La mayoría de los adultos mayores tienen miedo que la vacuna termine con su vida, si de por sí pende de un hilo ante la amenaza inminente del virus SARS –Cov2. Durante dos días se han vacunado 142 personas, de un censo aproximado de mil señoras y señores de 60 años y más, 700 sólo son de 65 años. Llegaron mil 600 dosis, sin embargo, no se sabe con exactitud la población de adultos mayores.

El escepticismo de las personas en torno a la inmunización contra el Covid-19 parte de que el gobierno de la cuarta transformación los “quiere matar”. Parte de esta incertidumbre es la desinformación y los rumores que construye mitos que generan temor para que las abuelas y los abuelos no quieran vacunarse. Además, los habitantes aseguran que el día martes 16 de febrero sólo anunciaron por la bocina para que acudieran al hospital a aplicarse la vacuna, sin explicar de qué se trataba.

Por su parte, Gerónimo Flores, servidor de la nación, dijo que se realizaron llamadas telefónicas para convocar a los adultos mayores, pero también reconoció que muchas personas no cuentan con los medios de comunicación necesarios, y que en otro momento se optó por anunciar a través de perifoneo.

El otro tema es que se tiene miedo a lo desconocido, nunca en la historia se había enfrentado a un virus de tal envergadura. Las indicaciones es que son cuatro días para aplicar la vacuna, en caso de que sobren, porque las personas de la tercera edad no acudan, las dosis se regresarán al gobierno federal, quien le tocará decidir su destino, señaló Gerónimo Flores.

Parece un escenario desalentador que uno de los municipios con un porcentaje muy alto de pobreza extrema y de marginalidad no se cuente con una estadística de las muertes y contagios de la Covid-19. Súmese que la totalidad de la población es indígena, olvidada y discriminada, pero también es el hambre y la violencia impuesta por los caciques. La vida pende de un hilo no sólo por el virus sino porque no existen las condiciones socieconómicas para la sobrevivencia, digamos, ni si quiera una vida digna.

La Covid-19 es la enfermedad de la estigmatización y en los espacios rurales es aún más. Lo peor que puede pasar es que las familias estén enfermando sin atención pertinente, la alternativa es aislarse o tratarse con plantas medicinales de la región. En el hospital se cuenta con cubrebocas, un poco de gel, unas batas para el personal y se cuenta con el modulo triaxe, donde se detecta a las personas si tienen Covid-19. No obstante, hay una ausencia de especialistas. Por citar un ejemplo de la compleja situación que se vive en Zapotitlán Tablas, tan sólo en la Colonia Centro y Vista Hermosa de  se han contagiado 20 personas. En el mes de agosto de 2020 se habrían enfermado al menos un centenar de familias. Después de las fiestas decembrinas aumentaron los contagios, en estos días de febrero hay cuatro personas aisladas por tener síntomas propios del virus.

Publicado originalmente en Tlachinollan