¿Cómo entender Guatemala hoy?

Zaira Lainez Carrasco

Guatemala es un pequeño país habitado por 15 millones de personas, cuenta con 24 idiomas que corresponden a 24 orígenes étnicos distintos[1]. Está ubicado al norte de una región olvidada entre la masa del gran continente americano, Centro América, y es uno de los países más desiguales de América Latina.

Sin embargo, el pasado mes de septiembre fue titular alrededor del mundo: su presidente dimitía tras destacadas movilizaciones sociales que exigían su renuncia luego de ser acusado por la CICIG (Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala) de liderar una red de corrupción. No pocos vieron con admiración el logro del pueblo guatemalteco, pero ¿qué tan certero es este logro?

La historia de un pueblo eternamente violentado

Para entender la Guatemala de hoy es necesario comprender la historia, imposible de abordar en este espacio, pero daremos algunas pinceladas. Vale la pena destacar algunos hitos en la historia: por un lado, la añorada Primavera Democrática[2], de 1944 a 1954, interrumpida por la contrarrevolución orquestada por EEUU. A partir de entonces hubo dictaduras militares hasta 1985.

Por otro lado, la guerra interna que inició en 1960 y duró 36 años, de las más largas y sangrientas en América Latina. Fue la violencia de Estado en su máxima expresión a través del ejército. Las desapariciones y muertes en la ciudad fueron selectivas, buscando eliminar líderes que cuestionaban el poder, mientras que en el área rural fueron masivas y exterminaron comunidades indígenas completas. Se calculan unos 45 mil desaparecidos y más de 200 mil muertos.

Entre el silencio, el terror y la resistencia

Lo anterior explica en buena medida el clima de miedo-terror, desconfianza, apatía y silencio que perdura hasta hoy. Hubo toda una generación de líderes, muchos de ellos universitarios, que fue descabezada y cientos de comunidades fragmentadas. La memoria, la verdad y la justicia han sido negadas por los sectores poderosos[3] y la continuidad del poder hasta el día de hoy de la oligarquía y del ejército -serviles a los intereses de EEUU- es evidente.

No obstante de esta aplastante realidad, la lucha y la resistencia de los pueblos, desde abajo, siempre ha estado allí, pero invisibilizada por un país altamente dividido por clases sociales y un profundo racismo.

La continuidad de la violencia, del saqueo y la remilitarización

Desde hace algunos años para acá, el área norte de Centro América ha sido conocida como el Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), destacada por los altos niveles de violencia medidos por la tasa de homicidios, presencia del crimen organizado y pobreza. Este escenario fue preciso para que en 2012 se eligiera al partido que ofrecía “mano dura” y que llevó a Otto Pérez[4] y Roxana Baldetti al poder.

En la última década se ha promovido el saqueo de los bienes naturales del país que el neoliberalismo exige. Frente a las resistencias comunitarias ha sido desplegada la violencia del Estado y de las grandes empresas dando lugar a una nueva etapa de represión y criminalización.

En este contexto y en medio de diversos procesos en América Latina, EEUU busca “salvar su proyecto geopolítico venido a menos en la región”[5], por lo que ha propuesta diversos proyectos que prometen desarrollo social como la Alianza para la Prosperidad[6], pero que en realidad buscan beneficiar a grandes corporaciones.[7] A ello, se suma el interés por frenar la migración y controlar el mercado del narcotráfico[8]. Este panorama es clave para entender la acción de la CICIG y la cruzada contra la corrupción.

La CICIG, EEUU y lucha contra la corrupción

La CICIG es una instancia creada por la ONU en 2007. Tiene sus orígenes en los Acuerdos de Paz de 1996 al plantearse la necesidad de combatir a los Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad (CIACS)[9]. Funciona con una buena parte de fondos del gobierno de EEUU, uno de los principales interesados en su permanencia en el país.[10] Fue así como luego de ocho años de funcionamiento poco relevante, la CICIG hizo pública una investigación que señalaba a altos funcionarios del gobierno en una red criminal de defraudación fiscal de la que se beneficiaban también empresarios.

Un “despertar ciudadano” de cara a las elecciones generales 2015

Lo anterior desató un llamado “despertar ciudadano” con impresionantes movilizaciones que iniciaron el 25 de abril y continuaron incesantemente por cuatro meses. Esta ciudadanía expresaba principalmente su hartazgo de la clase política en general y exigía la renuncia de los mandatarios. Asimismo, con las elecciones generales[11] previstas para septiembre, se concentró en exigir reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos con la esperanza de renovar a su clase política.[12]

Estas movilizaciones ciudadanas que vieron resultados de su clamor a corto plazo con la renuncia de la entonces vicepresidenta y presidente, devino en motivo de orgullo para un país carente de historias de orgullo nacional. Sin embargo, es importante subrayar que estas movilizaciones fueron principalmente de carácter urbano y de clase media. En realidad, muchas de estas denuncias y luchas llevan siglos desde las voces de organizaciones indígenas y campesinas, pero nunca tuvieron el impacto suficiente ni el apoyo de la clase media. Para muchos sectores, la Guatemala rural e indígena sigue invisibilizada.

