Crónica de un desastre anunciado

BASE Investigaciones Sociales

Los días marcados por el humo, los incendios forestales y la existencia de temperaturas inusualmente elevadas son el rostro catastrófico, pero previsible, de una crisis climática que. por más que algunos se empeñen en negarla, impacta duramente en la vida de los paraguayos y las paraguayas.

“El Paraguay está afectado por fenómenos meteorológicos, como el aumento de la temperatura global, el cambio en el patrón de las precipitaciones y la alteración de la frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos extremos, y de fenómenos climáticos como las inundaciones, las sequías, las olas de calor e incendios forestales” señala el Ingeniero Ambiental Guillermo Achucarro en un reciente informe. Como muestra de esto señala un dato no menor “la cantidad de olas de calor a nivel nacional, de 1,1 olas de calor al año en promedio en el período 1980- 1989, se incrementó a 2,9 en promedio en el período 2010-2019. Esto implica que la cantidad de olas de calor casi se triplicaron en los últimos 40 años”.

Achucarro agrega que Paraguay, tiene una contribución de GEI bastante más elevada que países de mayor tamaño y con mayor cantidad de habitantes, tanto a nivel per cápita como en porcentaje total, estando entre los primeros lugares a nivel continental. “Este elevado porcentaje de contaminación de gases está estrictamente relacionado al cambio de uso de suelo y a la agricultura, ambos sectores tienen el mayor porcentaje histórico de contribución de gases a nivel nacional, es decir, la contribución de gases de efecto invernadero se encuentra extremadamente concentrada en manos de un solo sector de la economía a nivel país; este sector, a su vez, está concentrado en manos de unas pocas familias que son dueñas de la mayor cantidad de tierras en el país” concluye.

Según la investigación Índice de vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en la región de América Latina y el Caribe , Paraguay es el país más vulnerable de América del Sur, su nivel de vulnerabilidad está señalado como”extremo” la calificación más preocupante del índice. Este nivel de vulnerabilidad se determina analizando los grados de exposición de cada país a los cambios en el clima y su capacidad para adaptarse a los mismos; en concreto, cómo y hasta que punto un país puede responder a los efectos del cambio climático que ocurren en su territorio.

A pesar de estos datos el Gobierno continúa empeñado en defender el modelo productivo del agronegocio, responsable del 70% de la deforestación en la Región, a esto se suma la falta de políticas que aporten a reducir los daños generados por este modelo y a atender a los sectores más vulnerables, particularmente a las comunidades campesinas e indígenas que debido a la alta dependencia de su producción de subsistencia y de renta se ven afectados con más fuerzas al momento de producirse estos fenómenos extremos.

A estas políticas se suman la falta de capacidad de gestión por parte del gobierno, si bien los datos e informes meteorológicos preveían que la sequía sería de las más importantes de la historia, y por ende los riesgos de incendios forestales, el Ejecutivo no previó acciones para buscar minimizar los riesgos y asistir a las poblaciones afectadas. Entre los meses de mayo y junio los servicios meteorológicos de Brasil y Argentina alertaban de estos riesgos, sin embargo el Ejecutivo paraguayo recién reunió a las autoridades pertinentes para evaluar acciones el pasado 17 de agosto, mientras decenas de comunidades sufren la falta de agua y otras tantas ven el fuego avanzar cada vez con mayor fuerza.

Situaciones similares a las que vivimos hoy ya se habían suscitado el año pasado, el reportaje elaborado por el periodista Maximiliano Manzoni, para el portal El Surtidor, nos muestra cómo operó la impunidad para no investigar a los responsables directos de los incendios forestales, que, según señalan los propios bomberos que combaten las llamas, en un 90% son provocados y tienen a grandes grandes ganaderos como protagonistas.

“La cuestión climática nunca fue tratada como “crisis” por las autoridades gubernamentales ni por la clase dirigencial, aún a pesar de que la misma conlleve a perder y destruir vidas a una escala nunca antes vista” es el mensaje que deja Guillermo Achucarro, respecto a la falta de acciones gubernamentales ante el desastre largamente anunciado.

Publicado originalmente en BASE Investigaciones Sociales

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