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Convención Nacional Campesina de Colombia: ¿Reforma Agraria o integración de los territorios a las cadenas de exportación de alimentos?

Wilmar Harley Castillo Amorocho y Silvia Adoue

La gran concentración de la tierra en Colombia se ha venido ampliando a fuerza de violencia. Los beneficiados son el viejo latifundio y el nuevo agronegocio. El primero, funcional al segundo, ya que la expulsión de las comunidades y la destrucción de los biomas que provoca lanzan grandes áreas al mercado de tierras para uso flexible. Los desplazamientos de población indígena, afro y campesina y la resistencia de las comunidades en los territorios marcan la historia del país. El nuevo gobierno propone cambiar la política agraria en un sentido modernizador. Sabiendo que nada se conseguirá sin el empeño de la fuerza de trabajo de los campesinos, el presidente Gustavo Petro convocó a la Convención Nacional Campesina de Colombia, que se acaba de realizar del 2 al 4 de diciembre en la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá. Y contó con la presencia de organizaciones campesinas además de varios ministros del gobierno que abrieron los debates sobre la necesidad de una reforma agraria.

Pero hay una gran distancia entre los anhelos de los campesinos y el proyecto del gobierno. Para que éste se aplique, es necesario instalar una mentalidad monetaria y empresarial en la subjetividad, que va contra el modo de vida de los campesinos.

¿Cuál es la propuesta de reforma agraria de las y los campesinos?

La primera ponencia campesina fue la de la Cumbre Agraria: Campesina, Étnica y Popular (CACEP)1, que apunta para lo que entiende como Reforma Agraria Integral y Popular (RAIP)2. Este proyecto parte de la formación de Territorios Campesinos en tierras cultivables, gratuitamente destinadas a los campesinos para la producción de alimentos, con unidades productivas que podrán tener carácter individual, pero con estímulo a las formas comunitarias y asociativas, “germen de nuevas relaciones entre las personas y con la naturaleza, todas ellas deben contar con formas de gobierno y gestión popular propias“. Con Estructuras Tecnificadas de Propiedad Social y Territorios Agroindustriales. Con acceso a vivienda, salud, educación y servicios público-comunitarios. También propone crear un Fondo Público de Tierras para recaudar 10 millones de hectáreas. Se disponen a ser protagonistas de esta Reforma Agraria, consolidando una confederación campesina y una asociación de cooperativas campesinas, así como un sistema nacional de comedores populares. Exige que el gobierno destine recursos a este proceso y también quiere evitar que “las fuerzas destructoras del capitalismo actúen sobre las unidades productoras de campesinos y proletarios del campo“.

Entre las tareas inmediatas, la Cumbre Agraria se propone a “recuperar las tierras desalojadas y apropiadas por terratenientes y empresas transnacionales“. Y exige del gobierno que reconozca la legitimidad de las Guardias Campesinas que defienden los territorios y que cumpla con lo acordado en los acuerdos de paz. Al mismo tiempo, se compromete a movilizarse para que se reconozca el uso social de la tierra y que se aplique la expropiación cuando ese uso no se cumpla.

El documento de la Cumbre Agraria alerta que el proyecto del gobierno encabezado por Gustavo Petro sólo se propone a “dejar atrás el latifundio improductivo, quedando el resto en pie, perspectiva ya fortalecida con el indignante acuerdo de entregarle sesenta billones de pesos a Fedegan, gigantesca masa de recursos con los que fortalece su poder y facilita su modernización capitalista“.

¿Qué les dice Petro a los campesinos?

Petro comenzó su discurso3, de sombrero campesino en la cabeza, apuntando que su objetivo al convocar la Convención Nacional Campesina era “construir un movimiento nacional campesino capaz de soportar […] reformas fundamentales que necesita la sociedad colombiana y que tiene como eje la tierra, el agua, la mujer, la democracia, la libertad, la paz, la producción de alimentos“.

Su primer punto es la crítica a la confusión entre seguridad alimentaria y soberanía alimentaria, que condujo al hambre. Lo que es verdad, condujo al hambre y también, pero eso él no lo dice, a la dependencia. Al comenzar por ese tema, busca un piso común, y lo articula, llegando a los 10 minutos de su discurso, con el cambio climático resultante de “un modo de producción […] que está dominado por el capital“. “No que esté en contra de las ganancias, sino que me propongo ingenuamente siendo presidente de Colombia, superar el capital […] la humanidad lo hará si quiere sobrevivir“.

Pero él dice que ahora tiene que encarar “problemas concretos que se derivan de esa crisis mundial“. Y propone dar prioridad a la producción de alimentos, lo cual fue oído con gran beneplácito. Lo que aquí no dice, pero sí lo ha dicho en otras oportunidades, es que la producción de alimentos no será sólo para el autoconsumo de los campesinos, o el consumo interno de los colombianos, sino también para integrar la cadena de producción de alimentos para exportación4. Y propone el aumento de la rentabilidad de la producción campesina, con “transferencias tecnológicas limpias“. Recordemos aquí que, en el acuerdo firmado con la Federación de Ganaderos (Fedegan), consta la asesoría técnica por parte de esta asociación de grandes hacendados a los campesinos beneficiados por la futura reforma agraria para la cría de ganado5. “Eso significa asociatividades que hay que crear para industrializar la producción alimenticia en propiedad del campesino y la campesina“. Ese vector de la rentabilidad supone el aumento del valor agregado en unidades económicas que no pueden expandirse. Y justifica la asociatividad en que “no está bien ese modelo en el que unos producen el arroz y otros lo muelen, y los que lo muelen imponen el precio, tanto a los consumidores como a los productores“.