Podemos entender la indignación de esta clase media porque se vio afectada en sus bolsillos al ser la principal aportadora a la recaudación fiscal. Y a pesar que estas movilizaciones estuvieron controladas en alguna medida por EEUU y que sus participantes –en su mayoría- no cuestionaban las estructuras, no podemos desvalorizar los aprendizajes que nos dejaron como lo fue el resignificar lo político y revalorar el poder colectivo. También se destacó la participación del sector universitario[13].

Es obvio que los grandes problemas del país (desigualdad, pobreza, violencia, falta de educación, salud, etc.) no se deben únicamente a este gobierno. Creer que hemos triunfado con ver a funcionarios tras las rejas sería una trampa y fantasía. Hace falta llegar a la raíz del problema para castigar a quienes se benefician y han beneficiado por años de este sistema cimentado sobre la explotación y la exclusión.

La primera vuelta de las elecciones generales llevó a segunda vuelta a Jimmy Morales (FCN), un comediante que representó el rechazo a los políticos tradicionales pero de la mano de un partido vinculado al sector militar conservador y contrainsurgente, y a Sandra Torres (UNE), ex primera dama que promovió programas sociales de la mano de un clientelismo político, y dejó fuera de la contienda al populista Manuel Baldizón.

Este 25 de octubre será la segunda vuelta electoral para definir quién tomará la presidencia en enero 2016. Debemos tener claro que nuestro voto no va a ser de transformación, como nunca lo ha sido, más bien hay una rotación de élites que administran la finca. Frente a ello, no debemos perder de vista que las convulsiones sociales se van acrecentar. El modelo de desarrollo impulsado por el Estado en base a la explotación, exclusión y saqueo de los bienes naturales sigue en pie y está atravesado por la corrupción, misma que acentúa las desigualdades sociales.

Zaira Lainez Carrasco

Guatemalteca, estudió Ciencia Política y actualmente cursa la

Maestría en Estudios Políticos y Sociales de la UNAM.

http://www.plazapublica.com.gt/users/zaira-lainez-carrasco

[1] Sosa, Mario. 2007. Opresión étnica en Guatemala: apuntes introductorios. En http://mariososav.blogspot.mx/2010/07/opresion-etnica-en-guatemala-apuntes.html

[2] Década única en la historia cuando se avanzó en materia de derechos sociales básicos y un intento de reforma agraria.

[3] Fue hasta 2013 que se llevó a cabo el primer juicio por genocidio, donde el exdictador Ríos Montt fue declarado culpable, sin embargo la sentencia fue anulada a los pocos días.

[4] Fue un militar, kaibil, formado en la Escuela de Las Américas. Participó de la guerra en Guatemala en una de las zonas más afectadas por el genocidio, el departamento del Quiché en los años ochenta.

[5] Itzamná, Ollantay. Guatemala: entre plazas, urnas y tribunales. 10 de septiembre de 2015. En http://coyuntura.sociales.uba.ar/guatemala-entre-plazas-urnas-y-tribunales/

[6]Dirigida al Triángulo Norte aduciendo la idea de frenar la violencia de las maras y el crimen organizado y proveer de oportunidades para evitar la migración hacia su país. Más información:   http://www.encuentroplanalianza.com/plan.htm

[7] Proyectos como la Alianza para la Prosperidad, el Proyecto Mesoamérica (ex Plan Puebla Panamá) e IIRSA, a través de grandes construcciones regionales de infraestructura.

[8] Itzamná, Ollantay. Guatemala: entre plazas, urnas y tribunales. 10 de septiembre de 2015.

[9] Se trata de organizaciones criminales producto de la guerra, alimentadas por los servicios de inteligencia estatal y militar y que participan, entre otras actividades, en el narcotráfico, el contrabando y el tráfico de armas. http://es.insightcrime.org/noticias-sobre-crimen-organizado-en-guatemala/ciacs

[10] En marzo de este año Otto Pérez pensaba cerrar la CICIG.

[11] Guatemala realiza elecciones generales cada cuatro años. Se eligen binomio presidencial, diputados para el Congreso de la República y alcaldes para las corporaciones municipales.

[12] Algunos solicitaban el aplazamiento de las elecciones generales. Incluso se llegó a plantear un gobierno de transición y la conformación de una Asamblea Nacional Constituyente. Un lema recurrente fue “En estas condiciones no queremos elecciones”.

[13] Calificado por varios como histórica por ser la primera vez que las universidades privadas se manifestaban públicamente frente a la realidad nacional y que se unían a la Universidad Pública.

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