Huayacocotla, Veracruz. Amanece en Huayacocotla. El sol se asoma, la neblina se asienta en la barranca y, mientras en los fogones está hirviendo el café, en las radios de las sierras y huastecas empieza a sonar Radio Huaya. La radio de todas y todos, de hombres y mujeres, de niños y niñas, de indígenas, de mestizos y mestizas, de campesinos y campesinas.
De siete de la mañana a siete de la tarde está prendido el Harris, el transmisor, y eso nos asegura que al sintonizar la frecuencia del 105.5 cada radio de la región tendrá directamente en casa, la información, la música, la palabra náhuatl, otomí y tepehua, la palabra también en español, la que nos permite entendernos a todas y a todos.
Fue el 15 agosto de 1965 cuando Radio Huaya sonó por primera vez. El pretexto: alfabetizar a cientos de campesinos e indígenas que no tuvieron acceso a educación escolar. Radio Sutatenza, en Colombia, ponía el ejemplo, y la fiebre de las escuelas radiofónicas apenas comenzaba. El modelo parecía funcionar en otros países, y en México un grupo de estudiantes y maestros de la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México (Ibero DF) tenían las ganas, el corazón y sobre todo, la frecuencia para echar a andar el proyecto.
Era en el 2390 khz en onda corta. Apenas 500 watts que con trabajo les hacían llegar a unos cinco municipios de la sierra norte de Veracruz (y a algunos privilegiados en Japón, que con su radio en onda corta también llegaron a escuchar Radio Huaya). Era suficiente. Para alfabetizar no se necesitaba más alcance.
La aventura comenzó. Se repartieron algunos radios especiales en las comunidades a alfabetizar, radios con banda de onda corta que permitieran la recepción. Las clases estaban por comenzar.
Así nace Radio Huaya y así se consolida por casi 10 años.
Llega 1974 y en México se estaba fortaleciendo todo un movimiento de organizaciones sociales, no gubernamentales y de la sociedad civil, en distintos ámbitos del país. El 68 dejó una profunda huella en los mexicanos y mexicanas, y cientos de hombres y mujeres se fueron convirtiendo al activismo, al profundo deseo de ver una nación distinta, una en la que un octubre del 68 no se volviera a repetir.
Es en ese tiempo cuando nace Fomento Cultural y Educativo (FCE), Asociación Civil. Una organización de la Compañía de Jesús que se interesa por conservar la frecuencia en onda corta de Radio Huaya, pues para ese entonces el proyecto de escuela radiofónica ya había cumplido lo prometido. La escuela unitaria estaba llegando a las comunidades y la funcionalidad de Radio Huaya se estaba acabando.
Al quedarse FCE con Radio Huaya, la frecuencia debía tomar un nuevo giro. Ese fue el tránsito de escuela radiofónica a radio comunitaria. Es aquí cuando nace Radio Huayacocotla La voz de los campesinos, y es aquí donde también comienza una larga lucha por conseguir una frecuencia modulada, una que haga realidad el derecho de los pueblos indígenas a contar con sus propios medios de comunicación, como lo reconoce la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en su artículo 16.
Tuvieron que pasar 30 años para que ese sueño se hiciera realidad.
Es el 14 de febrero de 2005, cuando la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) suelta, de manera inédita, 15 permisos para radiodifusión. Esto sucede durante el gobierno de Vicente Fox. Ya con Felipe Calderón, sólo tres años después, en 2008, se dan 12 permisos más.
En la primera repartición se cuela la pionera, la mamá de las radios comunitarias en México. Con nada más y nada menos que 10 mil watts de potencia. A Radio Huaya le toca una buena rebanada del pastel.
Es julio de 2005 y Radio Huaya comienza transmisiones en el 2390 kHz en onda corta, y en el 105.5 en Frecuencia Modulada, de manera simultánea. Sólo unas semanas después se olvida la onda corta. La vida ya es en FM.