El segundo punto tiene que ver con “la tenencia de la tierra“. Y da números: 3 mil personas tienen el 80% de las tierras productivas en Colombia y no producen alimentos. Es decir, se refiere al latifundio improductivo, especulativo, pero no al acaparamiento del gran agronegocio exportador, que no es ni siquiera mencionado. Atribuye esa estructura fundiaria concentrada a un “feudalismo“ heredado del Estado español y le asigna toda la responsabilidad por la violencia y la pobreza de la población campesina. Al decirlo así, el discurso modernizador surge con mucha facilidad. Así revela el carácter de la reforma agraria que propone.

Esa reforma agraria, dice después de los 20 minutos, será pacífica. Y ahí va describiendo las reformas agrarias en la historia a partir de la Revolución Francesa, recordando que para distribuir las tierras “le quitaron la cabeza al rey y a la reina“. Episodio celebrado por el público campesino allí presente. Trata de explicar que el objetivo era industrializar Francia. Entonces pasa a la versión estadounidense: “la hicieron [a la reforma agraria] robando la tierra de los indígenas“. Y aun cuando no se detiene en las experiencias de la Revolución China y la Rusa, dice que la reforma agraria “es el principio de la sociedad capitalista“ y que eso “ni siquiera se ha hecho en Colombia“. “Queremos comenzar a hacer una reforma agraria. Y por las buenas. Sin quitarle la cabeza al rey. Sin robarle la tierra a los indígenas. Sin estatizar la tierra, como hicieron en China o en la Unión Soviética. Simplemente, como en Japón, como en Corea del Sur, queremos comprar la tierra […] a precio comercial“. Y recuerda que la Fedegan “ha dicho que sí, entonces, tenemos una oportunidad“. Petro ya ha hecho un acuerdo con Fedegan para comprarles a los ganaderos 3 millones de hectáreas para distribuirlas entre campesinos. Pero sabemos que, para eso, precisa regularizar las tierras de la Fedegan. Muy conveniente para los ganaderos, ya que estos poseen más que 3 millones de hectáreas mal habidas. Es un gran negocio para esos ganaderos que han obtenido tierras a fuerza del terror de campesinos e indígenas.

Para eso, propone revitalizar el Banco Agrario y garantizar la compra de la producción de alimentos por parte del Estado, para acciones emergenciales frente al hambre. Y que el título de propiedad priorice a las mujeres. Entonces dice una verdad de Perogrullo: que no hay reforma agraria sin campesinos. Sin embargo, quien ve las dificultades de la reforma agraria en Venezuela puede muy bien entender que las posibilidades reales de la reforma agraria de cualquier tipo y color dependen primeramente de la disposición de los campesinos en empeñar su fuerza de trabajo para tal. “Volver la voz campesina sonante en Colombia“ sería entonces una de las bases para la aplicación de la reforma agraria. Sin embargo, el presidente Gustavo Petro no ha ignorado del todo en su discurso las ponencias de las organizaciones campesinas pronunciadas antes de su intervención. Se trata de propuestas concretas y de sentido muy diferente al proyecto del gobierno. En particular, la ponencia de la Cumbre. En todo momento, el presidente se refiere a las “organizaciones campesinas hoy existentes“. Sin decirlo explícitamente, da a entender que habría que hacer una organización con los que se alinean con su proyecto: “yo busco construir la alianza Estado-campesinado“ en Colombia, para “su desarrollo económico, su industrialización, su democracia, su libertad, su paz“.

Curioso que mencione en este punto a Hanna Arendt, y que recuerde que se exilió en Estados Unidos. La cita: “No hay nación en el mundo que se haya configurado sino cuando el campesinado levanta la bandera nacional“. Es a partir de esa frase que se refiere a Colombia como una posible “potencia mundial de la vida y para la vida“. En otras ocasiones, ha hablado de Colombia como una potencia productora y exportadora de alimentos. Termina diciendo que “sólo a través del trabajo es que se construye la riqueza […] que es lo que nos puede dignificar“.

El discurso del presidente ha tomado puntualmente expresiones de las ponencias campesinas que lo precedieron. Pero lo ha hecho como un recurso retórico que espera obtener eco para su proyecto integrador de la fuerza de trabajo de los campesinos a las cadenas del agronegocio alimentario. Así mismo, resalta una parte del cómo se han industrializado las potencias del capital que toma como referente para la reforma agraria, ya que la acumulación por desposesión y la explotación de la fuerza de trabajo popular son la cara de la moneda que conviene ocultar. Deja ver que quiere al como aliado del programa y de la reforma agraria gubernamental al campesinado reunido en la convención, a pesar de la voluntad de escuchar y tener en cuenta las propuestas allí compartidas y fortalecidas, se sobrepone el interés del Estado por encima del tejido organizativo campesino.

