Colocan antimonumento por los 72 migrantes masacrados en San Fernando

Redacción Desinformémonos

Ciudad de México | Desinformémonos. Un antimonumento por los 72 migrantes masacrados en San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010, fue instalado frente a la embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México «para que gobernantes, poderosos y políticos lo vean».

«Hoy instalamos este antimonumento para limpiar la memoria de los los 58 hombres y 14 mujeres asesinados en el ejido El Huizachal, porque no fueron delincuentes sino trabajadores con sueños y proyectos, con familias que los esperaban», explicaron los organizadores, familiares de las víctimas y activistas. 

«Pero no sólo por ellos. La escultura lleva un signo ‘+’ porque son miles, tal vez cientos de miles, las y los desaparecidos y asesinados a su paso por México», agregaron. 

Denunciaron la impunidad en el caso y la indolencia de las autoridades mexicanas y estadounidenses frente a la migración.

«Con este antimonumento decimos que nos faltan. Que no queremos ser el muro», sentenciaron.

A continuación el pronunciamiento completo:

Un +72 en la avenida más importantes de México: para que gobernantes, poderosos y políticos lo vean.

Un +72 en la acera: para que también lo topen las personas que pasan, sean turistas, trabajadores apresurados o ciudadanos de a pie.

Un +72 frente a la embajada de Estados Unidos: porque ese país tiene responsabilidad en esta historia.

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Foto: Proyecto Ambulante @proamboax

Hoy instalamos un antimonumento por los 72 migrantes masacrados en San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010. Por 58 hombres y 14 mujeres que fueron ejecutados y después abandonados sus restos a la intemperie.

Pero no sólo por ellos. La escultura lleva un signo “+” porque son miles, tal vez cientos de miles, las y los desaparecidos y asesinados a su paso por México. 

Y aunque la migración es un derecho humano, aunque muchas leyes, tratados internacionales y elegantes foros así lo dicen, lo cierto es que atravesar el territorio mexicano se ha convertido en un viaje peligroso. Pasar por nuestros estados, sea en autobús, tren o caminando, resulta una empresa tan arriesgada que puede costar la salud, la integridad, la vida. 

Robos, extorsión, secuestros, violaciones, ejecuciones, desaparición… ¿cuántas veces hemos oído esas palabras en los últimos años? ¿Cuántas veces esas palabras atroces que sin embargo se transformaron en normales? Muchos de quienes las padecen son migrantes. Hombres y mujeres que migran. 

Vienen desde Centroamérica y otros países. En su mayoría quieren llegar a Estados Unidos, donde imaginan un futuro mejor. Van huyendo de la violencia, la falta de oportunidades, la miseria, de un sistema que los expulsa de sus países. Van buscando mejores trabajos y sueldos, una mejor vida para ellos y los suyos. 

Pero el gobierno estadounidense les ha puesto un muro, una pared infame que no sólo se ha levantado en la gestión de Donald Trump, lleva varios años construyéndose. Les persigue y criminaliza, los trata como delincuentes. No es el único, hay también otros muros también aquí, en México. Son autoridades indolentes que les niegan visas humanitarias, policías y burócratas que les persiguen y violan sus derechos. Un muro más, el que levantamos nosotros, la sociedad, cuando hacemos invisibles a los migrantes, sin prestarles ayuda, o los señalamos y discriminamos. 

Paradójico pero real: en México, un país con generaciones de migrantes, un lugar donde todos tenemos algún pariente al otro lado, no somos capaces de entender y abrazar a quienes también van migrando. Incluso, cuando son también mexicanos y mexicanas. 

¿Qué son las fronteras?

¿Quiénes pueden habitar el planeta tierra?

Todos somos migrantes. Todos somos ese “+” que va junto al 72. 

Hoy instalamos este antimonumento para limpiar la memoria de los los 58 hombres y 14 mujeres asesinados en el ejido El Huizachal, porque no fueron delincuentes sino trabajadores con sueños y proyectos, con familias que los esperaban. 

Y el caso sigue impune, por eso nuestra voz se hace hierro. Para ser memoria de ellos pero también de miles de migrantes, mujeres, hombres y niños, desaparecidos y asesinados. 

Con este antimonumento decimos que nos faltan. Que no queremos ser el muro. 

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