Y para entonces, la Radio Huaya que ya es vieja para algunos municipios de la sierra norte de Veracruz, nace para miles de pueblos y comunidades que recién la empiezan a escuchar por la FM. Y escuchan que hay una radio que dice lo que ninguna otra ha dicho, una radio que habla de frente, una radio que no vende nada, que no compra nada. Y resuenan el náhuatl, el otomí y el tepehua por las cañadas. Y se oye la voz de la gente, y suenan los huapangos, los sones brincados, las danzas de costumbre al ritmo de trío huasteco o de banda de viento. Y el sueño se cumple: Una radio distinta también es posible.
Radio Huaya nunca ha estado sola. Desde siempre se ha sabido del lado de la gente que la escucha. Cuando por su señal se oían clases de alfabetización y desde que es una emisora comunitaria. Radio Huaya tiene sentido en tanto es sintonizada y se hace parte de la vida de las comunidades a las que acompaña. Los pueblos de la sierra norte de Veracruz, de las huastecas de Hidalgo y San Luis Potosí, de la sierra norte de Puebla y de la sierra de Querétaro hacen suya a la radio desde que la encienden a las siete de la mañana y no la apagan hasta las siete de la tarde. La hacen suya cuando participan de los programas, cuando llaman para pedir canciones o mandan saludos a sus comunidades, cuando los hombres y mujeres migrantes se sienten más cerca de sus pueblos al escuchar Radio Huaya por internet. Porque la radio también les ayuda a no olvidar de dónde son.
Se apropian de Radio Huaya cuando son las mismas voces de la gente denunciando los abandonos del gobierno, las que se oyen por estas sierras y huastecas.
Radio Huaya acompaña, y nunca durante casi cinco décadas, ha dejado de estar acompañada.
La voz de los campesinos y de las campesinas, está próxima a cumplir 50 años. Casi le llega al tostón de un sinfín de historias, de vidas a las que ha marcado. Y no lo digo sólo por quienes hemos pasado por aquí, o por quienes faltan por pasar. Lo digo por cada hombre y mujer, niño y niña, joven y jovencita que se ha dejado encantar con la magia de la radio, de la Radio Huaya.
Hoy caminamos hacia una voz más incluyente, una voz más de la gente, una voz que resuene, que no deje de hacer ruido, que siga vibrando y llegando a estos rincones tan urgidos de esperanzas. Avanzamos hacia una voz más de los pueblos y comunidades, más desde la gente. Más indígena, más voz campesina.
Radio Huaya vive mientras viva la palabra náhuatl, otomí y tepehua. La palabra tének y totonaca que también habita en esta región. Mientras se siga haciendo la costumbre del Chicomexochitl (Fiesta de las siete flores), se siga celebrando el Carnaval y se sigan haciendo altares para recibir a nuestros muertos en el Mijkailuitl (Fiesta de muertos).
Habrá Radio Huaya mientras los pueblos tengan algo que decir, mientras haya abandono de parte de los gobiernos, mientras se sigan violando derechos humanos, mientras las empresas sigan llegando a comunidades donde no son bienvenidas. Mientras haya información que compartir. Mientras se sigan formando bandas de viento o tríos huastecos. Mientras haya defensa del maíz y se le siga cerrando la puerta al transgénico. Habrá Huaya mientras sean las siete de la mañana y las radios de la región se vayan encendiendo y sintonizando el 105.5 en FM.
El augurio es de larga vida a la pionera, a la mamá de las radios comunitarias en este país (junto a la valiente Radio Teocelo, cercana a la ciudad de Xalapa). Por lo pronto, Radio Huaya La voz de los campesinos y de las campesinas en unas semanas cumplirá los 49 años, y quienes estamos de este lado del micrófono ya estamos pensando en los 50. Ya tenemos el corazón en el 2015 y en la celebración grande que nos tocará hacer para festejar la vida de los pueblos indígenas.
Mientras tanto, nos seguimos acompañando. En las fiestas patronales de las comunidades, en las celebraciones al maíz, en la lucha de cada pueblo, en el ir y venir de quienes migran, en la desgracia de quienes no regresan, en la asamblea y organización. Seguimos caminando junto a los pueblos y con ellos desde Radio Huaya seguimos haciendo comunidad.
Amanece en Huayacocotla. El sol se asoma… ya suena Radio Huaya.
06 junio del 2014