca, la proliferación de nuevos caminos forestales en áreas remotas de la Amazonía y el avance de la minería ilegal de oro en el sur del país.
Sandra Ríos, investigadora del Instituto del Bien Común (IBC) de Perú, considera que lo más preocupante es la tendencia al aumento de la deforestación de los últimos años en todos los países amazónicos. “Las cifras más altas de todo este histórico desde el 2000 está en los últimos tres años 2016, 2017 y 2018”.
Ríos indica que los países amazónicos que figuran en este ranking mundial son justamente los que tienen mayor superficie de selva. “Al estar estos cuatro países dentro de esta lista mundial se marca una tendencia de lo que puede estar pasando en la Amazonía”, precisa.
En cuanto al caso específico de Perú, para la experta, la principal causa de la pérdida de bosques sigue siendo la agricultura, aunque coincide en el impacto generado por otras actividades como el cultivo ilegal de hoja coca, la minería y la construcción de caminos. “El cultivo ilegal de coca está creciendo en todo el país. Todas estas causas se van sumando para lo que sucede en Perú”.
Ríos critica también a los gobiernos y sus políticas que van en contra de la conservación en los cuatro países de América Latina. En Bolivia se prioriza la promoción de la actividad agrícola. En Brasil no está en la agenda del nuevo gobierno promover la conservación. Mientras que en Perú —dice Ríos— existe la intención de establecer planes y propuestas, pero estos no se transforman en acciones concretas. “Se proponen políticas para ver como planteamos un modelo, pero no hay nada que nos lleve a acciones claras para ir contra la deforestación”.
La representante de IBC llama la atención sobre algo que resulta a la vista contradictorio: la firma de compromisos de cero deforestación que no se cumplen y que obligan a los países a postergar los plazos. “Por un lado promovemos la conservación de nuestros bosques, pero por otro seguimos entregando concesiones. Mientras las cifras de deforestación, más allá de ir reduciéndose, van en aumento”.