El debate en las submesas volcado en la plenaria final

El segundo día del encuentro estuvo dedicado al debate en 23 submesas, cuyos resultados fueron volcados en la plenaria del tercer día. Las submesas ratificaron las ponencias iniciales, pero surgieron puntos programáticos no mencionados inicialmente, y que apuntan a una mirada más abarcadora por parte de los campesinos:

-Revisión de las licencias de explotación minera y energética, con participación vinculante de las comunidades (en la revisión y en la otorga de nuevas licencias) y, “bajo ninguna circunstancia“, tratar a las hidroeléctricas como energía limpia;

– Retirada de las concesiones a la gestión de las multinacionales de la conservación y a las empresas privadas de turismo en áreas de conservación ambiental, comanejo de los parques ambientales por los campesinos y las guardias campesinas operando también como policía ambiental;

– No comprar tierras “a los que nos han despojado a fuerza de acciones paramilitares“, deshacer el compromiso con la Fedegan;

– Creación de un banco de semillas autóctonas que pasan a ser consideradas como bienes comunes y que no pueden ser privatizadas;

– Recuperación de plazas de mercados para constitución de mercados campesinos y centros locales de acopio;

– Fin del servicio militar obligatorio y transformación en servicio social o agrícola;

– Libertad inmediata a todos los presos de la revuelta;

– Fin de la criminalización de las recuperaciones territoriales.

Aparecieron también temas polémicos y aún no suficientemente debatidos. Es el caso de los bonos de carbono (si es aceptable especular con ellos y a quiénes beneficiarían). Tampoco hubo un rechazo unánime a posibles exportaciones de productos campesinos. No se llegó a un acuerdo en la submesa que discutió la sustitución de cultivos con usos ilícitos, ya que los programas hasta ahora parcialmente implementados redundaron en la criminalización pura y simple de los campesinos.

¿Cómo sigue?

Las organizaciones vieron en esta convocatoria oportunidad real para exponer sus expectativas. En las ruedas del almuerzo, en las submesas y en las conversas informales, se percibía un cierto entusiasmo porque los ministros y el propio presidente reconocían a las organizaciones autónomas y que sus propuestas eran debatidas abiertamente.

Pero se evidencian distancias políticas entre los movimientos campesinos y el gobierno nacional, como la recuperación de tierras de hecho o el rechazo a proyectos minero-energéticos nuevos y vigentes. Hasta ahora, la respuesta a los conflictos territoriales ha sido la criminalización y la represión, a través del Escuadrón Móvil Anti-Disturbios (ESMAD) y de montajes judiciales por parte de la Fiscalía General de la Nación. Para las comunidades de los territorios, la recuperación y defensa de los territorios es medio y finalidad.

El discurso del gobierno deja entrever que está dispuesto a ceder a reivindicaciones campesinas. Pero su proyecto es otro, aunque cubierto por un manto de ambigüedad. ¿Cómo ignorar el rechazo vehemente de las organizaciones campesinas al acuerdo del gobierno con la Fedegan? No se trata de un detalle secundario, ya que diseña lo que el presidente llama de “reforma agraria por las buenas“

No pasa desapercibida la breve intervención del representante de la Unión Europea en la plenaria final. El diplomático celebraba los pasos dados en el sentido de la reducción de las desigualdades y el acceso a la renta, como camino para obtener la paz, con el control estatal y la participación de la empresa privada en los territorios. En las entrelíneas leemos que es necesaria cierta estabilidad para la expansión de los negocios.

Resta preguntarse sobre la fuerza que las organizaciones enraizadas en los territorios tienen para imponer de hecho su proyecto de Reforma Agraria Integral y Popular.

1 Hacen parte de la Cumbre, formada en 2014, las siguientes organizaciones y procesos: Mesa de Interlocución Agraria (MIA), la Marcha Patriótica, el Coordinador Nacional Agrario (CNA), el Congreso de los Pueblos, el Proceso de Comunidades Negras (PCN), la Mesa de Unidad Agraria (MUA), la Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia ( COMOSOC), la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), el Movimiento por la Constituyente Popular (MCP), Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (FENSUAGRO), Asociación nacional de Zonas de Reserva Campesina (ANZORC) y Asociación Campesina Popular.

2 Ver: https://trochandosinfronteras.info//wp-content/uploads/2022/12/Ponencia-CNC-FINAL.pdf

3 Ver https://www.youtube.com/watch?v=_CBmHi3s_Mc&t=94s

4 Ver https://elcronista.co/politica/hoy-el-mundo-necesita-mas-alimentos-que-petroleo-petro

5 Ver https://petro.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/Como-historico-califica-el-Presidente-Petro-firma-del-acuerdo-entre-Gobie-221008.aspx y https://mascolombia.com/el-acuerdo-de-tierras-con-fedegan-en-8-puntos/

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