La mitad de la CDMX es territorio agrícola. La imagen de una capital mexicana completamente urbanizada, laberinto de avenidas y edificios contrasta con los canales chinamperos y las nopaleras de Milpa Alta. Existe una tensión creciente entre el territorio que provee alimento y la lógica de una ciudad adicta a crecer y a engullir todo.
Productores y campesinos de la CDMX defienden el suelo y los saberes que hicieron posible que las personas se asentaran en este valle.
A estos se suman los agricultores urbanos que tejen una red de huertos con los que el campo empieza a invadir la ciudad.
¿Cómo se planta una ciudad como la CDMX de cara a los retos alimentarios que le presenta la crisis climática? ¿Qué relaciones tiene necesidad de reimaginar? ¿Qué dependencias debe cuestionar y cortar? ¿Cómo valerse de la herencia productiva que le dio su origen?
El Tema es la emergencia climática
Publicado originalmente en La Corriente del Golfo