El 2 de marzo 2016, Berta Cáceres fue asesinada por el gobierno local del departamento de Intibucá y por el gobierno nacional de Honduras, y por una compañía multinacional hidroeléctrica, Desarrollos Energéticos S.A. (DESA), con el apoyo -al menos tácito- de los Estados Unidos. En septiembre del año pasado, toda la evidencia que la familia Cácereshabía recopilado durante meses fue robada, casi con seguridad, por el gobierno hondureño. El gobierno también se ha negado a compartir información con la familia y no ha permitido que instituciones independientes, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), apoyen el proceso.
El legado del trabajo y la visión de Berta Cáceres aún viven. Aquí, dos de sus hijas discuten su legado política, espiritual e intelectual:
Beverly Bell: ¿Cómo ven el legado de su madre, Berta Isabel Cáceres Flores?
Berta Zúñiga Cáceres: Es un legado de mucho compromiso con muchas tareas. Habría mucho de qué hablar, pero sobre todo, es cómo ella logró rescatar la identidad, la cultura, la espiritualidad, la cosmovisión del pueblo Lenca. También logró traducirlo en un proyecto político de formación y organización de las comunidades Lenca enfrentando a otros modelos de vida que son chocantes con esa forma de entender el mundo.
En sus 44 años, logró hacer muchísimas cosas. Claro, eso también viene de un trabajo colectivo de la lucha y la resistencia del pueblo Lenca. No lo miraba de una manera vertical de “yo rescato el pueblo”, sino que realmente reconocía los valores que allí estaban presentes y que siempre se invisibilizaron.
Su legado tiene que ver con la comunicación popular, la formación política en estos pilares anti-capitalistas, anti-patriarcales, anti-racistas, a lo interno de la organización como hacia fuera. Siempre poniendo en la mesa estos principios, sobre todo el tema, digamos, de las mujeres.
Laura Zúñiga Cáceres: Una de las cosas que va dejando mi mami es empezar a cuestionarse entre lo dado, y a partir de eso enfrentarse ante esas cosas dadas que no están buenas a partir de acciones efectivas. Y por eso también esto de pensar y de organizarse de forma colectiva para poder ampliar la magnitud de sus acciones.
Una de las cosas mas lindas de mi mami es la rebeldía, ¿no entiende? Esto de rebelarse ante los sistemas económicos y temas culturales que imponen roles. Ella lo va luchando a partir de su propia forma de ver el mundo, pero también enriqueciéndose en diálogo directo con personas que piensan cosas distintas. Todo esto a partir de construir ese colectivo y de rescatar las mejores cosas de las personas.
BZC: Berta nunca se paralizó ni se conformó en el mundo. Es bien importante, sobre todo para la juventud, siempre sentirse actor o actriz de la historia. O sea, no es que las cosan pasan porque sí, sino que realmente pasan porque somos los seres humanos los que construimos nuestra historia.
LZC: Otra cosita más, mi mami sabía cómo ser alegre. No se dejó agüevar. A veces costaba, pero en medio de cualquier cosa, en vez de decir, “Qué feo lo que esta pasando,” se reía. Era otra herramienta de rebeldía, y también parte de la construcción de nuevas formas de vivir.
BB: Muchas personas ven el trabajo del COPINH como defensivo: defensa de aguas, defensa de tierras, defensa de pueblos indígenas. Pero sabemos que eso es una lectura parcial de la historia. La profundidad y la integración de su visión es lo que distingue al COPINH de muchos otros movimientos, en la misma manera en que los zapatistas, los sandinistas, y otros movimientos revolucionarios han puesto su posición alrededor de cómo puede ser del mundo. ¿Qué pueden decir sobre esta visión alternativa?
BZC: Es una visión bastante rica y que es muy similar entre los pueblos indígenas. Tiene que ver con construir lógicas totalmente diferentes a las que siempre nos enseñan, y a esa manera hegemónica en que se construye todo. Son propuestas bastante desafiantes, con una visión totalmente distinta a la visión académica, patriarcal, racista, cientificista. Es otra visión de las relaciones entre los seres humanos que son mucho más comunitarias y colectivas, que tienen una relación fuerte con los bienes comunes en la naturaleza. Esto desafía toda esa visión antropocéntrica que siempre nos niega el tema de la espiritualidad y las relaciones que tenemos, o sea, es una visión holística del mundo y de la vida.
Es una forma diferente de procesar el conocimiento, de pensar, de sentir, y de muchas otras cuestiones. Por eso siempre son los pueblos indígenas que se encuentran en batallas contra el extractivismo, contra empresas, contra la minería. Es allí donde se manifiesta esa contradicción entre esas formas del entendido de las cosmovisiones.
Es la riqueza que se encuentra en los pueblos indígenas, pero significa una amenaza para todo el modelo económico, que se instala a partir de otras lógicas que tienen como centro la ganancia y el dinero. Siempre tiene que haber exclusión, represión, porque así funciona.
LCZ: En un sistema tan violento como este, siempre hay una cuota bien grande de estar a la defensiva, que es muy difícil. Es muy difícil crear cosas porque siempre estamos en esta cosa de sobrevivir, y que es uno de los avances que ha tenido el capitalismo en ese sentido.
El COPINH tiene la cosmovisión indígena ancestral, que es lo que permite otra visión del mundo. Y, a partir de esa visión, nos empezamos a relacionar entre nosotros y con la tierra dentro de este sistema.
Todo ese proceso no se lograría entender solo en el enfrentamiento directo con el sistema, porque va más allá. Sino que la misma creatividad, la historia, la lucha, están implícitas en todo esto.
BB: ¿Qué visión de democracia tiene COPINH?
LZC: En Honduras, todo el impulso del sistema democrático ha significado algo que no es democracia, que ha excluido sobre todo a los pueblos indígenas históricamente, que los ha invisibilizado, que los ha negado.
Realmente la profundidad del sentido tiene que ver con construir relaciones de lo más local, de consejos indígenas, hasta llegar a la Asamblea General. Es la oportunidad de incluir a todas las personas en un máximo posible, y no solo como personas, sino también como seres vivos, que implica mucho mas. Yo creo eso está en construcción permanente, porque realmente no se llegue nunca al ideal; implica tener la capacidad no solo de hablar, sino de transformar la realidad propia constantemente.
BB: ¿Podrían extender la visión de la que hablan hacia los sistemas nacionales y transnacionales, políticamente y económicamente? O para ustedes, ¿ésta forma de ver las cosas sería contradictoria, porque la democracia debe ser algo que se construye desde abajo?
BZC: La forma de construir cualquier cosa que se construya, si se plantea que sea auténtica, tiene que salir a partir de los pueblos, de lo local, lo regional, en todo el mundo.
LZC: Los procesos nacionales deben ser capaces de expresar los deseos de todas estas luchas. Por eso decimos que es posible vivir de otra manera y tener una armonía para todo el mundo, no solo para uno y una.
BB: ¿Hay algo más que quieran agregar?
LZC: Yo lo que agregaría es que la lucha de los pueblos indígenas y otros sectores es una lucha por la vida. Estamos resguardando la posibilidad de que sigamos viviendo en este mundo y viviendo de una manera armónica.
Gracias a Tanya Kerssen y Laura Vargas
Artículo de Beverly Bell, de la organización estadounidense Other Worlds –
Publicado originalmente en: Otros Mundos Chiapas